tag:blogger.com,1999:blog-91866030179910893482024-03-13T16:45:59.392+01:00CERCA DEL LETEOEste blog parte del juego entre el recuerdo y el olvido. Es así como se inicia.
Entre la amnesia y la hipermnesia, una memoria que abarca lo pertinente biográfico sostiene la posibilidad de reflexión, de mirada a todo lo que nos incumbe, sea como profesionales, como ciudadanos y, esencialmente, como sujetos, intentando siempre defender aquello que propiamente nos hace humanos frente a cualquier intento deshumanizador.
Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.comBlogger337125tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-45336160440044680912024-02-28T19:51:00.006+01:002024-02-29T11:20:20.840+01:00Nostalgia de carencias y la mirada del corazón<p><span style="font-size: x-large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgH-d7_sqFFN9ZffoYURgYgI6TxuluBIVhlOdxfXZqgYTkVJxQ4OxgjuGoPljSctIEM8r-ttPcCMD7_R50VmsiA_tbvMP1nAndLxWczSgU7nihiZzrDn8AgqfZFIUubsYpUTOysS4CWUpDF9GL2W_XSAC8myyd4Wvab7dLtz3zbjNeNbXUJus8QX2v_pug/s4000/DSCN3252.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="4000" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgH-d7_sqFFN9ZffoYURgYgI6TxuluBIVhlOdxfXZqgYTkVJxQ4OxgjuGoPljSctIEM8r-ttPcCMD7_R50VmsiA_tbvMP1nAndLxWczSgU7nihiZzrDn8AgqfZFIUubsYpUTOysS4CWUpDF9GL2W_XSAC8myyd4Wvab7dLtz3zbjNeNbXUJus8QX2v_pug/w640-h480/DSCN3252.jpeg" width="640" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: right;"><i><span style="font-size: medium;">Imagen tomada por el autor</span></i></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><i><b><span> <span> " S</span></span><span style="background-color: white; caret-color: rgb(68, 68, 68); color: #444444;">i no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos " (Mt. 18, 3).</span></b></i></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span face=""Open Sans", sans-serif" style="background-color: white; caret-color: rgb(68, 68, 68); color: #444444; font-size: 18px;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span><span> </span>Allí y en otro momento que hoy recuerdo, fue uno de tantos “aquí y ahora”, aparentemente igual a muchos previos y probablemente a otros que vendrán, pero distinto sólo por haberlo reconocido, por ser de nuevo consciente de que hay un tiempo en que podemos parar el pensamiento habitual o la mera distracción, y un lugar cualquiera donde hacerlo, como en la adolescencia. No importa el cuándo ni el dónde, ni siquiera lo que estemos haciendo entonces, sólo que dejemos que ocurra.</span><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="text-indent: 35.4pt;"><span> </span>Un instante espacio-temporal basta para contemplar la Vida, para tratar de mirar lo esencial, siendo, de paso, conscientes de que eso ocurre, por más quietud que haya, viajando, con la tierra que pisamos y todos los seres que la habitan, a algo más de cien mil kilómetros por hora en torno al sol, casi treinta kilómetros por segundo. Un instante que puede presentarse como la repetición de tantos otros de nuestra vida pasada. Y, sin embargo, cada aquí y ahora en que Somos realmente, podemos retornar del mejor modo a la frescura juvenil con el potencial deseo del buen olvido de proyectos y de logros prescindibles, y con gran receptividad pasiva a la belleza del mundo y de la Vida.</span><span style="text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="text-indent: 35.4pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span><span style="font-size: x-large;"><span> </span>En una Audiencia General, habida el 11 de mayo de 2022, el <b>Pa</b></span></span><span style="font-size: x-large;"><b>pa Francisco</b>, decía que, en la vejez, se <i><b>“es capaz de vivir una época de plenitud y de serenidad”</b></i>, aclarando poco después que, <i><b>“como ancianos, se pierde un poco la vista, pero la mirada interior se hace más penetrante: se ve con el corazón. Uno se vuelve capaz de ver cosas que antes se le escapaban”</b>. </i></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span><span> </span>En muchas profesiones y trabajos de todo </span><span>tipo, cada vez más, se da un largo proceso métrico al que, desde el colegio (hoy en día ya desde la etapa preescolar) hasta la jubilación, nos sometemos, un proceso al que solemos llamar “carrera”, con buen sentido porque corremos por buenas notas escolares, superación de exámenes, calificaciones académicas, reconocimientos bibliométricos, indicadores de empresa, índices de “calidad”, etc. Nos instalamos así durante demasiados años en una métrica curricular, que no excluye la social y económica. Hay quien no para de correr y sigue haciéndolo tras la jubilación, no necesariamente jubilosa, para lograr puestos de relevancia social. Siempre hay quien se fascina ante las nuevas versiones del “cursus honorum”.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Calibri;"> </span><span style="font-family: Calibri;">A la vez, decidirse por una u otra carrera, si eso es factible, supone, además del deseo inconsciente que pueda haber, elegir y descartar a una edad de inmadurez para hacerlo, optando, en el aparentemente mejor de los casos, por un enriquecimiento epistémico muy parcelado. En cualquier ámbito del conocimiento, se cede entonces necesariamente en curiosidad, o se la mantiene sin acabar de concentrarse sólo en lo que nos es exigible. Pueden bien ser tiempos de frustración en los que el afán de saber se reprime ante el proyecto curricular, y eso tiene consecuencias. La aspiración a la belleza que implica el conocimiento desprendido se ve frustrada ante la enseñanza pragmática, </span><span><span style="font-family: Calibri;">“reglada”, de datos.</span><span style="font-family: Calibri;"> </span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span><span lang="ES" style="font-family: Calibri;"><span> </span>¿Y al final de todo eso, en la jubilación, qué? Hasta el propio <b>Francisco</b>, ya mayor pero que no se ha jubilado, recogía la pregunta que muchos nos hicimos y hacemos con la abrupta, aunque sabida, llegada de ese momento, porque ni siquiera es algo gradual, <i><b>“</b></i></span><b><i style="font-family: Calibri;"><span lang="EN-US">¿</span></i><i style="font-family: Calibri;"><span lang="ES">Qué haré ahora que mi vida se vaciará de lo que la ha llenado durante tanto tiempo?”</span></i></b></span><span lang="ES" style="font-family: Calibri;"><span> Parece claro que lo más sensato y difícil sea eso, acoger el vacío para despojarse del mejor modo de todo lo que lastra la mirada del alma.</span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Calibri;"><span> </span>Y vaciarse puede ser apoyado por la buena nostalgia de un tiempo, el de la adolescencia y juventud inicial, más rico en carencias y en deseos que en proyectos definidos, más abierto a la contingencia que a ninguna planificación. Eso va ligado a una nostalgia de la época en la que el pensamiento era mucho más libre por una ignorancia menos constreñida, en que el conocimiento no estaba encorsetado en “materias”, en “disciplinas, en "especialidades”. Nostalgia de músicas, películas y tiempos en los que se suplía la carencia de libros con el vuelo de la imaginación y con el aburrimiento, que siempre es fructífero.</span><span style="font-family: Calibri;"> Nostalgia de soñar despiertos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: x-large;"><span> </span>Sucumbir a esa nostalgia parece un buen impulso para una nueva mirada, que incluya un desapego y un amor crecientes, por paradójico que esto parezca. Desde la nostalgia, se nos muestra la necesidad de contemplar de nuevo el mundo y la Vida. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Calibri;"><span> </span>Libres de “fines”, podemos, si no lo hicimos antes, ir más allá y renacer a lo mejor, a lo Inagotable. </span><span style="font-family: Calibri;">Es en un “aquí y ahora” que el vacío puede acoger la Vida. Es en ese elemento espacio-temporal que toda la biografía pasada es relativizada rescatando de ella los momentos de amorosa lucidez que, por serlo, fue creativa, pudiendo serlo nuevamente y mejor.</span><span style="font-family: Calibri;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;"><span> </span>Refiriéndose a la eternidad, <b>François Cheng</b> decía que</span><span style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;"> </span><i style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;"><b>“lo es todo excepto una interminable y monótona repetición de lo mismo”</b></i><span style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;">y que</span><span style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;"> </span><i style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;"><b>“está hecha también de instantes únicos”</b></i><span style="font-family: Calibri; text-indent: 35.4pt;">. Es decir, nada que ver con una aburrida inmortalidad. La tarea más aceptable sería recrearse, también soportar miedo, tristeza y angustia si se dan, en esos instantes que ya son factibles aquí, participando sin percibirlo, sólo queriéndolo, en la danza cósmica de las estrellas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: Calibri;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span><span style="font-family: Calibri;"><span> </span>En su segunda carta a Timoteo, <b>S. Pablo</b> escribía esto:</span><span style="font-family: Calibri;"> </span><i style="font-family: Calibri;"><b>“He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe”</b></i><span style="font-family: Calibri;">. Eso me parece lo esencial, conservar la Fe, entendiendo por tal lo que vemos más claramente, la Vida, </span></span><span style="font-family: Calibri;">lo que puede abrir a uno, no sin dificultad, a un tiempo nuevo, primaveral, en el invierno de su vida.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: Calibri; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;">Siempre son accesibles instantes de mirada y de comprensión, buscando siempre o recordando, si se olvidó, la gran conclusión vital.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: xx-large;"></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span><span style="font-size: -webkit-xxx-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-17203753701111308642024-02-17T18:57:00.012+01:002024-02-19T12:32:32.851+01:00 DEPRESIÓN. 4. Perspectivas. 4.1. La mirada biológica. La "mente inflamada”.<p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9np448H1NrIvDvC6usCtGrhCiC1p7dbIq8vnXntV1xQktSs85bbeBZ3S0EMj2N5NZD_3O214q9r0-OnT1hvwcCJvstZpEFqgRhgFrFc4KhwY3WElDhq3ZLpiEJTTC9mzN9GViwi98DG7u_Of3JIsYHEvdwhyYbB3ZFBo-QLZ1TjUUOkA5sw5sLjgJ5_s/s640/post.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9np448H1NrIvDvC6usCtGrhCiC1p7dbIq8vnXntV1xQktSs85bbeBZ3S0EMj2N5NZD_3O214q9r0-OnT1hvwcCJvstZpEFqgRhgFrFc4KhwY3WElDhq3ZLpiEJTTC9mzN9GViwi98DG7u_Of3JIsYHEvdwhyYbB3ZFBo-QLZ1TjUUOkA5sw5sLjgJ5_s/w640-h360/post.jpeg" width="640" /></a></span></div><span style="font-family: times;"><div><span style="font-family: times;"><br /></span></div><div style="text-align: right;"><i> Imagen tomada de Wikimedia commons</i></div></span><p></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><b><i>“</i><i><span style="color: #040c28;">Nada tiene sentido en Biología si no es a la luz de la evolución</span></i><i><span>”.</span></i> <span style="background-color: white; color: #202124;">Theodosius Dobzhansky</span></b><span style="font-weight: 400;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>Ante la depresión, serio problema nosológico pues tal concepto abarca distintas presentaciones clínicas y probables diferencias etiopatogénicas, cabe contemplar tres tipos de perspectiva, la del paciente, uno por uno, la de las personas con quienes convive en un entorno familiar, laboral o social, y la de los profesionales que estudian, diagnostican y tratan su problemática clínica y relacional.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Si consideramos que cada depresión, más allá de su pluralidad en el modo de presentación, es una enfermedad que “se tiene” o un modo patológico de ser en general o de estar en el mundo, podría establecerse la pregunta ¿A quién corresponde la atención terapéutica a un paciente deprimido? Estamos ante una cuestión claramente diferente a la pregunta sobre quién “lleva” una hepatitis o una peritonitis. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>El problema de la depresión incide en la mirada psíquica desde hace mucho tiempo y sigue haciéndolo actualmente. Serán psiquiatras o psicólogos clínicos quienes trabajando aislada o conjuntamente aborden ese problema del alma, evocada por el prefijo de sendas titulaciones, aunque sea específicamente el psiquiatra quien aborde posibilidades farmacológicas o de estimulación electromagnética. También son habituales los tratamientos prescritos por médicos de atención primaria o de otras especialidades.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Persiste una mirada tradicional que considera efectivamente la depresión como una enfermedad del alma, y no sorprende por ello que su análisis induzca a su vez la visión antropológica, filosófica e incluso religiosa. Pero… ¿Es así? Lo parece, desde luego, en el caso de las depresiones que antes se llamaban “exógenas”, provocadas por pérdidas serias. Y, sin embargo, hay quien se derrumba en el pozo del absurdo sin saber dar cuenta del porqué, aunque a la mirada de otros parezca que la vida le sonríe. La depresión es tan subjetiva como malamente objetivable y resistente a las métricas al uso.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Si la depresión fuera un estado puramente anímico, no cabría propiamente el recurso a los actuales agentes químicos llamados antidepresivos, cuya eficacia es cada vez más cuestionada a pesar de sostener un mercado millonario. La concepción está cambiando y asistimos a una “neurologización” de algo que antes era psiquiátrico, siendo cada vez más frecuente el recurso a exploraciones de imagen, incluyendo la funcional, y a la búsqueda, poco fructífera de momento, de marcadores bioquímicos séricos o de perfiles genómicos deterministas. Podría decirse que la depresión va cediendo su condición de “pecado” del alma, para hacerse manifestación de enfermedad corporal.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Hubo publicaciones a principios de este siglo sugiriendo una posible relación con virus Borna, que no ha sido claramente confirmada (1). Y sabemos que es habitual que uno decaiga en su ánimo tras infecciones. Pero no existe una causa infecciosa o un determinismo genético perfectamente aclarados, hasta donde llega mi escaso conocimiento, que den cuenta de una depresión endógena. Sin embargo, hay algo importante a tener en cuenta y es la elevada prevalencia de la depresión (según la OMS, se estima que un 5% de la población mundial la padece). ¿Por qué tanta gente es afectada por algo tan serio? Si se trata de algo que implica al cuerpo, habrá que tratar de dar cuenta de su causa en el contexto evolutivo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>La alta prevalencia de una enfermedad o los grandes cambios en su incidencia tienen que ver, directa o indirectamente, con presiones selectivas. Sucede con diversas enfermedades infecciosas en las que se da un cierto equilibrio entre la letalidad que inducen y su capacidad de contagio, como ocurre con la gripe y sus variaciones estacionales. Otra situación se da cuando la enfermedad confiere alguna ventaja frente a otras, lo que explica la prevalencia africana de la anemia falciforme porque los hematíes deformados de quienes la padecen no son un buen albergue para el Plasmodium.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>¿Qué pasa en la depresión? Se alude a un problema neuroquímico con algunos neurotransmisores involucrados, pero eso está siendo sometido cada día a más dudas y tampoco conferiría ninguna “ventaja” evolutiva aparente a la depresión, aunque haya quien la sostenga con argumentos etológicos poco convincentes, como la posición acomodaticia del deprimido en una jerarquía social.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Si algo no es ventajoso, y la depresión, sin duda alguna, no lo es, podría ser tan frecuente por dos motivos:</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times; text-indent: -18pt;"><span> <span> <span> </span></span>1. </span>Por su neutralidad, que entroncaría en general en el contexto de un</span><span style="font-family: times; text-indent: -18pt;"> </span><span style="font-family: times;">polimorfismo genético también neutro. Los polimorfismos son importantes en la perspectiva de selección “rápida” de haplotipos de resistencia que puedan ser necesarios en el futuro.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> <span> <span> </span></span></span>2. Por ser secundaria a algo ventajoso de mayor calado en términos </span><span style="font-family: times;">cuantitativos. Sería así un coste asociado a algo beneficioso. Esto sustentaría la hipótesis que dio nombre a un libro de aparición reciente</span><span style="font-family: times;"> </span><b style="font-family: times;">“The Inflamed Mind”</b><span style="font-family: times;"> (2). Una activación de un proceso inflamatorio importante por parte de macrófagos y linfocitos podría “contagiarse” al cerebro, a través de una barrera hematoencefálica, menos hermética de lo que se pensaba, y activar a células gliales como primer paso de efectos cerebrales.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-indent: 0px;"><span style="font-size: x-large;"><span style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-family: times; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; text-decoration: none; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span> </span>La hipótesis inflamatoria tiene bases previas en datos mostrados por experimentos que han ido constituyendo la base de la que se ha venido en llamar “psico-neuro-endocrino-inmunología”.</span><span style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-family: times; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; text-decoration: none; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"> </span><span style="font-family: times;">También en observaciones clínicas de relación entre niveles plasmáticos de interferón (utilizado para el tratamiento de hepatitis B), o de interleuquina 6, y entrada en depresión. Se ha sugerido recientemente una posible alteración de señales dopaminérgicas como sustrato de causalidad (3).</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-indent: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-indent: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>La perspectiva ofrecida por un plausible nexo entre procesos inflamatorios y cuadros depresivos (el libro citado acoge numerosos datos) sugiere dos aspectos interesantes, el uso de niveles séricos de moléculas asociadas con la inflamación, como la proteína C reactiva, como biomarcadores de depresión, así como una potencial base para el ensayo de fármacos antiinflamatorios para el tratamiento de cuadros depresivos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-indent: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-indent: 0px;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"> Al margen del interés que ofrezca esta perspectiva biologicista, se necesita un mayor nivel de progreso en estudios observacionales genéticos y de imagen cerebral, así como en investigación experimental y clínica.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><b>Referencias</b>:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; caret-color: rgb(0, 0, 0); color: black; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: start; text-decoration: none; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; word-spacing: 0px;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-fareast-language: ES-TRAD;"><span style="mso-list: Ignore;">1.<span style="font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="EN-US">Bode L, Ludwig H. Borna Disease Virus Infection, a Human Mental-Health Risk Clin Microbiol Rev. 2003. 16(3): 534-545. doi: </span><a href="https://doi.org/10.1128%2FCMR.16.3.534-545.2003" target="_blank"><span color="windowtext" lang="EN-US" style="text-decoration: none;">10.1128/CMR.16.3.534-545.2003</span></a><span lang="EN-US"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-family: times; font-size: large;"><span style="mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin;"><span style="mso-list: Ignore;">2.<span style="font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="EN-US">Bullmore E. The inflamed mind. A radical new approach to depression. </span>Ed. Short Books. 2019.<o:p></o:p></span></p><p><style class="WebKit-mso-list-quirks-style">
