miércoles, 12 de noviembre de 2014

ANAMNESIS

Un hermoso término, ἀνάμνησις, que alude al recuerdo. No a un recuerdo cualquiera, sino a uno importante, esencial, nada menos que al de las Ideas en la concepción platónica.
Platón sigue atrayendo hacia esa realidad ideal, expresable como lenguaje puro, matemático. No sorprende que la belleza del mundo remita a su descripción formal como aproximación asintótica a lo real inalcanzable, ni que personas como Penrose sucumban a esa belleza intuida.
Pero hay un ámbito mucho más concreto, más “nominalista”, el de cada cual, al que también se aplica el término. Se trata de la Medicina.
La Medicina supone el encuentro  médico – enfermo, aunque no siempre, pues la moral higienista induce a muchos sanos (acomodados económicamente, no simples “asegurados”) a visitar al médico para llevarse la sorpresa de que no están tan sanos y, a veces, descubrir que están gravemente enfermos.  La hipocondrización generalizada y un nuevo santoral de enfermedades facilitan esos disgustos.
En el encuentro clínico tradicional se confecciona lo que suele llamarse historia clínica y una parte esencial de ella es precisamente la anamnesis, es decir, el recuerdo, por parte del paciente, de lo que puede ser importante de su trayectoria biológica y biográfica para que el médico pueda diagnosticar su dolencia y tratarla. Un recuerdo en el que las preguntas incisivas del médico son esenciales. Parece natural que esa escucha clínica se dé para que el acto médico sea lo que pretende ser, curativo. Sin embargo, asistimos hoy a un olvido de la anamnesis o, dicho de otro modo que muestra más a las claras lo paradójico de nuestra medicina, a un olvido del recuerdo. No es infrecuente, especialmente en el ámbito hospitalario, que ese olvido, que esa amnesia o negación de la anamnesis, tenga consecuencias dramáticas y, en ocasiones, letales. Mucho más frecuente es que suponga múltiples consultas innecesarias con una morbimortalidad sobrevenida.
El protocolo y los registros se enfrentan a la escucha y la mirada clínicas. De ese modo, la anamnesis no es inducida, escuchada y transcrita en un documento confidencial, sino protocolizada de modo parcial en una ficha electrónica. Protocolizar supone homogenizar, cuantificar, medir, restringirse a lo que el cuestionario protocolario determine, evitando la peripecia biográfica, obviando el contexto socioeconómico. Se da una transformación de la anamnesis tradicional, secreta a la vez, sostenida por el recuerdo necesario, íntimo, en una pseudo-anamnesis electrónica en la que la infracción a la moral higienista cobra especial protagonismo como marca, como pecado, sea como alcoholismo, toxicomanía, episodio psicótico o conducta sexual “anormal”. De ese modo, ya no se da el intento anamnésico sino que basta la observación del registro electrónico para que el médico – técnico se haga una idea del objeto a tratar, pues objeto es un hígado o un páncreas y no la totalidad que supone ser sujeto.
Nuestras historias electrónicas son historias de olvidos y recuerdos. De la anamnesis crucial hemos pasado al olvido de lo biográfico. Del recuerdo pasajero de lo importante nos hemos ido a la marca imborrable que no explica sino que ya justifica la enfermedad. No deja de sorprender que en una cultura laicizada, pretendidamente atea a veces, la enfermedad vuelva a ser considerada como consecuencia del pecado de uno (fumaba, bebía, era cocainómano, no se cuidaba…) o de sus padres (unos malos genes).
Hay enfermos que lo son porque han sido arrojados a la miseria. El hospital no contemplará nunca eso hoy en día; atendiendo al objetivo estadístico serán despachados en cuanto sean “alta” (a saber qué se entiende hoy por eso).
Un buen amigo tiene un excelente blog al que dio el nombre, en gallego, de “Pavillon de repouso”. Hoy no hay pabellones de reposo. Hoy no hay hospitales hospitalarios; sólo fábricas de reparación con los correspondientes controles, con su calidad ISO, pero fábricas al fin y al cabo. Y todo por olvidar el recuerdo y sustituirlo por la marca.


6 comentarios:

  1. Excelente publicación . Acertado como es siempre.

    ClNau2 Cordiales

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  2. Pues esto mismo que explicas les sucede a muchos profesionales de la psicologia (y la psiquiatria) y aun es, si cabe, mas dramatico... no preguntan no investigan, nada saben ni escuchan de la historia de sus pacientes... solo los ven a traves de los sistemas diagnosticos y tratan de eliminar sus sintomas a la primera de cambio, sin mas... Muy triste. Toni Talarn.

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  3. Gracias, Toni, por tu comentario, que incide muy atinadamente en la problemática relativa a la salud mental. Desde luego, si la anamnesis es la que es tantas veces en el ámbito somático, parece completamente olvidada por un amplio sector de psiquiatras y psicólogos. Las consecuencias no pueden ser peores. A veces, da la sensación de que algunos psiquiatras, con su biologicismo, aspiran en realidad a convertirse en neurólogos. No es casual que alguno use el término "neuropsiquiatría" para referirse a su especialidad.

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