tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post290857921899686040..comments2024-03-22T13:24:43.759+01:00Comments on CERCA DEL LETEO: MEDICINA. El recuerdo del presente.Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-8557959694135336032016-06-09T20:24:57.435+02:002016-06-09T20:24:57.435+02:00Querido Gustavo,
Muchas gracias de nuevo por este...Querido Gustavo, <br />Muchas gracias de nuevo por este comentario que, por ser tan lúcido, no puede ser optimista. ¿Quién podría?<br />Te refieres a ese fondo negro, a ese corazón tenebroso, y es muy acertada tu alusión a la barbarie alemana. Suele hablarse más bien del horror nazi, pero yo creo que el término más adecuado es el otro, el que implica la culpa de los alemanes (sería la tesis de Goldhagen), aunque los hubiera buenos y valientes y aunque muchísimas de las víctimas, judíos principalmente, fueran alemanes. <br />Fue en la culta Alemania en la que pudo organizarse de tal modo industrial esa “ferocidad caníbal” a la que te refieres. No sería posible en un país menos ordenado, menos culto. Sólo en ese foco cultural pudo el mal ser banalizado como señaló Arendt. No se precisaron los odios que se cruzaron en el frente ruso. <br />Hay algo con lo que iluminas a todos quienes leamos tu texto: “El ser hablante olvida”. Es un enunciado para tener en cuenta, para grabárselo cada uno en su mente… aunque lo olvide; una afirmación que, a la vez, sugiere paradójicamente el estímulo a lo contrario, al recuerdo imposible. <br />Un abrazo,<br />JavierJavier Peteiro Cartellehttps://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-54031576210872015632016-06-09T20:08:09.153+02:002016-06-09T20:08:09.153+02:00Querido Javier: es verdad que el mal es en ocasion...Querido Javier: es verdad que el mal es en ocasiones ese fondo negro en el que podemos reconocer pequeñas vibraciones de luz. También hubieron (pocas) excepciones cuando el Horror Supremo perpetuado por los alemanes dejó en nuestro rostro el gesto espantado del cuadro de Munch. <br />Lo cierto es que en ningún período histórico ha estado ausente la barbarie de la que el ser humano es capaz. Tal vez la crueldad y la pulsión destructiva sea la forma más antigua de la globalización. Sé que se trata de una visión muy pesimista, pero más allá del juicio que sobre ello hagamos, es una constatación. Lo que sucede en Siria por vía aérea, se practicaba antes de Cristo a mano, con espadas, alfanjes o fuego. Stephan Zweig escribió una vez que la civilización es una fina capa de polvo que un soplo puede barrer, y de hecho el viento de la muerte no ha dejado nunca de soplar desde que nos hemos alzado en dos patas sobre este sufrido planeta. <br />La barbarie no es un accidente de la condición humana, sino que la integra, del mismo modo que también Eros nos habita. Cada tanto, y mucho me temo que sin ninguna esperanza de cambio, algo se revuelve en el interior del hombre, y entonces se entrega a lo peor. Norman Mailer escribía hace 50 años que la humanidad se divide en dos clases de personas: los caníbales y los cristianos. Los cristianos no eran para él necesariamente los que creen en Jesucristo. Llamaba así a los católicos, a los judíos, a los musulmanes, y a cualquier otra colectividad que apostase por la vida. Creo que esas dos categorías son en verdad las dos mitades de las que estamos hechos: somos una rara mezcla de cristianos y caníbales. Mailer era en el fondo un optimista, porque creía que los caníbales al menos estaban regidos por un principio que actuaba como límite: no devorar a los de su propia familia. Creo que eso es una expresión de deseos, un ejemplo de “wishful thinking”. La ferocidad caníbal no conoce límite alguno: Goebbels y su mujer les dieron pastillas de cianuro a sus propios hijos. Y la guerra fratricida de Siria, como la de la ex-Yugoeslavia, y tantas otras -incluyendo la nuestra, por supuesto- forman parte de una lista infinita, tan larga como la propia historia. <br />Recordar es, en el fondo, algo contra natura. El ser hablante olvida. Aunque se levanten monumentos, memoriales, se tomen actas y se escriban libros, millares de libros de historia, el ser hablante está hecho para olvidar. Y repetir. Por eso necesitamos personas como ese médico de Chicago, y gente que escriba blogs como el tuyo…<br />Un abrazo<br />Gustavo DessalAnonymousnoreply@blogger.com