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</style></p><p class="MsoListParagraphCxSpLast" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-family: times; font-size: large;">3.<span style="font-stretch: normal; line-height: normal;"> </span><!--[endif]--><span lang="EN-US">Paul ER, Östman L, Heilig M, Mayberg HS, Hamilton JP. Towards a multilevel model of major depression: genes, immuno-metabolic function, and cortico-striatal signaling. </span>Translational Psychiatry (2023) 13:171; https://doi.org/10.1038/s41398-023-02466-7 </span><o:p></o:p></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-13177387772114307872024-02-01T11:24:00.005+01:002024-02-01T11:39:05.451+01:00DEPRESIÓN. 3. La necesidad de entenderlo. 3.1. Johann Hari y las conexiones perdidas.<p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfBJoHCfE0AekCYR6hg2gRgOKy8YDsYouQhxmgbZVflWq7_j4rXJOQmXE8AzZCWs9fFKZRLKi1AkiMw6pqA2O7gIZVob3_hTitsihl9nLRswykHJ_IriAh8Jqs4C8NqdbJlSWf_Y5g6Ov84740xdvrpmn-fvanaregl3Sird3QuXtDYHc_fTFfjQIn764/s2000/Hari.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="2000" height="512" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfBJoHCfE0AekCYR6hg2gRgOKy8YDsYouQhxmgbZVflWq7_j4rXJOQmXE8AzZCWs9fFKZRLKi1AkiMw6pqA2O7gIZVob3_hTitsihl9nLRswykHJ_IriAh8Jqs4C8NqdbJlSWf_Y5g6Ov84740xdvrpmn-fvanaregl3Sird3QuXtDYHc_fTFfjQIn764/w640-h512/Hari.jpeg" width="640" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: times;"><i>Imagen obtenida de Wikimedia Commons</i></span></p><p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p><span style="font-family: times;"><span><span style="font-size: x-large;"> </span></span><span style="font-size: x-large;">Sufrir depresión es algo frecuente. Y eso plantea dos grandes preguntas. Una tiene que ver con su etiopatogenia, previa a la concepción de un tratamiento más adecuado que los actuales, así como de su prevención. La otra deriva de su alta prevalencia. </span></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">La primera cuestión se da siempre en singular. ¿Por qué alguien concreto cae en depresión? ¿Se trata de algo ligado a un problema existencial? ¿Reside la causa en los genes, en carencias nutricionales o en agentes biológicos externos (a principios de siglo se hablaba de una posible etiología vírica), en el mal funcionamiento de circuitos cerebrales, en alteraciones en el nivel sináptico de algunos neurotransmisores como la serotonina? ¿En algo más o en todo ello? ¿Por qué ocurre y cómo resolverla? </span></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"> Esta cuestión abarca a a</span><span style="font-family: times;">lgo muy extraño, ¿Por qué una fracción de pacientes alternan, si no reciben el tratamiento adecuado (algo tan simple como una sal de litio puede serlo) fases depresivas con otras maníacas o hipomaníacas, en lo que se conoce como trastorno bipolar (antes llamado psicosis maníaco-depresiva)?</span></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">Pero existe también el otro enigma, ¿Por qué la evolución ha “conservado” la depresión hasta el punto de hacerla tan prevalente? ¿Cuál es su "ventaja" adaptativa?</span></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">En ocasiones, hay circunstancias biográficas que precipitan el hundimiento en el absurdo de una angustia sin causa aparente, pero no siempre ocurre así. Hace tiempo, se hablaba de depresión exógena o endógena (término descartado por Joanna Moncrieff) para referirse a una posible relación causal clara o a su ausencia ante la mirada clínica. El auge de los antidepresivos, y la inferencia, desde ellos y la experimentación que los permitió, de mecanismos neuroquímicos, ha borrado en gran medida esas diferencias a la hora de enfrentarse clínicamente a ese dolor del alma.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">Johann Hari es un periodista, graduado en el King’s College (Cambridge) en Ciencias Sociales y Políticas, que a los 18 años empezó a ser tratado con paroxetina en dosis crecientes. Tomó antidepresivos durante bastantes años, sin que el efecto sobre su depresión fuera claro. Se dio algo curioso en su caso; cuando él pensaba que estaba libre de depresión, su médico le hacía notar lo contrario, desde la atenta mirada clínica. Hari acabó reconociendo el fracaso terapéutico habido con los antidepresivos y tuvo la suficiente energía para afrontar el enigma de la depresión, lo cual indica que ésta no era lo suficientemente intensa. Para ello viajó, en un periplo de tres años, por muchos lugares del mundo, entrevistando a más de doscientas personas, incluyendo profesionales relevantes, que le sirvieron para inferir la importancia de los aspectos familiares y sociales a la hora de caer en depresión, sin obviar la importancia de los procesos neuroquímicos y sus bases genéticas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span lang="ES" style="font-size: x-large;"><span> </span>El resultado de lo aprendido lo plasmó en un libro, traducido al español como “Las conexiones perdidas”. En él muestra la importancia que el contexto social, desde el familiar hasta el laboral, tiene en la caída en depresión.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span lang="ES"> <br /><span> </span>La depresión es un concepto mal definido, constituyendo un problema nosológico. Pero la intuición de lo que por depresión se entiende está más o menos clara desde el punto de vista intuitivo, tanto por quienes la padecen como por los profesionales de la salud que se enfrentan a ella. Hari la engloba en un trastorno anímico en el que la ansiedad y la depresión serían <i>“</i></span><i>como versiones de una misma canción, si bien interpretadas por grupos diferentes”</i><i><span lang="ES">.</span></i><span lang="ES"> Esta afirmación y la tarea realizada sugiere que en él predominaba la ansiedad. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Contamos con antidepresivos, pero su efecto dista de tener un alcance general, habiendo ensayos clínicos y meta-análisis con resultados contradictorios. Hari tuvo el arrojo de abrir la mirada al efecto de la relación humana sobre el equilibrio anímico. Y lo que encontró fue, por un lado, lo que suponía desde su propia experiencia, que los antidepresivos “funcionaban” en mayor o menor grado en un porcentaje de pacientes, pero no en todos ni explicaban propiamente mucho. Los mecanismos neuroquímicos, probablemente dependientes de una predisposición genética, no eran la única explicación.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La depresión suele asociarse a una "pérdida de objeto", incluyendo en ocasiones a otra persona, y en su libro, Hari invoca la importancia de la pérdida de lo que él llama conexiones, que lo son esencialmente con los demás en el trabajo, el ocio, la relación en general. Él concreta y desarrolla varias de esas pérdidas o desconexiones, como la de un trabajo con sentido, la de otras personas, así como la pérdida de valores significativos, del respeto que cada cual merece, la desconexión de la naturaleza o la de un futuro esperanzador. Está abierto a cualquier intervención de mejora cuando esas conexiones no se dan y así, siendo ateo, admite la posibilidad de un efecto benéfico de la oración, citando el discutible estudio de Boelens. A la vez, desligado de las drogas, también contempla la ya algo antigua administración de psilocibina, con sus beneficios y sus “malos viajes”, droga que cobra actualmente un vigor renovado.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>El estudio ofrecido se basa en conversaciones con muchas personas, algunas en posiciones antagónicas con respecto al papel de los neurotransmisores (como Kirsch y Kramer), que el autor asume, aunque en un contexto mucho más dinámico que el que habitualmente rige. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Parece claro que la mejor perspectiva para salir de la depresión sería el restablecimiento de las condiciones perdidas, pero eso resulta cada vez más difícil. La soledad, por ejemplo, crece de un modo sólo en apariencia paradójico a la vez que lo hace la hiperconexión electrónica. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span lang="ES" style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES"><span> </span>La conclusión del libro es interesante a la luz de esta afirmación: </span><b><i>“Aprendí algo que al principio se me habría antojado imposible. Incluso si te atenaza el dolor, casi siempre vas a ser capaz de ayudar a que otra persona se sienta un poco mejor”.</i></b> Lo que no indica Hari es que esa ayuda puede ser amorosa o egoísta. La ayuda real al otro es por serlo, por ser otro quien la necesita, desde el desprendimiento de uno, y no como solución a los propios problemas. Aunque el efecto en el otro sea similar, la ayuda será auténtica cuando uno considere que cuidar a los demás no es el medio para cuidarse a uno mismo, aunque esto pueda ser un efecto colateral.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-5987259695196112362024-01-18T20:17:00.004+01:002024-01-18T20:22:09.008+01:00MATERIALISMO HUMANISTA. Sobre el libro “La escala de las cosas. Humanismo y cultura material” de Fernando Broncano.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9eMxgoyBaOgLbJDJiZ9ZMmWaAbRBFqJvHWgEBIpDjIQ6BJxM-XYWz9BZCL-TrP32qhnQmDvXF8BkzBJXgBCeoxsjIISlWfhrnNFuadd6cCCs5rJE5jLHj_1C1WyB-i_0HSOTUchcAb5spVqfDTPMqIxz9uGljbkYuV446EMRkIlk0-1gc7X6W4ZQVu08/s4032/IMG_8705.HEIC" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9eMxgoyBaOgLbJDJiZ9ZMmWaAbRBFqJvHWgEBIpDjIQ6BJxM-XYWz9BZCL-TrP32qhnQmDvXF8BkzBJXgBCeoxsjIISlWfhrnNFuadd6cCCs5rJE5jLHj_1C1WyB-i_0HSOTUchcAb5spVqfDTPMqIxz9uGljbkYuV446EMRkIlk0-1gc7X6W4ZQVu08/w640-h480/IMG_8705.HEIC" width="640" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span><span style="font-size: xx-large;"> </span><span style="font-size: x-large;"> </span></span><span style="font-size: x-large;">He tenido el privilegio de recibir un hermoso regalo, el último libro del Prof. Fernando Broncano, <b>“La escala de las cosas. Humanismo y cultura material”</b>. Los Reyes Magos hicieron un viaje especial para traérmelo a finales de diciembre, recién salido de imprenta.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>Es esencialmente un texto hermoso en el que abundan los argumentos que apoyan la tesis de que <i><b>“lo material constituye el cuerpo y la mente, es un dominio donde aparecen los sentidos que ordenan lo real de forma paralela a las palabras y los conceptos”</b></i>.</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">Eso, lo material, <i><b>“adquiere sentido en tanto que se refiera a la agencia y la experiencia”</b></i>, entendiendo la agencia como <b><i>“la capacidad personal y colectiva de actuar y transformar algo en el entorno de forma consciente e irreversible”</i></b>.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>El autor insiste en su posición materialista, argumentando <b><i>“la ineludible acción de lo material”</i></b>, defendiendo que <i><b>“el humanismo fue y es una reivindicación de la agencia humana en un mundo de causas físicas y sociales”</b></i>.</span><span style="font-family: times;"> Y d</span><span style="font-family: times;">esarrolla ampliamente el curso del humanismo y sus matices, cultural y cívico, tocando el momento maquiavélico, que dio nombre al extenso texto de J.G.A. Pocock.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Es excelente el análisis que Fernando hace, en la segunda parte de su libro, de “La escala de la piel”. Su mirada al cuerpo y especialmente a sus sentidos son de una gran originalidad y belleza. Estamos en mayor o menor grado acostumbrados al valor del lenguaje, al “giro lingüístico”, a tal punto que es habitual la referencia de los psicoanalistas al “ser hablante”, ante lo cual destaca la defensa de <b><i>“analizar la música como el más poderoso instrumento de creación de la subjetividad”</i></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>La tercera parte de la obra, que lleva el mismo título que ésta, “La escala de las cosas”, se centra en la Filosofía de la Técnica, concibiéndose a ésta como </span><b style="font-family: times;"><i><span>“</span></i></b><span style="font-family: times;"><i><b><span>una dimensión humana que contiene una epistemología propia basada en un saber práctico situado entre la praxis y la poiesis, así como una ontología también propia, la de los artefactos”</span></b></i><span>.</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Todo el libro está sostenido en el argumento impecable, que tiene en cuenta a un nutrido elenco de filósofos, pero a pesar de ello trasciende al ámbito académico porque, uniendo al rigor la amenidad, su lectura es apropiada para el lector con ansia de saber sobre la evolución del pensamiento filosófico en la línea materialista. El autor despliega, para sostener su tesis, un amplio saber que abarca un gran conocimiento científico e histórico. Su mirada es, a la vez, amplia y de detalle. Ese detenimiento en lo cotidiano me evoca la obra de Ariès (que es citado) y Duby, “Historia de la vida privada”. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">Estamos ante un libro materialista, humanista y que contradice, si leí bien, la expresión heideggeriana de que “sólo un dios puede salvarnos” de una condición irredenta. Sería, pues, una defensa honesta del ateísmo. Eso, para mí, como creyente en Dios, supone el valor de permitirme ver con claridad la perspectiva atea defendida por una mente muy brillante y de hacerlo no sólo con respeto, sino con admiración ante la coherencia que el autor del libro que comento muestra. Y en este ámbito, el religioso, que apenas se toca, tengo la sensación de que ese texto, que completa a otros previos (según manifiesta el autor), será seguido de otro en el que el Prof. Broncano incida en lo mítico y, sobre todo, en lo religioso. Lo percibo en la ausencia en esta obra de la referencia a dos autores prestigiosos en tal orden, Joseph Campbell y Mircea Eliade.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>En suma, creo que se trata de un libro altamente recomendable más allá del ámbito académico en el que, sin duda alguna, tendrá el reconocimiento que merece.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span><span style="font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-22640422013689227392024-01-05T11:46:00.003+01:002024-01-05T20:03:53.403+01:00Noche de Reyes. Renacer.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7rmS471O1pkxe-fCShLDPZABWjTuAfKz1PRr-7nbdJRvve-3urSwLitTp2nZH2mq0rY2RUz9vgHY9gHlutq7ZbwXffkhaBWKP-RufcVZ2ihrj8Mw9_qNinvCk5HugbmHvA6VajqLkyQYu0w5fuHZeeHUm8DNgbnCJ85Da1yKZYu4dQCwzSVUpn9hLnBs/s2025/Murray_Gell-Mann_at_Lection_(medium).jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1519" data-original-width="2025" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7rmS471O1pkxe-fCShLDPZABWjTuAfKz1PRr-7nbdJRvve-3urSwLitTp2nZH2mq0rY2RUz9vgHY9gHlutq7ZbwXffkhaBWKP-RufcVZ2ihrj8Mw9_qNinvCk5HugbmHvA6VajqLkyQYu0w5fuHZeeHUm8DNgbnCJ85Da1yKZYu4dQCwzSVUpn9hLnBs/w640-h480/Murray_Gell-Mann_at_Lection_(medium).jpeg" width="640" /></a></div><br /><p style="text-align: right;"><i>Imagen tomada de Wikimedia Commons</i></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><b><span style="background-color: white; color: #444444;"><o:p><i> </i></o:p></span><span style="background-color: white; color: #444444;"><i>“... el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”.</i> Jn. 3,3. </span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Seguimos celebrando la fiesta de Reyes, que va precedida de días y, sobre todo, de una noche de ilusión, de la plena confianza que tantos niños tienen de que esos seres mágicos les dejen en su propia casa los regalos deseados, algo que no podrían hacer sus padres. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Que tengamos cerca el horror, en la mismísima Tierra Santa, no impide esa celebración; al contrario, puede darse incluso en las peores circunstancias en que un niño puede no ya vivir, sino sobrevivir a la guerra o a la enfermedad. La visita de los Reyes Magos a los hospitales es imprescindible. Tampoco debiera inhibir un sueño precioso el exceso de realismo prematuro o el regalo frecuente que sofoca la singularidad de un día del año.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Dejar de ser niño suele verse como pérdida necesaria para una ganancia. Se gana realismo y, aunque no siempre, madurez, y se pierde inocencia e ilusión desbordada. Es algo necesario para vivir como seres sociales, pero, a la vez, puede suponer la inmersión en el absurdo de la ausencia de sentido. Demasiada seriedad en la vida nos va alejando, si lo permitimos, de la mirada auténtica a ella misma.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Sería insensato sugerir cuál es esa perspectiva necesaria. Pero el relato evangélico da una pista en la sugerencia de Jesús a Nicodemo. Se trata de nacer de nuevo. Y ese nacimiento implica cuestionarse si se dan las condiciones para tal posibilidad o nos las cerramos cada vez más. Una pregunta que corresponde a cada cual en sus personales circunstancias.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Podemos tomar un ejemplo desde la actividad que parece más seria y útil, la científica. Eso que se llama investigación científica se ha profesionalizado, es decir, ha ganado en seriedad. Se acabó en general el investigar lo que uno desea por afán de saber. Se trata de ganar un sueldo haciéndolo y eso supone someterse al criterio que ya no es propiamente científico sino gerencial, empresarial, en el que primará el curriculum sometido a la métrica de los índices de impacto. Alguien será mejor y podrá asentarse como investigador cada vez más cualificado y mejor pagado en función de ese curriculum. Es decir, no se persigue en general disminuir la ignorancia, sino conseguir resultados publicables en las buenas revistas (la métrica es bibliométrica). Podría parecer lo mismo, pero nada más diferente. Los tiempos de la importancia de saber por saber han pasado, cediendo el lugar a las llamadas líneas “productivas”. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La ciencia ha perdido en buena medida algo que le fue sustancial en épocas pretéritas, su capacidad de asombro y de juego. Las excepciones, como <b>Feynman</b> o <b>Gell-Mann</b>, son eso, excepciones. Urge ese renacimiento menos preocupado por publicar y mucho más por contemplar el mundo. Urge la ética de poner siempre el objetivo científico, cuando es potencialmente transformador, al servicio del ser humano y, en general, de la vida.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>También abundan los ejemplos en la práctica médica. Haciéndose científica y no pudiendo serlo, la Medicina ha sido embobada por los criterios bibliométricos y de mercado. El contraste entre los grandes avances en el diagnóstico y en el tratamiento quirúrgico (el farmacológico va algo más lento) contrasta con la parsimonia en adoptar una mirada generalista más ingenua, más amplia, pero más eficaz por contemplar a la persona y no sólo un campo operatorio o un problema localizado en su cuerpo. Una población envejecida carece de geriatras a la vez que se investigan apasionadamente los telómeros. Los pacientes crónicos son poco interesantes en comparación con la cirugía brillante de raras malformaciones. La recuperación de sonrisas y juegos, de la escucha a dementes, deprimidos y locos, como personas, no se ve trascendente, pero puede tener una eficacia terapéutica inalcanzable con el mero uso de fármacos. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Al final, uno va renaciendo si retoma el tiempo no cronométrico, recuperando el juego que, en el caso de adultos, se reduce al que mantienen viejos desocupados con sus nietos, o los ludópatas.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Renacer implica preguntarse si seguimos siendo capaces de soñar lo imposible y lo impensable, si hemos vivido realmente o sólo nos hemos integrado en una vida normal, curricular en el caso de la Academia y los Hospitales, si somos capaces de jugar como juega la propia Naturaleza, creando belleza. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Renacer supone asumir la capacidad creativa de cada cual y hacerlo como tarea amorosa, sin apetecer los frutos de la acción, como se nos dice en el <b>Bhagavad Gita</b>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: xx-large;"> </span><span style="font-size: x-large;">Renacer supone asumir que siempre hay tiempo para hacerlo antes de morir, que siempre es factible esa metanoia que no sabe de relojes ni calendarios. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Nacer de nuevo es hacerlo a una vida nueva, aunque en apariencia hagamos lo mismo. Y, para creyentes, lograrlo supondría acercarse a “ver el reino de Dios”.</span><span style="font-family: times; font-size: xx-large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-91169390801219383542023-12-21T19:35:00.005+01:002023-12-21T19:35:40.997+01:00Navidad 2023<p><span style="font-family: times;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiykw6rzmF4RmYcbrnAvgMurf-X3iimyOs2xcBMm-MnxAz316SDfpnexitzvuw58nAZktuhN1w-k0OPG2js-hUkqqpz8iT8m4klVVMNFGXnUoF9CAGgvsZ7TRdVI8VIsNwDjBcJBIQOuiXVezXlGTwLruuCyhyYkA9XW1LLxhafKD9MkyOeFZGXGHjhmGI/s750/FA.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: times;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="750" height="512" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiykw6rzmF4RmYcbrnAvgMurf-X3iimyOs2xcBMm-MnxAz316SDfpnexitzvuw58nAZktuhN1w-k0OPG2js-hUkqqpz8iT8m4klVVMNFGXnUoF9CAGgvsZ7TRdVI8VIsNwDjBcJBIQOuiXVezXlGTwLruuCyhyYkA9XW1LLxhafKD9MkyOeFZGXGHjhmGI/w640-h512/FA.jpeg" width="640" /></span></a></div><span style="font-family: times;"><br /></span><p style="text-align: right;"><span style="font-family: times;"><i>Imagen tomada de Wikimedia Commons</i></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><i><b>“¿Y Cristo? Kafka inclinó la cabeza. Cristo es un abismo lleno de luz. Hay que cerrar los ojos para no precipitarse en él”</b>. </i><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span lang="EN-US">(G. Janouch. Gespräche mit Kafka. </span><span lang="ES">Aufzeichnungen und Erinnerungen. Frankfurt).<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><i><b>“Si a mí alguien me probase que Cristo se encuentra fuera de la verdad, y si la verdad realmente estuviese fuera de Cristo, preferiría quedarme con Cristo y no con la verdad”</b></i>.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">(F. Dostoievski. Carta dirigida a Natalia Fonvizine en 1854)<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Vivimos en una mezcla del tiempo cíclico con el lineal. Nos hacemos mayores, envejecemos y un día moriremos. No podemos vivir sin recuerdo ni olvido. Si en el tiempo lineal construimos una biografía marcada por sucesivos ritos de paso, en el tiempo cíclico el recuerdo, como repetición periódica, nos evoca también algo esencial en nuestra cosmovisión. Esa repetición puede darse en modo de conmemoración social, de ritual mítico o de liturgia religiosa.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La Navidad desencadena los mejores recuerdos de la infancia y las grandes nostalgias en personas ancianas que se van quedando solas. Cuando la celebración alude a su origen por cristiana, lo hace referida a un suceso histórico, no mítico. Sabemos que Jesús nació en el año 4 a.C, o algo antes, en Belén o Nazaret (sujetos a discusión). La celebración remite a la encarnación divina en Jesús, referencia vital en esperanza, en contemplación y en acción para sus seguidores.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La creencia en un Dios estético, surgida ante la belleza y complejidad de lo observable, y que favorecería una tendencia panteísta que se da con frecuencia, precisa, en el cristianismo, a quien le da nombre, Cristo, como camino, verdad y vida, lo que supone y realza el reconocimiento de la Alteridad divina. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>El Amor divino es mostrado en Jesús. Lo Absoluto se encarna y se hace receptivo a la queja, la petición, la meditación, la contemplación y la alabanza del ser humano. A todo eso que llamamos oración. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>En un mundo que no ha olvidado la guerra ni los agravios humanos, sigue siendo relevante que el anuncio del nacimiento de Jesús a pastores fuera hecho, según el evangelio de San Lucas, por ángeles que decían “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc.2,14). No se necesita más.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span><span style="font-family: times; font-size: xx-large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: center;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><b>¡ Feliz Navidad !</b></span><span style="font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-83351722229389743202023-12-16T19:24:00.006+01:002023-12-16T20:12:36.724+01:00Depresión. 2. La necesidad de contarlo. 2.2. Andrew Solomon.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwt-PWbRRDTXZkVUPmiP51NWEcFnRHBf3lDHuAg3OSG0oddDi1Z1ouMF7chcq_lZmSmlH52EqS98c2Nq_3DdPmTezLTIEhuL5Nnndw5wlLBVbXNTlSadTK-2-KxxsMzJUjB65F8TilN9evirzGGTj9uFmyViZxtahYw0ixlX4aZg26NS8VHCj-pw7y_sY/s497/Andrew_Solomon_2015.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="497" data-original-width="387" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwt-PWbRRDTXZkVUPmiP51NWEcFnRHBf3lDHuAg3OSG0oddDi1Z1ouMF7chcq_lZmSmlH52EqS98c2Nq_3DdPmTezLTIEhuL5Nnndw5wlLBVbXNTlSadTK-2-KxxsMzJUjB65F8TilN9evirzGGTj9uFmyViZxtahYw0ixlX4aZg26NS8VHCj-pw7y_sY/w498-h640/Andrew_Solomon_2015.jpg" width="498" /></a></div><br /><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-small;"><i style="font-family: times;">Imagen tomada de Wikimedia Commons</i></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><i style="font-family: times;">“Cuando uno está deprimido, el pasado y el futuro quedan por completo absorbidos por el presente”</i><span style="font-family: times;"> (A. Solomon. </span><b style="font-family: times;">“El demonio de la depresión”</b><span style="font-family: times;">).</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Llevamos unos cuantos años oyendo hablar o leyendo libros sobre la bondad del momento presente, de centrarnos en él. El mindfulness persigue ese objetivo y, con tal logro, el sosiego. Pero la afirmación que encabeza esta entrada la contraría cuando ese momento presente se da en el contexto de una depresión. Podrá haber nostalgia y culpa referidas al pasado y gran temor al futuro, pero el horror ya lo es en presente, en toda su crudeza de ser la muerte en vida misma o incluso desearla.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Richard Gere protagonizó una película de 1993 (Mr. Jones) en la que encarnaba a un paciente con trastorno bipolar, algo terrible en sus dos polos, dándose en ambos una relevancia de la pulsión letal que, como hundimiento total o como alegría incomprensible, puede acabar del peor modo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /><span> </span>En esa película se muestra la vida cotidiana (si vida puede llamarse a eso) en un hospital psiquiátrico, al que es ingresado el paciente en una de sus fases depresivas. El recinto que se muestra al espectador, muy probablemente inspirado en alguno real (no habría que salir de España), es ámbito de una infantilización e incluso una reificación del sujeto como no ocurre en prisiones. El final “feliz” de la película no parece muy creíble. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Y, sin embargo, la hospitalización psiquiátrica puede resultarle más llevadera, deseable incluso, a un paciente, que una vida normal, y mucho más aún si esta vida es más rica que la del común de los mortales. La celebración del éxito, por ejemplo, puede ser una tortura para quien atraviesa una depresión. Así le ocurrió al caso relatado en un post anterior, William Styron. Así le sucedió también a <b>Andrew Solomon</b>.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Solomon tuvo tres crisis de depresión mayor. Como Styron y otros, se vio impulsado tras ellas (no habla de curación) a dar a conocer su caso. Lo hizo en un libro cuyo título es impactante, <b>“El demonio de la depresión”</b>. En él trata, desde su propia experiencia, que describe en detalle, y la de otros, de explicar lo inexplicable y va más allá de lo fenomenológico, haciendo un excurso bibliográfico por la situación de la neuropsiquiatría y diversos modos de psicoterapia, incluyendo terapias alternativas. Su objetivo es la ayuda a otros pacientes que puedan verse aislados en ese círculo vicioso de soledad – depresión. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> Solomon e</span>s consciente de las limitaciones terapéuticas de los psicofármacos (la lista de los que tomó es larga), pero esperanzado, a la vez que un tanto temeroso, en el avance farmacológico futuro.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Un libro así enseña más que muchos tratados clínicos. Antes había secciones de revistas médicas relacionadas con los “Case report” (en las españolas conformaban la sección de “A propósito de un caso”); esas secciones fueron siendo marginadas por la triste moda de la “medicina basada en la evidencia”, que sólo tiene ojos para la estadística. El libro de Solomon es, en la práctica, un “case report”, el suyo. Desde su propia experiencia, compara su caso con el de otros amigos y conocidos, a la vez que indaga en la bibliografía médica, construyendo así un libro excelente para ofrecer una imagen viva de lo que supone padecer depresión. A la vez, a pesar del título de su libro, ve algo bueno en eso que muchos consideramos demoníaco; se trataría de una posible y peculiar protección contra la locura (cita a Kristeva al respecto). Pero sorprende que, sufriendo lo que sufrió, sostenga que <i>“aunque parece extraño, tengo más confianza en mí mismo que la que alguna vez imaginé que podía poseer, lo cual hace que la depresión valga la pena”.<o:p></o:p></i></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><i><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></i></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Como Styron, como tantos otros, la depresión de cada cual es la suya propia, malamente comunicable, aunque comparta sentimientos y expresiones.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La depresión es muy frecuente y, siendo así, cabe preguntarse, desde una óptica biologicista, ¿por qué la evolución ha favorecido ese cuadro en tantas personas de una tristeza angustiosa y de una inhibición paralizante, lo más común de un fenotipo tan mal definido? ¿Qué pasará cuándo dispongamos de fármacos realmente eficaces al respecto? ¿Sólo algo muy bueno?<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Mientras tanto, en el contexto de una gran ignorancia, libros como el de Solomon pueden ser de gran ayuda para contemplar y sostener, también en depresión, lo que parece imposible, la esperanza.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-19208491915416166042023-12-10T19:25:00.004+01:002023-12-10T19:30:47.885+01:00Depresión. 2. La necesidad de contarlo. 2.1. William Styron.<p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhTJITcZTOe1TtGY7Ij9Wvniib41elBHakVrMjxwudoymXRhTSI-bYRTp4HyUt06gXVYsT94oRX9g3Mvzo2z8niW_e7T5d_nJaaEbheCeJNqlKRwhhhjNW1K4ckOpfGHjJnubwTQXy9clELlUqcRnVsVt_P56pxuDH4H-3ZsTqmhVf23b9aKI6lpgd59M/s4000/DSCN2505.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="4000" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhTJITcZTOe1TtGY7Ij9Wvniib41elBHakVrMjxwudoymXRhTSI-bYRTp4HyUt06gXVYsT94oRX9g3Mvzo2z8niW_e7T5d_nJaaEbheCeJNqlKRwhhhjNW1K4ckOpfGHjJnubwTQXy9clELlUqcRnVsVt_P56pxuDH4H-3ZsTqmhVf23b9aKI6lpgd59M/w640-h480/DSCN2505.jpeg" width="640" /></a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="text-align: left; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="text-indent: 47.20000076293945px;"> <span> </span></span><span style="text-indent: 47.20000076293945px;">La depresión se ve en el otro. O no. A veces, uno se acostumbra a verla sin que salten las alarmas cuando quien la padece ha tomado la decisión autolítica. Son tantos y tan heterogéneos los deprimidos que pasan al acto suicida, que parece difícil establecer un criterio de homogeneidad. Personas cultas o analfabetas, fuertes o frágiles, han sucumbido a lo demoníaco encarnado en ellas.</span></span></div><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: xx-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Boltzmann fue un gran científico que contribuyó poderosamente a la consolidación de la teoría atomística de la materia (Einstein acabó de hacerlo con su estudio del movimiento browniano). En septiembre de 1906 fue a pasar unas cortas vacaciones a Duino, un lugar hermoso que inspiró las elegías de Rilke. Antes de finalizar esa estancia, mientras su esposa y su hija menor se bañaban en las aguas del Adriático, se ahorcó y así fue descubierto por su horrorizada hija Elsa, de quince años.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Antes de ese paso al acto final, parecía sufrir fuertes depresiones alternando con estados eufóricos; tal vez ahora fuera diagnosticado como bipolar, quién sabe. Él mismo relacionaba su situación, aunque fuera bromeando (¿se bromea sobre esto?), con haber nacido en la frontera que separa el martes de carnaval del miércoles de ceniza. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Al enterarse, los amigos y conocidos tratarán de explicar ese horror aludiendo a dificultades para ser reconocido en su ámbito por colegas. También ocurrió con Cantor y tantos otros. Turing mordió la manzana envenenada y Gödel se dejó morir de inanición. La película de Walt Disney “Blancanieves” los fascinó del peor modo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">El caso de Boltzmann es sólo un ejemplo que ilustra el riesgo letal de la depresión. Sabemos que bastantes personalidades y gente anónima han sucumbido a ese absurdo de no poder más. Y sabemos también que, a veces, los antidepresivos dan fuerza al paciente, antes de ejercer un posible efecto benéfico, para que la inhibición depresiva ceda al paso al acto letal.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">El suicida no lo cuenta o, como Virginia Woolf, se limita a “disculparse” en una carta de despedida, cuando ya no hay remedio. Pero hay también quien tiene la necesidad, una vez libre del demonio, de contar cómo ha sido atrapado por él y los efectos que eso tuvo en su vida. No suele describirse en forma de libro cómo uno es afectado por una insuficiencia cardíaca o un cáncer, pero sí se produce esa expresión tras librarse de una depresión grave, porque la depresión es otra cosa. Aunque haya grandes elementos comunes en pacientes deprimidos, siempre es singular y misteriosa en su aparición y curso, y por ello hay personas que, desde su narración personal del infierno vivido, pero habiendo salido de él, pueden ayudar a sus lectores. <b>Kay R Jamison</b> fue seriamente afectada por un trastorno bipolar y salió de él gracias al litio, lo que la indujo a hacerse psiquiatra. También vio algo que no es agradable de ver. Su libro <b>“Touched with Fire”</b> relacionó esa enfermedad con la creatividad artística. Claro que… maldito fuego.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Hace años tuvo un gran éxito la película <b>“La decisión de Sophie”</b>. Su director y guionista, Alan J Pakula, se basó en la novela homónima de <b>William Styron</b>, quien recibió por dicha obra el “National Book Award” en 1980. Seis años más tarde recibiría el “Prix mondial Cino Del Duca”, pero no estaba entonces en las mejores condiciones para el acto de recepción, hasta el punto de que una serie de torpezas sociales, atribuidas a su depresión con un gran componente angustioso, le hicieron disculparse a una de las organizadoras: <i>“Estoy enfermo, dije, un problème psychiatrique”</i>. Se le hacía imperioso ver a un psiquiatra e incluso tenía la necesidad de hospitalización, quejándose de que ésta fuera mucho más habitual en el caso de enfermedades orgánicas que en el de las psiquiátricas. No estaba para disfrutar.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Styron recoge esta sensación interna, con muchas emociones más, en su libro <b>“Esa visible oscuridad”</b>. Indica ahí que <i>“la tortura de la depresión grave es totalmente inimaginable para quienes no la hayan sufrido, y en muchos casos mata porque la angustia que produce no puede soportarse un momento más”.</i> Sintió el viento al que aludió Baudelaire <i>(“J'ai subi un singulier avertissement, j'ai senti passer sur moi le vent de l'aile de l'imbécillité”)</i>. Finalmente, tras un ingreso hospitalario, pudo salir airoso de tan infausto proceso.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Otros sucumben. En la tradición cristiana se decía que el suicidio es propio de cobardes desesperados, y hace tiempo se les negaba la sepultura en sagrado, “ad sanctos” que diría Philippe Ariès, a quienes así morían. Pero no es tan sencillo, porque hay quien no puede más con una vida que no merece tal nombre.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES" style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES" style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span> </span>No es algo que implique sólo a la aproximación clínica, sino que también atañe a la filosofía.</span><span lang="ES" style="color: #4472c4; font-family: times; text-indent: 35.4pt;"> </span><span lang="ES" style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><b>Camus </b>fue categórico al decir que <i>“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio, y ese es el suicidio”</i>. Y se sigue y se seguirá pensando, como pensó <b>Romain Gary</b>, que el accidente mortal de Camus no fue propiamente mera contingencia. Gary, un hombre distinguido con la Cruz de Guerra, Caballero de la Legión de Honor y Héroe de la Liberación, también acabó suicidándose con una pistola. El valor reconocible no impide que una determinista cobardía moral se imponga al final, anulando la posibilidad de vivir. El equilibrio sutil entre biología y biografía se rompe súbitamente del peor modo, irreversible. Diez años antes se había matado su entonces esposa <b>Jan Seberg</b> por sobredosis. Recuerdo una imagen contenida en un número de “Le Magazine Littéraire” en la que ambos disfrutaban de un paseo en barca por Venecia. Más tarde vendría la impotencia (ahora también dulcificada como “disfunción eréctil”) y Gary llegó a escribir en alusión al declive (<b>“Próxima estación: final de trayecto”</b>).</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES" style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">No hay claras relaciones de causalidad aparentes y generales entre factores biográficos y biológicos con la depresión y el suicidio. <b>Viktor Frankl</b> y <b>Primo Levi</b> sufrieron y sobrevivieron a la terrible experiencia de haber sido internados en un campo de concentración. El primero escribió “El hombre en busca de sentido” y fundó la escuela conocida como “Logoterapia”. Levi escribió varios libros y murió tras arrojarse por el hueco de una escalera en 1987. Se habló de posible muerte accidental porque sus vecinos no pensaron en que fuera poseído por una depresión. Tal dilema no se resolvería con ninguna prueba morfológica o bioquímica post-mortem, carentes de resultados concluyentes de momento.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">En el libro mencionado, <b>Styron</b> revela la íntima relación que se da entre la hipocondría y la depresión, lo que parece añadir un plus de absurdo. Se teme la enfermedad, cualquier enfermedad, aunque pueda haber preferencias, a la vez que, en cierto modo, se vive bajo la pulsión de muerte que algunos satisfacen con la muerte misma.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Nadie sabe realmente lo que es una enfermedad hasta que la sufre, y esto es especialmente cierto en el caso de las enfermedades del alma, esas que sustentan el término “psiquiatría”. Por eso, las narraciones de quienes han sufrido lo que, a pesar de su singularidad, se engloba bajo el término “depresión”, pueden servirnos para ver realmente qué tienen de común la pluralidad de cuadros llamados así, para acercarnos a la enormidad de su absurdo aparentemente inviolable ante cualquier confrontación racional. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Frente a tantos libros de autoayuda, frente al fracaso personal del planteamiento filosófico, uno puede hacerse una idea de lo que es tan prevalente como la depresión sólo a la luz de testimonios de personas que, curándose, supieron describir lo realmente demoníaco que les arrebató una parte de su vida, su única, singular, depresión. </span><span style="font-family: Times New Roman;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Otros testimonios seguirán.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-73918514922544271852023-12-01T19:57:00.005+01:002023-12-02T10:32:14.989+01:00DEPRESIÓN. 1. Un problema nosológico. <div class="separator"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj86eB_D8ZO80ejQNsiSx7-TlGIeEFlonn1BVI-Y2z8nFYIICz3GlozIEZiyaQzV0fU-uTN0Z5u8YrmQNEdkPb86SAf7LlZD0DFqfzSdXVqvERIqrcTFeI6Es0fYauPGySuqzX6qNtnY0MnZ8rJs3dqEB1Z-bmWHUTvAHdCCnA8TLZ1hnVt1vM0Qi53r3M/s4000/DSCN2727.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="4000" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj86eB_D8ZO80ejQNsiSx7-TlGIeEFlonn1BVI-Y2z8nFYIICz3GlozIEZiyaQzV0fU-uTN0Z5u8YrmQNEdkPb86SAf7LlZD0DFqfzSdXVqvERIqrcTFeI6Es0fYauPGySuqzX6qNtnY0MnZ8rJs3dqEB1Z-bmWHUTvAHdCCnA8TLZ1hnVt1vM0Qi53r3M/w640-h480/DSCN2727.jpeg" width="640" /></a></div><br /></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: right;"><span style="font-family: times;">Imagen tomada por el autor</span></p></blockquote><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span lang="ES" style="font-size: x-large;"><i><b>“Cuando estás postrado por la depresión, tu sistema de recogida de información coteja sus datos y te informa de los siguientes hechos: 1) no hay nada que hacer; 2) no hay ningún sitio adonde ir; 3) no hay nada que ser; 4) no hay nadie a quien conocer.”</b> </i></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><b style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><b style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;">Thomas Ligotti. “La conspiración contra la especie humana”.</span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;">No es fácil hablar de depresión, como no lo es nada que implique la subjetividad humana.</span><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">El Diccionario de la RAE de la lengua, en una de sus acepciones, nos dice que la depresión es un <i>“síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos</i>”; es decir, se fija en dos síntomas esenciales y no sólo percibidos por quien los padece, sino también aparentes a un observador; se trata de la tristeza y de la inhibición. Podría decirse que, cuanto más afectado está uno por la depresión, mayor es el predominio de la inhibición sobre la tristeza y bien puede llegar a verse y a sentirse como muerte en vida.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">A la vez, uno puede decir que está deprimido, o bajo de ánimo, o “depre”, siendo así que los demás perciben o no una causa aparente de ese estado. Hay también quien tiene propensión a una tristeza sin sentido, como sin sentido contempla también la vida; se suele hablar entonces de melancolía. Otros alternan episodios depresivos con una euforia patológica que abarca niveles de intensidad de menor o mayor grado (hipomanía o manía); se trata de la enfermedad bipolar. Es decir, cabe hablar de ser (melancólico), de tener (depresión) o de estar (deprimido). <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">La tristeza no es el único elemento de una depresión, que puede asociarse a distintos grados de ansiedad, de angustia incluso, llegando a veces a los terribles ataques de pánico, terror que se amplifica por su brutal absurdo y que puede desencadenar una espiral horrible de terror al terror mismo que volverá en cualquier momento, sin sentido alguno. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Ese estado variado y calificado con un único término, depresión, puede haber surgido en relación a un acontecimiento biográfico, como una pérdida. Es claro al respecto el habitual duelo tras la muerte de un ser querido, algo que es normal (a pesar de que se le pongan arbitrarios límites temporales). Pero también puede aparecer sin que ni el sujeto ni el clínico que lo atiende sepan de una “causa” desencadenante. Se habla o se hablaba de depresión endógena, en comparación con la exógena, atribuible a un episodio biográfico. Parece que la depresión es, demasiadas veces, más biológica que biográfica, a tal punto que hay una tendencia neurológica por parte de no pocos psiquiatras, con una incorporación progresiva de estudios de imagen cerebral. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span lang="ES"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span lang="ES">El diagnóstico adecuado parece imprescindible para la orientación terapéutica, empírica de momento, pero resulta difícil establecerlo de un modo “personalizado”. Con todas las críticas de que es susceptible, hay que reconocerle al manual DSM, a lo largo de su evolución, la bondad de establecer, aunque sea con grandes limitaciones, criterios de consenso, algo que se ha logrado, aunque sea con mero carácter operativo y a la espera de que la perspectiva “RDoc” aporte más luz sobre el sufrimiento anímico y sus aspectos biológicos.</span><b><span lang="ES" style="color: #2f5496;"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Pues bien, el DSM V nos dice que para hablar de depresión mayor <i>“se requiere que cinco (o más) de los síntomas siguientes hayan estado presentes durante el mismo período de dos semanas y representen un cambio del funcionamiento previo; al menos uno de los síntomas es estado de ánimo deprimido o pérdida de interés o de placer”. <o:p></o:p></i></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Los síntomas del DSM son, cuando menos, curiosos. Por ejemplo, el número 3 valora de igual modo la disminución o aumento de apetito, como el número 4 equipara el valor de la hipersomnia al insomnio a la hora de “puntuar”.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Sin profundizar en disquisiciones añadidas, un simple cálculo combinatorio revela que el número de entidades englobadas con el término “depresión” sería, con el criterio DSM, 256. Es obvio que, aunque ese número sea rebajado por algún autor a 227, nos hallamos ante un problema de identificación y clasificación, en este caso, ante un serio problema nosológico: más de 200 fenotipos potenciales concebidos, en la práctica, como uno solo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">CLASES Y CAUSAS<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">No es menor la cuestión de clases y su relación con las causas.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">La primera pregunta que uno se hace ante la contemplación de objetos, procesos, fenómenos, del mundo natural, es un “qué”. ¿Qué es esto? Y se podrá responder que un relámpago, un insecto o una planta, por ejemplo. Estamos en una fase de la historia científica en la que se ha avanzado notablemente en la clasificación. Ese paso, el de distinguir entre lo aparente, es el primero a la hora de tratar de entender algo, como respuesta a un porqué causal y al cómo o modo en que se manifiesta. La poderosa teoría de la evolución de las especies no sería factible sin una taxonomía previa. Del mismo modo, la clasificación y ordenación de los elementos químicos iniciada por parte de Mendeleiev en forma de tabla periódica, no sólo sugería orden en el comportamiento químico parecido o diferente entre distintos elementos, sino que permitió entender las propiedades de todos ellos cuando se postularon los orbitales cuánticos. También la teoría maravillosa de la cromodinámica cuántica con el pionero Gell Mann, guiado por su imagen del “óctuple sendero”, puso orden en el excesivo número de partículas subatómicas revelado en colisiones de hadrones.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Las clases preceden a las causas y éstas requieren a aquellas. Y sólo desde la comprensión causal será posible enfrentarse a la enfermedad, sea mental o no. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Uno no se deprime porque sí. Algo pasa con su vida o en su cuerpo, algo que habrá que elucidar. Y eso no resulta fácil si no reconocemos que no hay depresión sino depresiones y tratamos de hacer una clasificación que aborde todos los elementos en juego, que abarcan desde el conflicto biográfico inconsciente hasta potenciales determinismos genéticos y alteraciones neurobiológicas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Seguir hablando de la serotonina, como elemento clave de cara a tratamientos parece una simplificación extrema e insuficiente. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">¿Dónde están las causas de las clases que se vayan descubriendo, hasta ahora unificadas en un término, “depresión” que dice muy poco? ¿En problemas existenciales, conscientes o inconscientes, incluyendo creencias religiosas o seculares? ¿En los genes? ¿En el cerebro? ¿En determinados virus? ¿En la interacción de varias? ¿En dónde, por qué y cuándo y durante cuánto tiempo?? En función de eso, podrían investigarse vías diagnósticas (marcadores), terapéuticas enfocadas a causas, y elucidar el valor de las que han sido obtenidas empíricamente, como el electroshock o los mal llamados anti-depresivos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Algo claramente distinto es necesario frente a la inercia conservadora, a la parsimonia con que se trata actualmente ese “black dog” de Churchill, ese “Sol negro” al que se refirió Kristeva, ese “demonio” de Andrew Solomon.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Algo es urgente para luchar contra lo demoníaco que supone no ya la muerte en vida, sino que la vida misma sea vivida pero como puro absurdo. El carácter de urgencia nos lo proporciona un índice crudamente claro, el de suicidios. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Probablemente este blog recoja, en futuras entradas, posibilidades abiertas por relatos “patográficos” y por investigaciones en campos filosóficos, psicológicos y biológicos para acometer las depresiones en general y, sobre todo, la de cada paciente en particular.</span><span style="font-family: Times New Roman;"><o:p></o:p></span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-51019088297704018312023-11-25T11:35:00.004+01:002023-11-25T11:38:23.110+01:00 Anticipando la Navidad. <p><span style="font-size: x-large;"> <span style="font-family: Calibri;"> </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSwcIkWWPYSGHluKWkY0G1nbL4O9AHPaom744Rz4gqHmcUFAKp_v6ozI6Fy6bNXajLvE600zOAfSM_h0Eus_71ZekHLvKKJXJ2WRAt3vCuXzPKoTzeadz7fBfppvPuvPZRS79VtC0xLsyOKU_8MxsBKQMaRYh16hVmW_-nS-tmutbxJNs56JYmpLhhIAs/s4000/DSCN3812.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3000" data-original-width="4000" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSwcIkWWPYSGHluKWkY0G1nbL4O9AHPaom744Rz4gqHmcUFAKp_v6ozI6Fy6bNXajLvE600zOAfSM_h0Eus_71ZekHLvKKJXJ2WRAt3vCuXzPKoTzeadz7fBfppvPuvPZRS79VtC0xLsyOKU_8MxsBKQMaRYh16hVmW_-nS-tmutbxJNs56JYmpLhhIAs/w640-h480/DSCN3812.jpeg" width="640" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;">La celebración periódica parece ser algo en retroceso, al margen de un cierto y natural frenesí festivo observable tras los duros tiempos de la pandemia.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;">Hay celebraciones que podrían llamarse longitudinales. Son las asociadas a ritos de paso y centradas en el sujeto a quien se le brindan, siendo las iniciales (nacimiento y adolescencia) marcados fuertemente en nuestro medio por la tradición religiosa. También la final.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><span>Otras celebraciones son colectivas, familiares y de amigos, y también periódicas, siendo la principal anual. Y en ello estamos, a las puertas de la Navidad, celebración que oscila entre lo gozoso y la tristeza según cada caso, por lo que habría que referirse a las Navidades, en plural, para abarcar, como en un célebre cuento de Dickens, las actuales; las que, por pasadas, inciden de modo nostálgico; y, siempre esperanzados, las futuras, porque la Navidad esencialmente es una celebración de amor y de esperanza.</span><span> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="text-indent: 35.4pt;"><span> </span>La Navidad es fiesta de esperanza a pesar de lo que ocurra, a pesar de lo que está ocurriendo ya en un mundo que acoge ahora mismo, como tantas veces, el horror en grado máximo. Lo es porque sabemos que mientras hay esperanza hay vida, y no al revés. Esperanza de que el tiempo se abra a lo bueno, a lo que vale la pena de ser vivido y contemplado. Esperanza real y no fantasiosa de que, aunque fracasemos, podemos hacernos mejores personas, ser más sencillos, más sosegados y amables.</span><span style="text-indent: 35.4pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;">Y es fiesta del amor que celebra la vida. Y, si hay amor, esa vida que la Navidad reinaugura será radicalmente humana, valiosa, y momento propicio para la apertura a instantes eternos. Fiesta de amor que puede manifestarse incluso en plena guerra, entre enemigos, como sucedió el 24 de diciembre de 1914, cuando los soldados en liza no saltaron las trincheras, algunas ya adornadas, para clavar bayonetas en los cuerpos de otros, sino para celebrar con regalos, charlas y fútbol lo que realmente importa, lo que une. Esos hombres nos recuerdan que la Navidad no sólo es alegría familiar, incluso trascendente si uno tiene el regalo de la fe. Es también celebración repetida de la vida misma.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;">Ya nos advirtió Freud que tendemos fuertemente a repetir lo peor y, tristemente, las fiestas lo muestran con cierta frecuencia, pero no es menos cierto que también cabe la repetición de lo mejor, de vivir y de vivirnos en compañía en ese día o en uno que sea próximo. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;">La Navidad, los días que la preceden, nos recuerdan que siempre tenemos tiempo antes de morir para una metanoia. El corazón de Machado esperaba “hacia la luz y hacia la vida otro milagro de la primavera”. No se le otorgó, pero su esperanza era nobilísima y ejemplar. Basta con mirar un árbol, con percibir alguna de sus hojas. Y nosotros podemos expresar también un deseo de milagro si lo precisamos, ante el milagro mismo que nos rodea y constituye, porque la Navidad anuncia conjuntamente que Cristo nació y que el sol invicto renace iniciando en nuestra latitud su carrera hacia el norte; el invierno se inicia, pero augura la milagrosa primavera.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;">Entramos, acabando noviembre, en los preámbulos de celebración, sea cristiana, agnóstica o atea, pues las diferencias más importantes no son las que se dan entre cosmovisiones diferentes, sino en los corazones humanos. Y uno es muy afortunado cuando puede celebrar con viejos amigos, coetáneos, que muchos días, más lentos y tanto o más gozosos que estos, fueron niños, adolescentes y jóvenes que compartieron aulas. Hace ya 53 años que terminó el colegio para quienes nacimos en el 53 (o con meses de diferencia), año en que se publicó el modelo del ADN. Desde entonces, el conocimiento del mundo ha crecido de modo asombroso.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;">Ayer celebramos la próxima Navidad, una más. Estuvimos juntos como tantas otras veces para reencontrarnos, para comer y reír gozosamente como los adolescentes que fuimos y que, en cierto modo, volvemos a ser, porque los 70 años marcan también la posible neo-adolescencia en la que, jubilados, podemos contemplar y disfrutar mejor, con una sensibilidad más receptiva, de todo lo bueno y bello que nos rodea. A eso nos convoca la vida, a vivirla de verdad, a saborear lo maravilloso, tantos “mirabilia”, como decía Le Goff.</span><o:p></o:p></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-16071474762897709972023-10-31T13:56:00.006+01:002023-10-31T14:00:50.628+01:00DIGITALIZACIÓN. 1. Ordeno mi ordenador.<p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></p><p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh8cq5_F1_X5aIkCSsEnGhi1VkN52cnhSbg7V39aT0ItBoGvLk2Qw1Ahe8ioR2wPS_NES6hZBR8LmFv32VLSkybOjoMx_m_kh69CsaG4N782OEnnMuF90wHMptm9TL13OCWGU3vXvo6GIEcfS3ik4UZrfmRYweeklP3bmMn_v68GJnvIB67LaoYo393e6w" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2592" data-original-width="3872" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh8cq5_F1_X5aIkCSsEnGhi1VkN52cnhSbg7V39aT0ItBoGvLk2Qw1Ahe8ioR2wPS_NES6hZBR8LmFv32VLSkybOjoMx_m_kh69CsaG4N782OEnnMuF90wHMptm9TL13OCWGU3vXvo6GIEcfS3ik4UZrfmRYweeklP3bmMn_v68GJnvIB67LaoYo393e6w=w640-h428" width="640" /></a></span></div><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span><div><span style="font-family: times; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span> <span> <span> </span></span></span>Para bien y para mal, la digitalización forma parte “natural” de nuestro mundo y relaciones personales. Influye en todos los ámbitos imaginables. </span></span><div><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /><span> <span> L</span></span>os sistemas informáticos permiten hacer pagos con un teléfono “móvil” y también que podamos ser estafados. Se usan para indagar en trazas de partículas elementales y también en el perfeccionamiento de armas de destrucción masiva.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;">La informatización de sistemas y vidas permea todo, desde stocks en supermercados, hasta la investigación de lenguajes arcaicos. Se habla de nativos e inmigrantes digitales. El caso es que quien no tenga cierto hábito con teclados puede pasarlo muy mal y cada vez peor en este siglo, tan parecido en todo lo demás, incluyendo guerras, a los precedentes.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Recuerdo que hace muchos años había visto en la Facultad de Ciencias de Santiago de Compostela un conglomerado de cables conectados de modo complicado. Alguien me dijo que era un cerebro electrónico. Por esa época, antes de entrar en la universidad, había oído que los estudiantes de ciencias aprendían un lenguaje extraño que se llamaba <i>“Fortran IV”.</i> Poco más tarde, no se hablaba de cerebros electrónicos, sino de computadores. También empezaron a sonar términos como <i>“hardware”</i> y <i>“software”</i>. La llegada de la microelectrónica, incluyendo el desarrollo maravilloso del transistor, supuso una revolución, al evitar el uso de válvulas de vacío en procesos de computación. Se eliminaban también las tarjetas perforadas en computación, aunque, en Oriente principalmente, se conservaban los ábacos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span lang="ES"> <span> </span>Es curioso ver cómo ha ido llamándose de diversos modos a lo que muchos denominamos ordenador. El diccionario de la R.A.E. ha seguido la propia evolución de tal artefacto y concibe ahora el propio término <i>“ordenador”</i>equivalente al previo, <i>“computadora”</i> o <i>“máquina electrónica que, mediante determinados programas, permite almacenar y tratar información, y resolver problemas de diversa índole”</i>. Nuestros ordenadores de sobremesa hacen ya mucho más que lo que el mismo Diccionario entiende con el término cómputo, es decir <i>“cuenta o cálculo”</i>. </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Había quienes hablaban de <i>“lenguaje máquina”</i> y de <i>“ensambladores”</i> como el Fortran, que permitían una programación más fácil, y que se hizo intuitiva (en mayor o menor grado) con los llamados lenguajes de alto nivel, un nivel que no ha parado de crecer, a tal punto que hemos alcanzado la época de la llamada inteligencia artificial y hay quien curiosamente retorna al viejo concepto de cerebro electrónico para fundamentar una delirante perspectiva transhumanista. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;">Desde la popularización y la aparición de ordenadores domésticos, se hicieron claras las primeras aplicaciones: el cálculo, el juego y el proceso de textos, incluso toscos dibujos con lenguajes como </span><i style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;">“Logo”</i><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;">. Después vendría internet, la localización GPS y todas esas maravillas que nos harían difícil retornar al mundo del siglo XX. Recuerdo que, en los años 80 de ese siglo, hube de recurrir al centro de cálculo de la universidad, que impresionaba, para el análisis estadístico de los resultados de mi tesis doctoral, algo que ahora podría lograr usando un sencillo programa estadístico o incluso una hoja de cálculo y, con más paciencia, hasta la calculadora que hay en cualquier móvil. En esa época tuve un primer modelo casero que me serv</span><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;">ía sólo como procesador de textos, algo mejor que mi máquina de escribir, que no perdonaba errores de teclado. Un procesador es, para la R.A.E. una </span><i style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;">“unidad funcional de una computadora u otro dispositivo electrónico que se encarga de la búsqueda, interpretación y ejecución de instrucciones”</i><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;">. Las instrucciones no eran tan simples como ahora, que se han hecho casi inexistentes.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Más tarde, uno de esos lenguajes intuitivos, <i>”Basic”</i>, en un <i>“PC (personal computer)”</i>, me abrió la mente a la maravilla de la simulación de procesos químicos y biológicos. Antes ya se hablaba de los <i>“autómatas celulares”,</i> con los que <b>Martin Gardner</b> popularizó el <i>“juego de la vida”</i> de <b>John Conway</b>, y que acabaron dando lugar a una sistematización realizada por <b>Stephen Wolfram</b> en su célebre libro <b>“A New Kind of Science”</b>. En cierto modo, se podía sustituir una aproximación diferencial por una discreta, donde la unidad era mostrada por un pixel; más tarde se hablaría, en aplicaciones médicas, del voxel, pero eso ya es otra cosa.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Durante unos cuantos años, la información que uno podía manejar en su propio ordenador era bastante limitada, en términos de bytes, pero, con bastante rapidez, se pasó a sucesivas potencias de diez, siendo términos comunes hoy los Gigabytes o <i>“gigas”,</i> y existiendo ya sistemas de almacenamiento personales o en eso que llaman la nube pero que es bien terrestre, que muestran prefijos poco usados en otros campos: <i>“tera”, “peta”, “exa”, “zetta”</i> … Tanto la capacidad de almacenamiento como la velocidad de proceso de computación facilitaron la aplicación de los computadores a todo lo que es ampliamente conocido. A la vez, la miniaturización permite que todo eso no sólo sea disponible en una pantalla de sobremesa, sino en un teléfono portátil <i>(“smartphone”)</i> e incluso un reloj de pulsera <i>(“smartwatch”). </i>Las consecuencias buenas y malas de tal avance tecnológico son ampliamente conocidas… y también muy desconocidas, con derivas delictivas. Por <i>“whatsapp”</i> podemos conectar con un ser querido que esté en otro continente, pero también desde esa lejanía podemos ser estafados por un suplantador si nuestra vigilancia, cada día más necesaria, decae. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">En alguno de esos años de avance desde la construcción del <i>“ENIAC”, </i>aparecido poco después del <i>“Colossus”,</i>con el que <b>Turing</b> descifró el código Enigma, hasta la actualidad, se dio un cambo de término; en general, ya nadie habla de computadora, que hace referencia al cálculo, al menos en nuestro medio, sino de ordenador. Es un término curioso porque un ordenador no obedece a su nombre, precisándose que un agente humano (a veces auxiliado por programas) ordene lo que esa máquina almacena.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Hay algo que facilita el desorden en un ordenador, algo que no ocurría tanto antes de su uso. Podemos hacer una comparación con cualquier conjunto de cosas manejadas analógicamente, como una biblioteca o álbumes de fotos. Una diferencia esencial estriba en el coste económico. Los libros son más o menos caros, las fotos en película y papel específico también; en cambio, lo que guardamos en un ordenador tiene un coste mucho menor, habiendo mucho material gratuito (cada vez menos), lo que propicia una tendencia a guardar no sólo información sino también mucho ruido.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Podemos ordenar cuando guardamos cosas, o datos por decirlo de modo general, acción que parece obedecer a uno de tres afanes, el de acumular, similar al síndrome de Diógenes, el de coleccionar y el pragmático. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Un ordenador nos propicia que guardemos todo, pero eso generará la dificultad de un uso adecuado de lo que tenemos. En él podemos distinguir espacios de biblioteca, de archivo, de filmoteca, ludoteca, discoteca o un banco de fotos, entre otros. Los buscadores de internet también facilitan la colección de “links” que, como tantas imágenes, quizá no volvamos a visitar jamás. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">El afán de coleccionar parece más frecuente que los análisis que de él se hacen. <b>Walter Benjamin</b> trató de <i>“hacer posible una mirada sobre la relación del coleccionista con sus riquezas”</i> en su libro <b>“Desembalo mi biblioteca”</b>. Una biblioteca física supone un peso que se hace evidente cuando se quiere trasladar, como le ocurrió también a <b>Alberto Manguel</b>, que llegó a acumular unos 35.000 ejemplares. Probablemente ese afán se enraizó en haber ejercido de lector para <b>Borges</b>, cuando a ese gigante literario le sobrevino la ceguera. Siendo grande, la colección de Manguel fue inferior a la de <b>Umberto Eco</b>, que contaba con más de 50.000 libros. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Suele hacerse con frecuencia una pregunta absurda. ¿Para qué? Está relacionada con la absoluta incompletitud de la lectura por una persona. Si leyésemos en promedio un libro cada día, algo que parece muy difícil, por no decir imposible, leer todos los que guardaba Eco nos llevaría unos 137 años. Y no son tantos libros en comparación con los que hay disponibles a escala mundial. Wikipedia nos dice que en la Biblioteca del Congreso de EEUU hay 36,8 millones de libros. Es obvio que lo que podemos leer a lo largo de la vida, con un tiempo adecuado, es una fracción minúscula del campo de elección disponible. Y lo que podemos recordar de todo ello será una fracción mucho más pequeña. Pero ese mínimo tiene que ver, en su composición, con los ordenadores. ¿Qué leer? Alguien dirá que basta con un libro, el sagrado. Muchos, en la práctica, pensarán que ninguno. Otros, que serán los necesarios para ejercer una profesión. También habrá quien lea por puro placer. Se priorizará la literatura por unos a la vez que otros se interesarán por libros científicos, ensayos, ficción... Se invocará a los clásicos, como hizo <b>Italo Calvino</b>, o se llegará a proponer un <b>“Canon”,</b> como propuso el genial <b>Harold Bloom</b>, quien también publicó un precioso libro entre muchos más, <b>“Cómo leer y por qué”, </b>dos preguntas íntimamente imbricadas.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">La tarea de ordenar un ordenador supone un esfuerzo casi cotidiano si no quiere uno perderse en una selva de bits. Un esfuerzo innecesario, porque no es ni mucho menos imprescindible aspirar a la completitud, inalcanzable por otra parte, que supone tenerlo “todo”. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Estoy embarcado últimamente en la tarea de ordenar y podar la colección de fotos digitales que he ido almacenando. Son muy pocas las que merecen ser guardadas, sea por calidad, originalidad o resonancia afectiva. Quizá las relevantes ocuparían un espacio físico, de ser impresas, inferior al de los pocos álbumes convencionales que conservo de la era analógica. Al irlos clasificando a la vez que los obtenía, tanto los libros electrónicos como los artículos de múltiples disciplinas que he ido acumulando están perfectamente ordenados y son localizables en segundos, pero sólo una fracción de todo ese material fue o será leída y me llevó un tiempo considerable establecer ese orden. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Si, a la vez que uno no se conforma con un ordenador propiamente personal, sino que desea, desde él, conectar con otras personas sin perderse en una pseudo-comunicación inútil que perturba la comunicación real, se hace cada día más claro que la digitalización de la vida puede suponer un plus de desasosiego y de sinrazón en ella.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Llevamos millones de años siendo analógicos. Hemos escrito desde hace sólo unos pocos miles de años y usamos casi de forma cotidiana el ordenador desde hace pocas décadas. Tal aceleración, con efectos fantásticos a la hora de facilitarnos muchas cosas incluyendo la comunicación, no se ha traducido, sin embargo, en hacernos mejores. Al contrario, la hiperconectividad, las plataformas personales de ocio, la planificación extrema de los detalles más nimios de nuestras agendas incluyendo los viajes, la acumulación de fotos que nunca veremos, la eliminación de tradicionales prácticas manuales y, en un grado alarmante, la sustitución de empleados humanos por máquinas, están promoviendo un aislamiento tanto más brutal cuanto más necesita uno de otros, de personas cercanas (en modo presencial diría un moderno). El teléfono es un buen símbolo al respecto, sirviendo para todo lo que sirve un ordenador de sobremesa, incluso para hablar con alguien, algo que pocos hacemos. No hace tantos años, había un teléfono en cada casa (no en todas) y una guía de todos ellos. A la vez, si alguien tenía necesidad de hacer una llamada estando en la calle, podía recurrir a una cabina telefónica o ir a un café (en casi todos ellos había teléfono público y también guía). Si hoy alguien pierde su móvil, está sencilla y traumáticamente perdido, y no sólo por no poder telefonear (aunque un buen samaritano le deje un móvil, ¿qué hace sin sus “contactos”?). No sólo se pierde un aparato muy útil, también puede perderse mucho más si quien lo encuentra lo <i>“hackea”.</i><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><i><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></i></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">La nostalgia no conduce a nada, pero el recuerdo sosegado sí. Yo entro en el grupo de personas que han vivido gran parte de su vida en el siglo XX. La reflexión que aquí he presentado es introductoria a algunas más que pretendo sobre los efectos de la digitalización en nuestras vidas. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p></div></div>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-13979564244562362492023-10-20T13:03:00.005+02:002023-10-20T13:05:55.479+02:00 Dios también está en “Tierra Santa”. <p><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5wFCO5Zm_s4g87qRX1eSRIUEtTdSqBQiAq0MD93MpURO-OA_ZEngD2yqdaZhKVUBX1mOHfk3MYjl-H4nhlehxBzhHSZolkJYIDbjFmtO90mQ_zTzptHTOhX5gEB8ByrCAwTJvv3IjCmXoGgVcZ0eAGUCCsVga2sCQTfNEyMcMi0efw40OULND_2isALg/s640/Sto.%20Sepulcro.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="640" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5wFCO5Zm_s4g87qRX1eSRIUEtTdSqBQiAq0MD93MpURO-OA_ZEngD2yqdaZhKVUBX1mOHfk3MYjl-H4nhlehxBzhHSZolkJYIDbjFmtO90mQ_zTzptHTOhX5gEB8ByrCAwTJvv3IjCmXoGgVcZ0eAGUCCsVga2sCQTfNEyMcMi0efw40OULND_2isALg/w640-h640/Sto.%20Sepulcro.jpeg" width="640" /></a></span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /> </span><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><i><b><span style="background-color: white; color: #444444;"><span style="font-family: times;"><span> </span></span></span><span style="background-color: white; caret-color: rgb(62, 62, 62); color: #3e3e3e; font-family: times;">“</span><span style="background-color: white; color: #444444; font-family: times;">Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen</span><span style="background-color: white; caret-color: rgb(62, 62, 62); color: #3e3e3e; font-family: times;">”</span></b></i><span style="background-color: white; color: #444444; font-family: times;"> (Mt. 5, 44)</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #444444;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span lang="EN-US" style="background-color: white; color: #3e3e3e;"><span> </span><b><i>“Never hate your enemies. </i></b></span><span style="background-color: white; color: #3e3e3e;"><b><i>It affects your judgment”</i>. </b>Mario Puzo (Guión de la película "El padrino. III".</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><span> <span> </span></span>En pocos días, muchos hemos sido conmovidos por tanto horror transmitido por los medios de comunicación. Lo cuantitativo se hace estadístico y tapa lo cualitativo, la enormidad de ese horror. Que nos hablen de miles de muertos nos dice muy poco. Lo que nos muestra lo real son imágenes concretas: alguien disparando a quemarropa a inocentes, vejaciones y secuestros, una casa que se derrumba en un bombardeo, un médico que sostiene en sus brazos el cadáver de su nieto, el bloqueo de colas de vehículos y que concierne tanto a la salida de personas del infierno humano como a la entrada en él de energía, alimento, medicamentos... Habrá quienes sobrevivan a la destrucción de su casa y acaben muriéndose por falta de insulina.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">No es locura, aunque también pueda tener lugar, sino odio. Puro odio pasado al acto matando y ultrajando al diferente, que lo es por aspectos mínimos a un observador neutro, y puro odio también en la venganza asociada a la defensa, que no distinguirá verdugos y víctimas. Se pasa al acto con todos los medios, desde puñales a misiles, incluyendo el tradicional cerco del enemigo con un corte de suministros. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Tal odio no puede calificarse de bestial por el simple hecho de que no le es propio a ningún animal. Es algo sencillamente humano, demasiado humano.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Semejante horror nos interroga y, frente a creyentes, facilita, en el contexto de la teodicea, el viejo argumento que sostiene la inexistencia de Dios porque es inconcebible si no es omnipotente (podría impedir semejante horror) o si, siéndolo, no es amoroso, bueno. Lo inconcebible realizado solicita la acción de Dios, que hable incluso, y dos papas sucesivos se preguntaron públicamente en sendas visitas a Auschwitz por el silencio de Dios ante el exterminio industrializado que supuso la Shoah.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Y, sin embargo, muchos creemos que Dios habló entonces y sigue haciéndolo ahora, porque en todas partes estuvo y está, pero no fue, no es, no será, en general, escuchado. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Tras un largo proceso evolutivo, surgimos conscientes y libres, lo que supone la posibilidad ética; no fuimos creados como máquinas felices, aunque a la felicidad seamos convocados y no sólo en el más allá, sino ya, aquí y ahora. Dios no puede vulnerar la libertad con que nos creó como no puede hacer pentágonos cuadrados.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Tampoco, desde la herencia de lo que con esa libertad hicieron quienes nos precedieron y educaron, podríamos ser naturalmente buenos, como pretendió algún filósofo. Somos libres, aunque haya influencias importantes en nuestro modo de ser, y arrastramos culpabilidades antiguas (eso que en el contexto cristiano se llama pecado original), aunque nos consideremos autónomos de “tabula rasa”. Esa amalgama, que tiene mucho de inconsciente, pero que no anula la responsabilidad, nos pertenece, nos conforma.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Y, en esa libertad, podemos optar, y seremos responsables de elegir entre lo que la ética más básica nos exige o el extremo de la destrucción del otro, que, por muy colectivamente que se considere, será siempre uno por uno, siempre en singular. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Es llamativo, por más que se repita en la Historia, que el conflicto que aterra tenga lugar en “Tierra Santa”, en la que Jerusalén es epicentro de las religiones del libro. Por esos lugares, un joven judío, Jesús, hablaba de amor universal y singular a la vez, de cada uno hacia todos, incluyendo los enemigos. También su época era de odios entre opresores y oprimidos y ambos parecieron unirse contra quien, en modo de bienaventuranzas y usando parábolas, habló, para entonces y para siempre, de Dios como Amor. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Es rotundamente el amor lo único que puede sacarnos del horror que sólo sabe crecer y perfeccionarse en su afán letal. Lo único que puede, al menos, paliarlo. Amor en forma de corredores sanitarios, de esfuerzos diplomáticos, de hacer una resucitación cardíaca en condiciones extraordinarias, de operar sin recursos, de consolar a niños huérfanos… Hay mucho odio en cualquier conflicto, pero también hay muestras de amor, aunque no se nos transmitan, muestras que salvan al ser humano de sí mismo… El odio no se erradicará con más odio como respuesta, sino que crecerá con él en una espiral de muerte.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;">La creencia en Dios, entendida como confianza, ayuda al creyente, por supuesto, aunque con muchos matices, pero la capacidad de amar le es dada a cada ser humano, sea religioso, agnóstico o ateo, y tanto si cruza el mar en una patera como si dirige una gran compañía tecnológica. Somos más pulsionales que intelectuales, pero si aceptamos la propia carencia de comprensión de nosotros mismos, cada uno puede, en momentos cruciales, muchos a lo largo de una vida, optar por orientarse por un polo de ese dualismo pulsional que nos concierne, el de la muerte o el del amor, aunque haya situaciones confusas. Conocemos sobradamente, por la Historia y por la actualidad cotidiana, la importancia de tal decisión vital.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-10325054871457006302023-09-21T16:35:00.004+02:002023-09-21T16:36:40.465+02:0021 de septiembre. Día del "alzheimer"<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHJWv-BqsDHvg4C6HqWgjFrZ7nfIkfKdXi3kDodv3O6XC0CZxqDhNitTYIoK-lfXvvPd6HkvUr5-23OCpxCmY-nXYPKXw811ABFXZHkSwMmcU6h9r_d_-foT_sN5iulH6tLR0FREVDuXI4tqMEthPmi_KrPhAdDe6StpYCtQhtIkokfpN8s1rDfjQdhnM/s640/Alzheimer-tablica.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="483" data-original-width="640" height="484" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHJWv-BqsDHvg4C6HqWgjFrZ7nfIkfKdXi3kDodv3O6XC0CZxqDhNitTYIoK-lfXvvPd6HkvUr5-23OCpxCmY-nXYPKXw811ABFXZHkSwMmcU6h9r_d_-foT_sN5iulH6tLR0FREVDuXI4tqMEthPmi_KrPhAdDe6StpYCtQhtIkokfpN8s1rDfjQdhnM/w640-h484/Alzheimer-tablica.jpeg" width="640" /></a></div><br /> <p></p><p><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES" style="font-size: x-large;"> <span> En diferentes publicaciones médicas se habla de la detección “precoz” de la enfermedad de Alzheimer en un examen oftalmológico apoyado por la inteligencia artificial. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> Es un paso importante… para quien dedica sus esfuerzos a investigar ese horror. Es dudoso que quien lo vaya a padecer quiera realmente saberlo, siendo así que no hay ninguna alternativa terapéutica claramente eficaz para curarlo o evitarlo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> Ya hubo intentos previos, de tipo genético, enfocados a posibles marcadores como el gen de APOE-e4. Se siguen haciendo, se proporciona probabilidades. Y son bien conocidas las recomendaciones con interés preventivo: vida “sana”, hacer sudokus o jugar al ajedrez, aprender poemas, etc. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span><span style="font-family: Calibri; font-size: x-large;"> Y, sin embargo, de momento, un diagnóstico de demencia (no sólo la de Alzheimer) es lo que es, una condena al mismísimo río que da nombre a este blog. A veces empieza con depresión, asociada o no al terror sentido de la afasia. No es para menos.<o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> Uno olvida casi todo. No todo. Y eso, el no todo desconocido desde fuera, hace a esta enfermedad, al conjunto de demencias más bien, algo terrible. Resulta que uno es lo que recuerda de sí mismo. Nos calientan la cabeza los gurús mindfulneros que nos instan a vivir el momento presente, y tienen su parte de razón ante obsesos por el futuro, pero, sin pasado, por olvidado, ni presente hay, tampoco futuro; sólo la nada. Ni siquiera existe la fuerza nauseosa sartriana ante esa nada. Nada. Nada, una eterna, insólita muerte en vida.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> O quizá no, quizá quede algún rescoldo. A veces se percibe muy crudamente. Aunque quien un día “tuvimos” ignore que quien está delante es hijo y tiene nombre. Por eso, es crucial mantener con la máxima sensibilidad y compasión (en el buen sentido, de un pathos compartido malamente), el respeto a la persona enferma, porque nadie ha logrado indagar aún en su mente, porque nadie es capaz aún de saber si aquí y ahora esa persona demente tendría algo importante para ella por decir o por escuchar. Son insuficientes los progresos al respecto en imagen funcional. Sabemos que la persona enferma querrá ir a casa, a su casa, que ya no existe desde hace muchos años, pero que sí, que era la suya, la de su infancia.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> Queda un resto, que nos juzgará a quienes no hayamos sabido verlo y responder a eso. A quienes no hayamos entendido que la imposibilidad de comunicación no implica una muerte en vida. Y queda la gran esperanza de que la casa paterna, esa de quien, como demente, la reclama, acabe siendo la del Padre con mayúsculas, la de Dios mismo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> En tanto no haya curación ni cuidados paliativos mínimamente eficientes, sólo queda la pobre ayuda de la escucha atenta, de la caricia que tantos no hemos sabido dar.</span><o:p></o:p></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-58851124887297132172023-09-17T19:13:00.004+02:002023-09-17T19:14:30.554+02:00La vocación médica<p> </p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7FHSQyvarpSY-intbbO20HKZeOVRHQDV9xw-5v42qOEzEWw9H8hhtjHSzNTjPZtU8GhJhC_QWll4dSZbR_2m0TXtIT1DAa2P8jngekrOO0yCYy93csuGlizD3kqTJwxWHvcZzp02D2l_zAD2wLmwAQQ4QOyDd8eTxBiP0369-_mYpFaxGfWeGBKFSaxM/s1600/IMG_0320.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7FHSQyvarpSY-intbbO20HKZeOVRHQDV9xw-5v42qOEzEWw9H8hhtjHSzNTjPZtU8GhJhC_QWll4dSZbR_2m0TXtIT1DAa2P8jngekrOO0yCYy93csuGlizD3kqTJwxWHvcZzp02D2l_zAD2wLmwAQQ4QOyDd8eTxBiP0369-_mYpFaxGfWeGBKFSaxM/w640-h480/IMG_0320.JPG" width="640" /></a></div><br /><p><br /></p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;"> </span><span style="font-size: x-large;"><i>La reflexión puede darse desde lo que se sabe y también desde la ignorancia. Es por ello, por la asunción de la propia ignorancia, que acepté la amable invitación del Prof. Dr. Vaschetto a pronunciar una conferencia telemática dirigida a sus alumnos en la cátedra de Salud Mental de la Facultad de Medicina de Buenos Aires el </i><i>día 15 de Septiembre de 2023. A tal fin redacté como texto de trabajo el que ofrezco a continuación.</i></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><i><br /></i></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><b><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">VOCACIÓN<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">El término “vocación”, procedente de la “vocatio” latina, alude a una llamada. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Cuando ocurre, asumimos que alguien nos llama para algo. Eso, a veces, es muy claro, como le sucedió al Dr. Valentín Fuster. Siendo muy joven fue animado por el Dr. Farreras a estudiar Medicina. Tras morir su mentor a los 49 años a causa de un infarto, el Dr. Fuster decidió hacerse cardiólogo, ejemplificando así no sólo la importancia de toparse con alguien decisivo, sino el afán por luchar contra la enfermedad que lo arrebata. Puede influir también que en la familia haya médicos o enfermos crónicos. También haber leído Literatura, Historia o Filosofía, relacionada con la Medicina. Incluso esa llamada puede proceder, en la perspectiva de un creyente, de Dios. Y también, quien llama a uno, incluso de modo determinante, puede ser lo desconocido de sí mismo, su inconsciente. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">A veces, la vocación se siente muy pronto, antes de decidir iniciar los estudios de Medicina, pero es más frecuente, por lo que he ido viendo en magníficos compañeros clínicos, que se vaya produciendo a lo largo del ejercicio profesional, como algo dinámico. Fluctuará, crecerá o disminuirá, adquirirá matices a lo largo de los estudios de licenciatura y con el ejercicio clínico. Vocación y tarea cotidiana se influyen mutuamente en un modo de ser. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">La vocación médica, si se da, va dirigida a algo que siempre es el cuidado directo o indirecto de otros; de no ser así, aunque se dé tal cuidado, hablaríamos de una elección profesional, laboral, por el motivo que sea, pero no de vocación real. Las vocaciones sanitarias y, entre ellas, la médica, son un ejemplo de ese cuidado dirigido a otro ser humano, pero también lo son otras muchas que tienen que ver con el modo de mejorar la vida de los demás o del cuidado de otros seres vivos. Nos dice Heidegger que uno es llamado hacia el “sí mismo propio”. La vocación médica sería un modo de responder a esa propiedad singular y así podría decirse que, al menos en un sentido, cuidando a otros uno se cuida a sí mismo. Esa propiedad de la vida de uno la extendía Rilke a la muerte solicitando a Dios eso, que fuera la propia.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><b><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">SER MÉDICO<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span>Concretemos un poco más reflexionando sobre lo que significa ser médico.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Ser médico supone un saber y un saber hacer con eso que se sabe, algo que implica una personal visión del ser humano y no sólo de su organismo. Algo que remite epistémicamente a algo más que el saber biológico y clínico, a una tarea antropológica, filosófica, y al cultivo de la ética, sabiendo que lo más noble puede pervertirse incluso en un grado extremo como ocurrió en Auschwitz.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Tradicionalmente, el objetivo de la Medicina ha sido la curación del paciente. Troudeau iba más lejos cuando afirmaba que un médico podía, e implícitamente debía, curar a veces, paliar con frecuencia y consolar siempre. Esos tres elementos comprenden la relación clínica singular, siempre única, aunque se repita en muchos pacientes. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span>Pero procede incidir sobre el valor exclusivo del cuidado tradicional que ejerce un médico clínico. Hay quien no ve enfermos y, sin embargo, puede ayudarlos más que quien los diagnostica y trata. La medicina preventiva, por ejemplo, puede aumentar más la esperanza de vida que cualquier tratamiento en uso, incluso en el primer mundo. Eso ocurre ocurrió y sigue ocurriendo de modo muy claro en el caso de las vacunas. Los ejemplos en el ámbito higiénico son muy abundantes. A la vez, la investigación básica y aplicada, con una atención especial al hallazgo empírico, puede resolver enfermedades que carecían de tratamientos efectivos. Un caso muy ilustrativo fue el descubrimiento de la penicilina por Fleming. El saber teórico funda y se realimenta con la investigación básica y clínica. El atomismo, con Virchow, desbarató enfoques continuistas, con la concentración de la mirada en la célula. Esa mirada, microscópica, fundó la anatomía patológica moderna y se reforzó por la comprensión de la biología celular mediante los enfoques bioquímico y genético, que centran la inmensa mayoría de publicaciones biomédicas, echándose en falta una relativa carencia del enfoque biofísico. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><b><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">UN CONTEXTO EVOLUTIVO EN LA MEDICINA<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span>Todo médico lo es en su circunstancia histórica. No estamos en la época de Galeno ni en la de Avicena o la de Koch. La evolución de la Medicina parece darse de un modo claramente acelerado. Un hito como la publicación del modelo del ADN se dio en 1953. Nací en ese año y, a lo largo de mi vida, vi cómo veinte años después se discutía en Asilomar el uso de técnicas de ADN recombinante. Tras otros diez años (1983), la genética humana moderna se iniciaba propiamente con los polimorfismos de restricción del ADN. En esa década fue descubierto y refinado el método de amplificación conocido como PCR (polymerase chain reaction). No recuerdo fechas concretas, pero fui testigo de la modernización de los servicios de radiología, ahora llamados ya, con frecuencia, de imagen, con el uso cotidiano de la ecografía, el TAC, la RMN, el PET… y no sólo con finalidad morfológica, sino también funcional. Y ahora mismo estamos en expectativa de lo que puede suponer, no sólo para bien, la inteligencia artificial en sus diferentes modos y posibilidades, especialmente la llamada generativa.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span>Vivimos tiempos también marcados por la importancia de la gestión de recursos asociada a una tendencia a la industrialización de procesos médicos, susceptibles de brillos de certificación y acreditación de calidad. Y, obviamente, los enfoques políticos y agentes económicos cobran cada día un mayor papel, para bien y para mal, en la organización sanitaria <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span>En este contexto, hay dos elementos que quisiera resaltar, por su constancia a lo largo de la historia de la Medicina y en su actualidad:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: large;"><!--[if !supportLists]--><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: black; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-themecolor: text1;"><span style="mso-list: Ignore;">1.<span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-weight: normal; font: 7.0pt "Times New Roman"; line-height: normal;"> </span></span></span></b><!--[endif]--><b><span lang="ES" style="color: black;">EL CARÁCTER PROPIO DE LA MEDICINA<o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><b><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></b></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">La Medicina no es una ciencia, aunque su avance se deba a ella. Es más bien un arte que sigue requiriendo la mirada del médico basada en su saber y en todo su ser, incluyendo su propia subjetividad, que no puede obviar. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Una mirada que, aunque sea especializada en órganos concretos, jamás puede prescindir de la perspectiva global del paciente y sus circunstancias, y que, a la vez, se da en un marco inherente a la política sanitaria de cada país, ante cuyos posibles excesos el médico ha de ser coherente con las exigencias éticas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpLast" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Estamos asistiendo a una hipertrofia de la especialización en contraste con la mirada generalista, a la vez que se sigue primando la atención a casos agudos y se ignoran en buena medida los problemas crónicos, siendo ejemplo al respecto las enfermedades degenerativas. La creciente complejidad que cada especialidad comporta, facilita que el médico cierre su mirada más allá de su campo, lo que tiene como consecuencia para muchos pacientes que se vean abocados a peregrinaciones inter-consulta con consecuencias nocivas en lo que respecta a eficiencia y a posible iatrogenia.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">También el enfermo se va viendo en atención desigual por su edad. Aunque el número de pediatras no sea óptimo, es claramente superior al de geriatras. Por otra parte, en muchos países, en España ocurre, se da una frecuente óptica hospital-céntrica que bloquea el recurso a otros hospitales del propio país o del extranjero en los que una fracción de pacientes con enfermedades raras puedan ver su salud mejorada por la deriva a centros con mayor experiencia casuística.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 88.8pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: large;"><!--[if !supportLists]--><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: black; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-themecolor: text1;"><span style="mso-list: Ignore;">2.<span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-weight: normal; font: 7.0pt "Times New Roman"; line-height: normal;"> </span></span></span></b><!--[endif]--><b><span lang="ES" style="color: black;">LA SUBJETIVIDAD Y ACTIVIDAD DEL MÉDICO.<o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><b><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></b></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">El médico ha de saber Medicina y ha de saber aplicarla. Ha habido series sobre médicos en las que se ha realzado el saber técnico sobre la empatía y viceversa. No cabe tal comparación, por absurda. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">El médico tiene la obligación ética del estudio constante, de estar al día, como suele decirse coloquialmente, pero, a la vez, le es exigible compasión, un pathos que resuene con el del paciente, aunque se conserve la distancia terapéutica. Ambas características, estudio y atención clínica pueden muy bien ser unidas en un solo término, amor. Sólo desde el amor puede saberse y ejercerse adecuadamente la Medicina. Un amor que no es sensiblería, sino que se rige por la necesaria <i>“aequanimitas”</i> alabada por Sir William Osler. La preciosa oración de Maimónides es tan antigua como vigente al respecto.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">También la necesaria distancia terapéutica es compatible con la receptividad amorosa si se da una buena dosis de <i>“aequanimitas”,</i> con la que podrá el médico asumir sus limitaciones y errores y, de forma cotidiana, algo tan difícil de soportar como es la incertidumbre.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Desde Heisenberg, sabemos que hay relaciones de incertidumbre para variables conjugadas en el caso de partículas elementales. Pero también a escalas micro, meso y macroscópicas, los efectos del azar por múltiples variables independientes, o los de la no linealidad que ejemplifica el caos clásico, dificultan la realización de diagnósticos y pronósticos. En una situación clínica esto es especialmente claro; pocas veces una prueba diagnóstica tiene una sensibilidad y una especificidad del 100%, algo que podemos apreciar prácticamente en cualquier curva ROC. En muchas ocasiones, aunque no se cuantifique, se da una incertidumbre en el diagnóstico o en la respuesta que habrá ante un medicamento, una incertidumbre que puede requerir asumir el riesgo letal. No es infrecuente que se trate de conjurar la incertidumbre mediante la realización de un exceso de pruebas complementarias, con el coste, carga emocional y potenciales efectos de ruido que comporten, traducido no pocas veces en iatrogenia. No cabe duda de que la seguridad del médico aumenta con su conocimiento, pero siempre se darán circunstancias en las que haya de soportar el peso de la incertidumbre.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">También esa incertidumbre puede dar lugar a un efecto perverso, el de compartirla con el paciente, confundiendo su derecho a ser informado con el deber de serlo, aunque no lo solicite, y así, como coraza falsamente protectora, puede serle proporcionada información más allá de la necesaria, más allá del respeto a su autonomía, y que obedece meramente a una actitud defensiva por parte del médico. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoListParagraphCxSpLast" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 36pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 34.8pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">En su magnífico libro “The Laws of Medicine”, Mukherjee argumenta la ausencia de una legalidad en Medicina similar a la legalidad física, pues el ejercicio clínico con mucha frecuencia se realiza soportando incertidumbre, imprecisión e incompletitud. No cabe, en la relación clínica, aspirar a una legalidad similar a la existente en Física.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Es natural y legítima la aspiración a ser buen médico y destacar como tal, tanto por satisfacción personal como a efectos de una leal competencia entre colegas, algo necesario para la propia profesión. No obstante, la pesada carga cientificista que ha ido impregnando la Medicina moderna ha primado el exceso cuantificador del curriculum, concebido como colección de publicaciones, más que de características bondadosas profesionales no cuantificables. Y es así que una carrera profesional puede regirse cada vez más por la obsesión bibliométrica con los índices de impacto correspondientes. Esa deriva cuantificadora facilita la tentación de no pocos médicos e incluso de investigadores básicos llevándolos a publicar lo más posible y, por ello, induciéndolos a trabajar en las llamadas líneas “productivas”. A esa “productividad” se ven llevados también los jóvenes investigadores, marginando la creatividad y la curiosidad tan propias de esa etapa vital y que necesitarían de tiempo adecuado para satisfacerlas.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 35.4pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Estamos en una dinámica de frenesí curricular que no sólo trae buenas consecuencias. En cualquier búsqueda que hagamos en Pubmed, nos encontraremos con más ruido que información real, cuando no con casos de fraude. La realización de meta-análisis y revisiones “paraguas” suponen un trabajo cada vez más necesario para separar el trigo de la paja.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt 88.8pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoListParagraph" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;"><span style="font-size: large;"><!--[if !supportLists]--><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="color: black; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-themecolor: text1;"><span style="mso-list: Ignore;">3.<span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-weight: normal; font: 7.0pt "Times New Roman"; line-height: normal;"> </span></span></span></b><!--[endif]--><b><span lang="ES" style="color: black;">¿QUÉ DESEA EL MÉDICO? <o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span>La respuesta a esta pregunta parece sencilla pero no lo es tanto. Podría decirse que el médico desea curar a cada paciente bajo su cuidado o ayudar a otro compañero a hacerlo mediante la realización de pruebas complementarias. Pero ocurre que más bien, en no pocos casos, lo que desea un clínico es alargar la vida de sus pacientes. Parece lo mismo, pero no lo es; se da un salto de lo singular, del uno por uno, a lo estadístico. Y se toma como objetivo la duración biológica más que la propiamente biográfica. En Oncología, esto se muestra de modo muy gráfico con la diana de las medianas de supervivencia, una visión estadística que fue deliciosamente criticada por el gran Stephen Gould, que sobrevivió a un mesotelioma (años más tarde moriría de otro tipo de cáncer).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">La importancia de los llamados “outliers” en las figuras estadísticas fue también subrayada por Mukherjee. No son algo a descartar sin más, sino que pueden incitar a un estudio novedoso. Un ejemplo de casos extraños lo proporciona el conjunto escaso de regresiones espontáneas de tumores, algunos metastásicos, que se publican cada año.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Una de las grandes tentaciones en el ejercicio clínico parece ser el <i>“furor sanandi”</i>, como tantos otros en los que se persigue la prolongación de la vida a cualquier precio. Ya hubo ejemplos históricos con las llamadas cirugías radicales. El <i>“furor sanandi”</i> responde a un deseo cuantificador expresado en tiempos de supervivencia o de cualquier otro modo, y atiende a la estadística de una enfermedad, más que a la singularidad de cada enfermo. Es así un excelente caldo de cultivo para una hiperproducción de fármacos costosos con escasa innovación real, así como para la medicalización de lo normal.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">Cuando es el propio médico el que está afectado de una enfermedad grave, suele rechazar que otros se empeñen en una lucha tan dura como infructuosa en busca de una curación improbable. Hay testimonios, pocos, de médicos desde el otro lado, cuando ellos mismos son pacientes, pero no suelen leerse. Uno de ellos fue el caso de un joven neurocirujano, Paul Kalanithi, muerto a los 36 años por cáncer de pulmón, y que redactó el libro <i>“Recuerda que vas a morir: vive”</i>, de edición póstuma. Entre médicos sanos parecen darse con cierta frecuencia dos formas de imprudente relación con la enfermedad, la hipocondríaca y la nosofóbica, asumiendo que los enfermos siempre son los otros. Otro neurocirujano, Henry Marsh lo recordó en su segundo libro <i>“Al final, asuntos de vida o muerte”.</i><span> </span>Suponerse inmune a la enfermedad propicia una excesiva distancia terapéutica; la película de ficción “The Doctor” es interesante al respecto.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><b><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">LA NECESIDAD DE SITUARSE<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><b><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span>Finalmente, me referiré a algo que no parece especialmente interesante desde el punto de vista de una medicina exclusivamente científica.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">La relación médico-paciente no es la de un estudioso con su objeto de estudio, sino algo que trasciende lo epistémico y lo técnico; es un encuentro biográfico, un “diálogo” diagnóstico, preventivo y terapéutico en el que ambos, médico y paciente, pueden enriquecer su vida.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">No siendo un objeto sino un sujeto con lo que se relaciona el médico, no cabe la menor duda de que la Literatura relacionada con la Medicina facilitará, iluminándolo, el encuentro clínico. Autores como Tolstoi, Mann, Waltari, Bulgakov, Berger y tantos otros parecen importantes, como lo son quienes han reflexionado a partir de su práctica clínica, entre los que cabría citar a Nuland<span> </span>y a Yalom. Pero la Literatura clásica en general es recomendable y así lo pensaron figuras como Laín Entralgo y William Osler, ellos mismos dignos, con Marañón, de ser leídos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"><span> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">A la vez, parece crucial comprender el momento actual a la luz de la Historia de la Medicina. Por ejemplo, creemos que hemos pasado claramente al logos también en la clínica, pero el contexto mítico no ha desaparecido en Medicina; sólo ha cambiado haciéndose cientificista. El efecto placebo, tan bien analizado por Jo Marchant, sigue siendo importante en el caso individual y no sólo como ruido a tener en cuenta en ensayos clínicos. Cité a alguien muy actual que me parece especialmente relevante por sus textos sobre Historia de la Medicina, Siddhartha Mukherjee.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="-webkit-text-size-adjust: auto; -webkit-text-stroke-width: 0px; font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 35.4pt; widows: auto;"><span lang="ES" style="color: black; font-size: large;">También el planteamiento filosófico parece crucial, teniendo en cuenta a Laín, a Gadamer, a Heidegger, a los grandes clásicos… Y al gran Freud, que, sin ser filósofo, lo parecía, y que reveló lo que, siendo lo más propio, pero sin ser conocido, puede inducir a uno mismo a las grandes elecciones como la que se da, para bien y para mal, al optar por hacerse médico en vez de dedicarse a otra actividad. <o:p></o:p></span></p><p><span style="font-size: large;"><style class="WebKit-mso-list-quirks-style">
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</style></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-size: large;"> </span></p><div><span lang="ES" style="font-size: large;"><br /></span></div>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-84634787942924559762023-08-16T19:43:00.003+02:002023-08-16T20:00:07.398+02:00Antiguos alumnos, amigos actuales.<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0FjERchRUeR3-fu8QqxPFibKfTE47xIhVRFj01BtnGr4u9SHqw50dMltEoxfJK4UdfKgL6ZKgcYg4tQnx2Kv2keXMa0lf7eTkva-pMqf0z_JF4DAf4p-XtAWJkfvOihyWNDBYCIZJjraC0FW9SoTYlTsR1f2HN7x4qSpMCiJwE9vkygPIG6v7hZCOdKU/s860/Cicero%CC%81n.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="860" data-original-width="640" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0FjERchRUeR3-fu8QqxPFibKfTE47xIhVRFj01BtnGr4u9SHqw50dMltEoxfJK4UdfKgL6ZKgcYg4tQnx2Kv2keXMa0lf7eTkva-pMqf0z_JF4DAf4p-XtAWJkfvOihyWNDBYCIZJjraC0FW9SoTYlTsR1f2HN7x4qSpMCiJwE9vkygPIG6v7hZCOdKU/w476-h640/Cicero%CC%81n.jpeg" width="476" /></a></div><br /><span lang="ES"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES"><span><i>“Las amistades deben ser cuanto más viejas, más sabrosas”. </i></span></span><span><b>Cicerón. “Sobre la amistad”</b>.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Cuando se reúnen amigos que tienen la misma edad, la afirmación ciceroniana cobra un vigor especial.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Algo así ocurre con celebraciones periódicas de quienes fueron condiscípulos en edad escolar y han llegado a una edad en la que la juventud va quedando algo atrás.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Se da una mezcla curiosa y magnífica entre relatos de “puesta a punto” del devenir de cada cual y añoranzas de un pasado de convivencia escolar cotidiana. El tiempo se percibe de modo especial, único, cuando colectivamente el recuerdo se mezcla con el presente y, desde ahí, se percibe la buena repetición futura. Es, en cierto modo, una visita del tiempo de Aión la que los amigos congregados reciben, en la que se ven sumergidos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>La celebración es desinteresada, algo que ya la hace preciosa en una época de encuentros de cortesía obligada o de puro interés. A la vez, no es una reunión de amigos “de siempre”, sino de quienes, con mayor o menor cercanía en la vida, celebran un día precisamente eso, la propia vida presente, vitalizada por gratísimos recuerdos que deben ser nuevamente narrados. De amigos que lo fueron y siguen y seguirán siéndolo, aunque no se vean más que una o dos veces al año, o menos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /><span> </span>En una celebración así, generalmente compartiendo una comida o una cena, prima la mezcla de narraciones que, en mayor o menor grado, a todos afectaron, casi siempre deliciosamente simpáticas, muchas ya conocidas, pero ya sabemos que la repetición de lo mismo es el necesario ritual inherente a lo auténticamente festivo. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>No sería factible algo tan alegre y estimulante sin que alguien se encargara de catalizar lo que acaba siendo un deseo común; tampoco sin que los convocados estuvieran encantados de serlo y acudieran.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>En tiempos de soledades, falsamente cubiertas por una hiperconectividad digital, encuentros así resultan sencillamente esenciales para olvidarse de relojes y agendas y vivir perceptivamente, de vivir porque sí, el siempre de ayer y mañana en un corto pero a la vez eterno presente.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-size: x-large;"> <i>Dedicado a mis amigos que fueron muchos años compañeros colegiales.</i></span><i><br /></i></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><i> </i></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"> </span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-62597479434586521632023-08-10T17:51:00.007+02:002023-08-11T09:45:23.101+02:00Dos relecturas de verano<p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEix8F2DkytQSs56A49EsVN3tZVGI7UKtOxAlzDC3Q9UD1GkG9BM2Gq9n2Q0wQ4mHG3iG7WWHXwWx7md81x9tK45iR-pJUGHpf-w_ZxRZDRkzJn5wVSn8vZBUTmjYVbteGVETbJBsX3vQdl3raP-FVVeNkPhdp78REmFkCz9a70Pcz0FD-tcCgrCJtydaVQ/s4032/IMG_7372.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEix8F2DkytQSs56A49EsVN3tZVGI7UKtOxAlzDC3Q9UD1GkG9BM2Gq9n2Q0wQ4mHG3iG7WWHXwWx7md81x9tK45iR-pJUGHpf-w_ZxRZDRkzJn5wVSn8vZBUTmjYVbteGVETbJBsX3vQdl3raP-FVVeNkPhdp78REmFkCz9a70Pcz0FD-tcCgrCJtydaVQ/w640-h480/IMG_7372.jpeg" width="640" /></span></a></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><i>“No se puede imaginar la muerte personal más que desde la vida y de su pretensión de inmortalidad”.</i> <b>Julián Marías. “La felicidad humana”.</b><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span><i>“El salto de la fe, en su propia naturaleza, sigue sin aclarar. Lo entiendo tan poco como pueda entender la esencia de un fotón”.</i> <b>Martin Gardner. “Los porqués de un escriba filósofo”.</b></span><span><o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><span> </span>Hay libros que vale la pena leer incluso más de una vez. Comento hoy dos leídos hace tiempo y releídos últimamente. El primero es “La felicidad humana” de Julián Marías. El otro lleva por título “Los porqués de un escriba filósofo” y su autor es Martin Gardner.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <span> </span>“La felicidad humana” se escribió en 1987, lo cual nos sirve para estimar un plazo mínimo en el que empezó la locura de los libros de autoayuda, algo absolutamente ajeno al libro de D. Julián Marías. Quizá sea nostalgia por edad, pero tengo la sensación de que hace cuarenta años no se publicaban tantas tonterías “psi” como ahora.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> E</span>n ese texto, que se armoniza con otro suyo, “Breve tratado de la ilusión” se hace un estudio de lo que Marías llama imposible necesario a lo largo del pensamiento filosófico, planteando las condiciones de la felicidad, cómo éstas han ido variando a lo largo de la historia y lo que tiene de instalación vectorial y dramática. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Concebida por él la vida como proyecto, constata que <i>“es frecuente la expectativa del envejecimiento como mera pérdida”</i>, afirmando en contra que <i>“se olvida que la realidad es emergente, que no está dada, y, por consiguiente, a cualquier edad puede ocurrir algo, aunque no todo”</i>. No obstante, no es ajeno su análisis a la importancia de la soledad y el horizonte de enfermedad y muerte a la hora de contemplar que la felicidad en esta vida es algo siempre frágil.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>Su perspectiva del hombre como ser “futurizo” realza no sólo el encanto de la felicidad festiva esperada, sino el más importante para un creyente, la felicidad tras la muerte, que no puede concebir en modo alguno como aniquilación. En esa creencia, incita al lector a un ejercicio de imaginación, a tratar de plantearse el cómo de la salvación que, para Marías, incluye toda la biografía humana y la de su circunstancia, la “mismidad” de cada ser humano, su carnalidad resucitada y también la de la Historia misma, sin incurrir en el exceso de la apocatástasis.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Se trata, pues, de un libro que muestra la fe de quien lo redacta, siendo una obra que facilita la discusión entre posturas diferentes e incluso contrapuestas sobre esa cuestión tan huidiza, en estos tiempos de psicofármacos y autoayudas, como es la felicidad.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>El otro libro que me parece muy recomendable es el de Martin Gardner.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>Supe de la existencia de Gardner algún día de junio de 1974, cuando me llegó a casa la revista de Scientific American a la que me acababa de suscribir. Ya la portada era llamativa, mostrando la reacción de Belousov-Zhavotinski, relacionada con un artículo sobre ella redactado por Arthur Winfree. En ese número había la sección correspondiente de Martin Gardner sobre “Juegos Matemáticos”. Aunque él no era matemático, sabía de lo que hablaba e inclinó a muchas personas a esa área del conocimiento. Estudió Física, pero se graduó en Filosofía y prestó mucha atención al método científico, alertando de su vulneración en libros como</span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">“La Ciencia, lo bueno, lo malo y lo falso”. Detractor de la homeopatía y de todo tipo de pseudociencias, fundó la revista “The Skeptic”. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> Es presumible que m</span>uchos de sus seguidores no vieran con buenos ojos que un escéptico de la talla de Gardner se declarara teísta en el libro que recomiendo aquí.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>En “Los porqués de un escriba filósofo” da sus razones para creer en Dios, en la oración y en la inmortalidad. Aunque su razonamiento guarda paralelismos con apologetas cristianos como C.S. Lewis y Chesterton (de quien realza su “asombro ontológico”) y tiene rasgos comunes con la pasión unamuniana, defiende que su apoyo reside en la filosofía y no en la religión. No obstante, él nació en una familia protestante y en este libro hay grandes coincidencias con el cristianismo. Lo familiar siempre acaba influyendo. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Descarta una a una las “pruebas” tomistas de la existencia de Dios, así como el argumento ontológico de S. Anselmo. Sugiere una armonía entre la eternidad divina y el tiempo humano que sustentaría la conveniencia de la oración intercesora, cuya eficacia podría proporcionar Dios mismo de un modo “elegante”, influyendo en la función de onda asociada a un suceso antes de su colapso por observación.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Todo el libro se apoya en numerosos autores de diversos ámbitos, aunque principalmente filósofos. Ya el inicio, con la negación del solipsismo enlaza con Berkeley y Russell, y resulta de gran interés.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"><span> </span>Una de las afirmaciones que se dan en el libro es que el salto de fe de Gardner se dio <i>“por la gracia de Dios”</i> y al respecto manifiesta lo siguiente: <i>“creo que la causa de mi fe es, en un modo que escapa a mi comprensión, el mismo Dios desde fuera de mí pidiendo y queriendo que yo crea, y el mismo Dios en mi interior respondiendo a ello”</i>.</span><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Gardner recuerda a Penrose con su alusión a que Dios tuvo que elegir un universo de extraordinaria baja entropía y también recuerda el principio antrópico, pero ni él ni Marías parecen partir de un Dios estético, sino del revelado, principalmente por y como Jesús de Nazaret.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-77276938727432364702023-07-01T19:00:00.005+02:002023-07-01T19:06:23.688+02:00 La exuberante belleza cotidiana.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDkOFbdmfireoZkTiNK0U3mIeg6fKbG8Ev0G6wVEP9LoMY8iLvav78FrdpNNQ7YF15jN1XXygCMgdlSkeDQdtZmLIqn1e1WK4MRAqcqqQPZAybL1GW8612N6DPAClPetm4V8n8seYchZ3z4h_C3WHX0oF9e5uJALPAngvKe8oN_MAmSXwiWtdf13atsEk/s4032/IMG_8377.HEIC" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDkOFbdmfireoZkTiNK0U3mIeg6fKbG8Ev0G6wVEP9LoMY8iLvav78FrdpNNQ7YF15jN1XXygCMgdlSkeDQdtZmLIqn1e1WK4MRAqcqqQPZAybL1GW8612N6DPAClPetm4V8n8seYchZ3z4h_C3WHX0oF9e5uJALPAngvKe8oN_MAmSXwiWtdf13atsEk/w640-h480/IMG_8377.HEIC" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><h3 style="text-align: left;"><i><b><span style="font-size: x-large;">" El estremecimiento es la parte mejor de la humanidad. Por mucho que el mundo se haga familiar a los sentidos, siempre sentirá lo enorme profundamente conmovido." (Goethe)</span></b></i></h3><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>De tanto verla, no apreciamos la belleza que abraza la complejidad de lo viviente, desde el orden molecular hasta formas macroscópicas de un tamaño que nos empequeñece, pasando por la estructura de una simple hoja de hierba o un árbol. Belleza existente que es tan variada como exuberante, en cierto modo enorme.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;"><span> </span>La vida tardó en concebirse por los científicos como atomística, triunfando ese criterio con la teoría celular. Lo fluídico era más visible y más extrapolable, pero quedó restringido al intercambio de múltiples moléculas nutrientes o sintetizadas entre células distintas, con circuitos vasculares con corazón, como la circulación sanguínea, o sin él como las riadas microscópicas que conducen el floema y el xilema vegetales </span></span><span style="font-family: times;">a lo largo de enormes gradientes, jugando con la gravedad o desafiándola, </span><span style="font-family: times;">en un juego de presiones que asombra. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Nada más demostrativo de lo individual celular que una bacteria, en aparente contraste con los tejidos formados por células eucarióticas. Y, sin embargo, siempre se da un juego interactivo entre individuos aparentemente aislados hasta tal punto que, a veces, formas nuevas de vida emergen como simbióticas, y lo más discreto, lo bacteriano, puede dejar de serlo en la práctica por un sentido de quorum que, de un modo extraño y complejo de comunicación molecular restringida a umbrales, propicia una acción conjunta cuasi-tisular “decidida” mostrada en diferentes modos, algunos molestos para nuestra salud, otros bellísimos como la bioluminiscencia.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Belleza utilitaria de las flores para favorecer la polinización entomógama. Belleza que percibimos en nuestro espectro óptico, diferente al sentido por una amplia variedad de insectos que a las flores se acercan. Belleza en animales tan distintos como los corales, las águilas, los insectos o los gorriones.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La riqueza de formas se realza con los colores que surgen acompañándolas. Simetrías y asimetrías a veces conjugadas armónicamente, frecuentes relaciones fractales, muestran una amplia variedad de formas brillantes, de relaciones alométricas y cromáticas, en cualquier lugar. La vida y su belleza lo inunda todo, incluyendo el medio urbano, siendo demasiadas veces desapercibida.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La ciencia nos permite ver más y más belleza en la vida que nos rodea y constituye mediante su mirada microscópica, molecular, biofísica y matemática. Realza y amplía la perspectiva poética, como defendía el gran Feynman, hasta que uno reconoce que no hay palabras para describir lo que cotidianamente ve sin ver. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Toda esa belleza que abarca desde el uso de fuentes de baja entropía como los fotones solares en los cloroplastos para la fotosíntesis, hasta la construcción de un embrión con todo lo que supone de diferenciación topológica y organización de distintas diferenciaciones celulares fisiológicamente coordinadas en el tiempo, nos interroga sólo si estamos abiertos, receptivos, a las preguntas que la vida nos hace. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Decía François Cheng que <i>“la belleza es misterio porque el universo no estaba obligado a ser bello”</i>. Es un postulado discutible, hermoso en sí mismo, y que parece implicar una perspectiva del principio antrópico en el orden estético y no en el modo epistémico. Y ese misterio no demuestra nada, sólo sugiere…o no. Ese misterio, ese "mirum" de la belleza natural asociada a lo complejo en una discreta banda de órdenes de magnitud en el seno de los que en el espacio – tiempo se desarrolla el universo, no demuestra nada, pero a mí, como a otros, nos sugiere fuertemente un sentido amoroso, inefable, poético, sagrado. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;"><span> </span>Se necesita más ciencia para elucidar los grandes problemas de la vida, especialmente los que afectan a nuestra salud y nuestra comprensión del mundo vivo y su evolución, pero no nos bastará con la ciencia para apreciar lo que, a pesar de evidente, parece no creíble, la belleza del mundo de la vida. Es así absolutamente imprescindible </span></span><span style="font-family: times;">la mirada poética, aunque “sólo” sea para ayudar a Dios, como tan particularmente decían, aludiendo a su posición, Rilke y Etty Hilessum.</span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-71492459645278493272023-06-13T18:15:00.004+02:002023-06-13T18:20:41.085+02:00Informática. Herramienta y metáfora.<p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-ev_RxxCtNuQHAMT72tSqmj7wHXg5w_7GdQJd3v0KJ1TCySyQmIuOSfhDnlFy88jUxgL-v_cLIuQ5fr7XFg6ynWrpF5B_X6p7GZ7pSW2YarpnuTP8UDl-hZb27vYGWKMu-pnz6KR4PhtLj98sAAHs8KuK7DM0Xw33bHfC0vc9FayHJvIZLz5FlDMU/s1280/artificial-intelligence-2167835_1280.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="857" data-original-width="1280" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-ev_RxxCtNuQHAMT72tSqmj7wHXg5w_7GdQJd3v0KJ1TCySyQmIuOSfhDnlFy88jUxgL-v_cLIuQ5fr7XFg6ynWrpF5B_X6p7GZ7pSW2YarpnuTP8UDl-hZb27vYGWKMu-pnz6KR4PhtLj98sAAHs8KuK7DM0Xw33bHfC0vc9FayHJvIZLz5FlDMU/w640-h428/artificial-intelligence-2167835_1280.jpg" width="640" /></a></div><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-family: times;"><i>Imagen tomada de Pixabay</i></span></div><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Hay un lema que parece reforzarse más allá, más acá, del ámbito cosmológico para el que se formuló. Se trata del “it from bit” de Wheeler. Lo primordial, lo originario, sería la información, aunque no hubiera nadie para ser informado. Esa exageración brutal se concilia con asumir que la consciencia humana es sólo mejor que otras, como la de un rinoceronte o la de un bolígrafo. Koch y Tononi defendieron, con su teoría de la información integrada, que cualquier sistema mínimamente complejo sería también mínimamente consciente. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;">El bit es, en ese enfoque, lo elemental, aunque dice muy poco. Para cualquier comunicación, interesa reducir lo convencional, sea una letra, un número, un signo, a una corta secuencia de bits, eso que se llama byte y que, aunque de tamaño relativamente arbitrario, acabó siendo una secuencia de 8 bits. En la actualidad, ya nos hemos olvidado de hablar de miles de bytes (Kb), para hacerlo de Mb, Gb, Tb y más allá. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;">El desarrollo de sistemas electrónicos de tamaño manejable facilitó la expansión de la capacidad de comunicación y de su almacenamiento. El ejemplo más obvio es lo que conocemos habitualmente como “móvil”, que, en la práctica, ha dejado de ser teléfono, porque casi nadie lo usa para hablar en sentido literal, sino para una comunicación doblemente digital, la basada en el uso, con los dedos, de lo que acaba siendo una informática binaria. En ese artefacto, transferencias masivas de información soportan aplicaciones que incluyen periódicos, bibliotecas, fotos, películas, radio, televisión, calculadoras sofisticadas, enciclopedias, juegos solitarios e interactivos, navegación GPS, registros de todo tipo, incluyendo los de carácter médico, etc. Los relojes digitales son cómodos “móviles” de muñeca, con los que podemos hacer de todo, incluso pagar en cualquier tienda.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">La diferencia entre lo que llamamos ordenadores, “tablets” o “móviles”, alude más a la comodidad del uso inherente a su forma que a su capacidad, aunque haya excepciones cuando se exigen muy altos niveles de computación (como los que soportan la famosa “nube” o los involucrados en física de partículas), que requieren máquinas de tamaño, coste energético y refrigeración considerables. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span>Todo eso es una maravilla hecha realidad. También lo es la simulación de procesos, el cálculo aplicado, la contemplación de problemas complejos en función de la posibilidad o no de su tratamiento algorítmico. Pero también h</span><span style="text-indent: 35.4pt;">ay indudables consecuencias negativas perceptibles, sobre todo, por la gente mayor que, a diferencia de los llamados “nativos digitales” son más afectados por una pérdida de servicios, por timos informáticos, y por una gran soledad que acrecienta la que ya tienen por edad. Hay efectos negativos en empleos y en aspectos relacionales que fueron cotidianos. Figuras ejemplares por su contribución social han dado paso a todo tipo de "influencers".</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Pero quizá el peor efecto del auge digital se cifre en un prefijo, “neuro”. La tentación de creer que el sujeto es un hardware biológico que alberga un software también biológico conduce a efectos buenos y a otros que son perniciosos. Es bueno y muy prometedor el uso de sistemas informáticos como ayuda, no sólo para comunicación por parte de personas con discapacidad motora; también como ayuda real enfocada a la compensación de lo hasta ahora irreparable, como las lesiones medulares. Las interacciones cerebro – ordenador y la robotización intervencionista son un campo de desarrollo fascinante que hacen esperar en una revolución en el ámbito quirúrgico y en la rehabilitación funcional. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;">La metáfora no puede, sin embargo, ir más allá del afán heurístico. No somos reducibles a algo “informático”. Lo “neuro” precede ya obsesivamente como prefijo a todo tipo de manifestación humana y sustenta no sólo la identificación mente – cerebro, sino que fomenta la analogía impresentable entre el funcionamiento cerebral y el de un ordenador. Es desde esa analogía no fundamentada que la consciencia se supone equivalente al proceso algorítmico que los sistemas informáticos permiten.</span><span style="font-family: times; text-indent: 35.4pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Últimamente, esa pretensión de equivalencia cobra auge con el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), que nada tiene de inteligente, merced a los chatGPT que simulan muy bien tareas escolares y, en general, cualquier proceso algorítmico, incluyendo la sólo aparente creación de arte.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Si el “Dr Google”<span> sigue teniendo un éxito arrollador en una hipocondrizacion generalizada, los chatGPT suponen la tentación de sustituir al diagnóstico de un médico, con efectos que, si alguna vez pueden ser bondadosos, serán en general catastróficos, en simbiosis con todo tipo de sensores de salud, por una medicalización de la vida cotidiana que irá asociada a serios riesgos yatrogénicos, incluyendo los mentales, los "<span style="caret-color: rgb(68, 114, 196);">neuro", transformados en neuras</span>. Lo más novedoso, el desarrollo informático, puede facilitar una consolidación de los peores rasgos neuróticos, cuando no propiciar la manifestación psicótica.</span><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">El contexto que prima el bit frente al it, no se conforma con ver toda conducta humana como un “neuro”- comportamiento, concibiéndose así toda área de salud mental como una "neuro-psicología". La neura de lo "neuro" y el reino de los bits acaban convirtiendo a las personas en cifras y a sus cuerpos en albergues de información transmisible, a modo de genes egoístas, a lo Dawkins. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">La informática como herramienta supone un gran avance, incuestionable, en el que nos hallamos inmersos, aunque tiene efectos colaterales que pueden ser terribles para muchas personas. La informática como metáfora nos reifica, pretende medirnos en múltiplos de bytes que se comunican entre sí y que se transmiten, sea como “memes” (de nuevo, Dawkins), sea como hijos, con información genética editable, no sólo para bien, también para lo "mejor", en el nuevo afán eugenésico.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Esta reificación se da en el seno de un neocapitalismo desmedido, que, entre otras cosas, ha transformado la basura de papel en basura de plástico y de elementos venenosos. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Si no se le pone freno a la exageración digital, si sólo vemos ventajas en los ordenadores y redes, acabaremos con la civilización misma, y no por el desarrollo de una IA poderosa con consciencia emergente, sino como tristes solitarios ahogados en plástico y sometidos a la barbarie, a no ser que antes nos lleve por delante una catástrofe nuclear, solucionando, al menos a escala local, la paradoja de Fermi. </span><span style="font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-16846049551956222972023-06-02T18:38:00.015+02:002023-06-02T18:43:11.575+02:00 Jubilación. La pasividad posible como horizonte.<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgVUGPJBma3yJFxO_mkozar00-1ewPAI_jyNLjv9YqYrOBQfCGmL3Kk9OpFBPRDUdBrN-o6w5X8c6BZgG5qBwP8tukeun0MXa4Qoxcsvb_4RqqbpWRuuLGtlMgWPVOgynGptZlonPrvmqYDcdu6noX1gI_siiWdtKomlV_VT4vkAUqJyjksKc49iqs/s4032/IMG_8063.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgVUGPJBma3yJFxO_mkozar00-1ewPAI_jyNLjv9YqYrOBQfCGmL3Kk9OpFBPRDUdBrN-o6w5X8c6BZgG5qBwP8tukeun0MXa4Qoxcsvb_4RqqbpWRuuLGtlMgWPVOgynGptZlonPrvmqYDcdu6noX1gI_siiWdtKomlV_VT4vkAUqJyjksKc49iqs/w640-h480/IMG_8063.jpeg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> Hay algo evidente, lo jubiloso de la jubilación se da o no en relación con el trabajo que ha cesado. No es lo mismo trabajar en la pesca de altura o en un andamio que hacerlo como gestor bien remunerado. Tampoco es igual un trabajo funcionarial monótono que uno creativo o vocacional.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> En general, cuando el trabajo ha sido humanamente enriquecedor, se agradecen los consejos que se reciben sobre qué hacer cuando da paso a la jubilación, un tiempo que puede percibirse, y ya lo sé, como un vacío amenazante. Ese “qué” suele atender a dos aspectos, la necesidad del lazo social, que cambia de modo importante al dejar de trabajar, y el mantenimiento o inicio de actividades rutinarias que cubran satisfactoriamente el tiempo. Se trataría de buscar un cambio de tarea, algo relativamente organizado.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Parece que se trata de “estar activo”, que ese es el gran objetivo, y bueno todo lo que lo facilite. Pero creo que es contemplable la alternativa de una visión un tanto diferente, la de optar preferentemente por la pasividad, aunque no cesen de hacerse cosas. Es verdad que es mejor hallarse ocupado que preocupado, entretenido que aburrido, y así la actividad llena el tiempo, pero también es cierto que puede acabar matándolo, como llega a decirse coloquialmente.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> Estrenándome en esta nueva fase de mi vida, entre una neo-adolescencia muy curiosa y la clara visión de mi envejecimiento, no estoy en disposición de valorar, al menos por ahora, qué conviene o no hacer o dejar de hacer en este tiempo. Pero quizá ahí mismo haya ya un aspecto discutible. ¿Hacer qué y para qué? Mirando alrededor, me parece que la cuantificación curricular parece extenderse de otro modo a viajes, estancias, aficiones, estudios reglados o rutinas gimnásticas… La variedad es amplia y, sin embargo, ante ella, también cabría adoptar una alternativa aparentemente contraria, la pasiva. Me refiero a una pasividad elegible (con actividad física y mental conservadas), no a la que ya en estos momentos están abocados en absoluta soledad, muchos miles de personas mayores de mi edad y mayores que yo en nuestro país (la expresión "clases pasivas" tiene una connotación realmente dura). <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Entiendo la alternativa pasiva querida como una apertura, con un paradójico inquieto sosiego, a lo novedoso, que puede serlo incluso en lo que se tenía por más conocido y cotidiano. Y la entiendo, bajo ese prisma neo-adolescente, como base para plantearse la propia vida con una mirada atentamente receptiva, acogedora y quizá transformadora en el único orden que merecería la pena, el espiritual en sentido muy amplio. En una entrada del pasado verano, afirmaba que tenemos tiempo antes de morir. Eso se me hace más claro ahora, en el último tramo vital.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Hay dos puntos de referencia que me sugieren esa opción por una pasividad desprendida de lo superfluo y que atienda a lo que creo esencial. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Uno es el cierre curricular y profesional. Se acabó lo que se daba, que era una vida concebida como tarea profesional, para bien y para mal, con un balance de escasos logros y abundantes carencias. Recordar o buscar brillos académicos compensadores en la vejez parece un sinsentido absoluto, cuando no fatuo narcisismo. Coleccionar “experiencias” iría, en cierto modo, en sintonía con esa perspectiva curricular en sentido amplio.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">El otro referente reside en la muerte, ya percibida como más próxima (aunque a todas las edades sea posible, como recordaba Cicerón en “De senectute”). Esa cercanía es sólo cronológica, no tiene que ver con el tiempo real, vivo, el de Aión, y sólo es factible desear una “muerte propia”, como decía Rilke, si nos hemos apropiado también de la vida misma impregnándonos de ella. Por eso cabe la pregunta esencial, a la que repugna la inercia curricular de lo que se ha hecho, sobre qué es la vida y qué puede uno buscar en ella.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">San Juan de la Cruz decía que “en el atardecer de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor”. Parece una buena perspectiva la contemplación de ese horizonte, de cara a llevar bien la vida, con independencia de que uno espere en Dios (es mi caso) o sea ateo. No se trata de una búsqueda mística, sino de una actitud de desprendimiento de lo “útil”, incluso de lo que espiritualmente así se ha considerado, un despojamiento con aspiraciones franciscanas de alabanza al Fundamento Amoroso de lo existente y en cuyo contexto, cualquier actividad que surja será espontánea, no finalista.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Sería desde la pasividad, apagando de modo natural restos narcisistas, que quizá uno consiga atender mejor al misterio del Ser, al Amor que, a pesar de tantos horrores y tanto absurdo, puede intuirse en la belleza del universo en todos sus órdenes de magnitud espacio-temporal y en el ámbito de la complejidad de lo viviente.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Entre esos dos focos, cierre “curricular” y mirada a la muerte, percibo mi “actividad” para este tiempo como mero resultado impredecible y lúdico inherente a un intento de purificación de la mirada. Por eso, es probable que, de “hacer” algo, me embarque en inutilidades como dibujar bocetos en paseos o tratar de leer en su lengua a algunos clásicos, a Hölderlin o a Dostoievski, siempre que resulte simplemente lúdico. De vez en cuando, este blog seguirá su curso, según sople el viento, que nunca sabemos “de dónde viene ni a dónde va”, sólo que parece adecuado dejarse llevar por el buen viento, aunque a veces sea demasiado perturbador.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">A fin de cuentas, la pasividad adecuada es el mejor modo de sostener una creatividad amorosa.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;">Es plausible y deseable que los vínculos humanos con que he sido agraciado se conserven y fortalezcan del mejor modo con esta perspectiva, si se mantiene. Es a esas personas a quienes dedico especialmente esta entrada.</span><span style="font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-43880359090405369292023-05-26T18:47:00.002+02:002023-05-26T18:49:06.024+02:00Amigos<p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVeSKbuOQvobzQpx0rLqQ_bmKCfDW28hL0JKZnwg4tHVd821PyoZMno6d8u-C_Dqkp4HI4Zl5yBy1sbp15mybCGJIoNl0nKArizYGM0O0V8CF84w5E0wdRBkqOCiYHEtiCoc6PKgQqqBQLmNO9aPVbFp8TJ9jdfxpAzGatQP_mfcNcZR0dWtnYsj6g/s4032/IMG_8168.HEIC" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVeSKbuOQvobzQpx0rLqQ_bmKCfDW28hL0JKZnwg4tHVd821PyoZMno6d8u-C_Dqkp4HI4Zl5yBy1sbp15mybCGJIoNl0nKArizYGM0O0V8CF84w5E0wdRBkqOCiYHEtiCoc6PKgQqqBQLmNO9aPVbFp8TJ9jdfxpAzGatQP_mfcNcZR0dWtnYsj6g/w480-h640/IMG_8168.HEIC" width="480" /></a></span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span><p></p><p><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"> <span> </span></span><span style="font-family: times;">Se dice con frecuencia que los amigos se ven en las ocasiones, aludiendo a las negativas, a aquellas en las que uno se ve en situación de carencia, sea por un duelo, por enfermedad propia, por apuros económicos o por necesidad de cualquier ayuda. Y es verdad, pero sólo parcial y con cierto sesgo de resentimiento.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Cuando uno descubre que tiene amigos es especialmente en ocasiones buenas, sean propiciadas por otras personas, sean promovidas precisamente por esos amigos.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Esa experiencia inefable de amistad la he tenido al recibir de muchos amigos, que también fueron compañeros de trabajo y fatigas varias, un cariñosísimo homenaje con motivo de mi jubilación. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Hubo alma común, recuerdos buenísimos, abrazos, sonrisas y risas, también atisbó alguna lágrima ante el discurso de uno de los grandes y sencillos médicos presentes, porque la buena emoción traiciona siempre. Hubo regalos y fotos, símbolo del mejor don que la vida puede ofrecer, como es querer y sentirse querido. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Más tarde me llegaron las fotos que allí se hicieron. Y fue así, con días por medio en época de inmediatez, porque se precisó tiempo para que una de esas amigas que allí había se tomara el trabajo de hacer con parte de las fotos, acompañadas de breves textos, un cuento real y bello, un libro maravilloso que ayer recibí de ella, con el “pendrive” con todas las fotos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Esta entrada del blog no sólo pretende volcar en él un sentimiento de esos que otorgan plena satisfacción y gratitud por haber vivido. Es, ante todo, el mejor modo que tengo para dar las gracias a todos los que en esa noche hermosa me acompañaron, a los que hubieran deseado estar allí pero no les fue posible, a quienes nos han precedido ya y también de algún modo sentí más vivos que nunca. Mi gratitud se extiende a todos los que han contribuido a que pueda ahora dar un significado amoroso a todos estos años pasados y cobrar impulso para el nuevo tramo vital.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <o:p></o:p></span></span></p><p><br /></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-69164306871709413672023-05-12T13:09:00.007+02:002023-05-12T13:16:09.362+02:00MEDICINA. El peligroso olvido de la mirada generalista.<p><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p><span style="color: #050505; font-family: times; font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #050505; font-family: times; font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKQDp4Ki6BLcQGFW7jsizu643LLy2-dbITZmmF2gMcXkugwSEuy90GkFmwBSvFDPJsJMehrkGntmM2ktYSPN3gEql5Y7FxDa-nh1rXfy76CtGfEH0oSi7L0jWFOZSi0tcA-uDhnSU1wJkp-qYo98deH_OyjBqAQXOfZy0AxgZ_VpWG4y11VELbuV1V/s1280/relief-265516_1280.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="853" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKQDp4Ki6BLcQGFW7jsizu643LLy2-dbITZmmF2gMcXkugwSEuy90GkFmwBSvFDPJsJMehrkGntmM2ktYSPN3gEql5Y7FxDa-nh1rXfy76CtGfEH0oSi7L0jWFOZSi0tcA-uDhnSU1wJkp-qYo98deH_OyjBqAQXOfZy0AxgZ_VpWG4y11VELbuV1V/w426-h640/relief-265516_1280.jpg" width="426" /></a></span></div><span style="color: #050505; font-family: times; font-size: x-large;"><br /><div style="text-align: right;"><i>Imagen tomada de Pixabay</i></div></span><p></p><p><span><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></span></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times;"><span><span> </span><span><span> </span></span></span><span>Leo lo siguiente en un peri</span></span></span><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505;">ódico digital, “</span><span style="color: #050505;">Redacci</span><span style="color: #050505;">ón M</span><span style="color: #050505;">édica", con fecha de 7 de mayo de 2023):<i> "</i></span><span style="color: #050505;"><i>Medicina Familiar y Comunitaria es la única especialidad que pincha y no consigue completar las 2.455 plazas que se ofertaban para esta edición del MIR. Concretamente, son 202 las que se quedan libres".</i> </span></span></span></p><p><span style="font-size: x-large;"><span style="color: #050505; font-family: times;"> </span><span style="color: #050505; font-family: times;">Eso me impulsa a retomar en este blog un texto que había escrito en un grupo de Facebook (Medicina y Humanidades) hace un año y que incluyo seguidamente:</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="color: #050505; font-family: times;"><span> </span>La concepci</span><span style="color: #050505; font-family: times;">ón mecanicista de la Medicina nunca había llegado tan lejos en nuestro medio.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;">La especializaci</span><span style="color: #050505;">ón es buena, siempre y cuando suponga un plus de saber sobre la persona enferma, pero no lo es cuando se </span><span style="color: #050505;">transforma meramente en un saber parcelado, en una Medicina de fragmentos de cuerpo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>El brillo de los avances m</span><span style="color: #050505;">édicos siempre se muestra en el contexto de la especialización. Y no son malos los brillos, pero pueden cegar.<span> </span></span><span style="color: #050505;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span><span style="color: #050505;"><span> </span>Se pasa a asumir, en la pr</span><span style="color: #050505;">áctica, </span><span style="color: #050505;">que un especialista en Neurolog</span><span style="color: #050505;">ía no es un médico que sabe mucho más de las enfermedades del sistema nervioso, sino un médico que sólo sabe de eso. </span></span><span style="color: #050505;">Tal criterio de especializaci</span><span style="color: #050505;">ón genera un alto grado de ineficiencia cuando un paciente lo es por la afectac</span><span style="color: #050505;">i</span><span style="color: #050505;">ón de varios órganos en un contexto de “respeto” mal entendido entre especialistas de distintos campos. Esa ineficiencia es facilitada cuando se da, como ocurre ahora, un envejecimiento poblacional.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>Si a</span><span style="color: #050505;">ñadimos el papel relevante que tienen las circunstan</span><span style="color: #050505;">cias biogr</span><span style="color: #050505;">áficas, no sólo biológicas, el desastre de tal visión de una Medicina de trozos corpóreos está servido, por lo que conlleva en tiempos de espera, peregrinaciones ínter-consulta, yatrogenia, e incluso coste económico añadido por parte del sistema sanitari</span><span style="color: #050505;">o.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>Pero el t</span><span style="color: #050505;">érmino “especialista” prevalece, y tan es así que habrá “especialistas en Medicina de Familia” (aunque sean frecuentemente sustituidos unos por otros) y no médicos generales, porque eso, lo “general”, es un término desprestigiado. Llamarle especi</span><span style="color: #050505;">alista a un generalista es un ox</span><span style="color: #050505;">ímoron que desprecia el extraordinario valor diagnóstico y terapéutico de una mirada global al ser humano enfermo.</span><span style="color: #050505;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>La que fue un d</span><span style="color: #050505;">ía reina de las especialidades médicas, la Medicina Interna, lleva un curso paralelo a la Med</span><span style="color: #050505;">icina de Familia, con su disgregaci</span><span style="color: #050505;">ón en especialidades más selectivas. La Pediatría parece abocada a un destino similar en su diversificación a pediatras de órganos, aparatos o sistemas. Y la Geriatría, simplemente parece que no existe en nuestro país, en el que el número de viejos crece de modo imparable.</span><span style="color: #050505;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>En ese enfoque, se asume, por pol</span><span style="color: #050505;">íticos mediocres y por un amplio sector de la población, que un médico generalista no sabe ni siquiera hacer peticiones de muchas analíticas o pruebas de imagen, por lo que les son vetadas por parte de gerentes y demás “calidólogos” que campan a sus anchas en nuestro sistema sanitario.</span><span style="color: #050505;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>Un médico de familia puede verse abocado as</span><span style="color: #050505;">í en no pocas ocasiones a ser un mero intermediario burocrático entre compañeros de ot</span><span style="color: #050505;">ras especialidades, para los que hace hojas de consulta o pide an</span><span style="color: #050505;">álisis básicos y alguna radiografía de tórax. A la vez, la pandemia ha sido un gran catalizador a una tendencia previa a ella, basada en el uso pernicioso del teléfono y del ordenador como ví</span><span style="color: #050505;">as de comunicaci</span><span style="color: #050505;">ón médico - paciente.</span><span style="color: #050505;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>Cuanto m</span><span style="color: #050505;">ás se desprecie la mirada generalista, algo muy claro en lo que prefieren los médicos que han aprobado el MIR, más gente, en mayor grado y durante más tiempo sufrirá por enfermedad en un sistema que parece olvidar la</span><span style="color: #050505;"> enfermedad cr</span><span style="color: #050505;">ónica, el envejecimiento y la muerte. Un sistema que también olvida, lo que es peor, la vida misma</span><span style="color: #050505;">.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"><span> </span>Todo reconocimiento social del valor del m</span><span style="color: #050505;">édico de familia se hace necesario. También</span><span style="color: #050505;"> el institucional. El Colegio M</span><span style="color: #050505;">édico </span><span style="color: #050505;">de Coru</span><span style="color: #050505;">ña </span><span style="color: #050505;">y la Academia de Medicina de Galicia han hecho muy recientemente sendos reconocimientos (la m</span><span style="color: #050505;">áxima distinción colegial un año anterior y la creación del sill</span><span style="color: #050505;">ón de Medicina de Familia en la Academia hace poco, respectivamente) a dos compañeros que han optado en su d</span><span style="color: #050505;">ía por lo que más vocacional parece en el ámbito médico.</span><span style="color: #050505;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span style="color: #050505;"> Queda mucho por hacer para recordar que el médico que precisa en primera instancia la sociedad, lo es de pacientes y no de trozos de sus cuerpos, y siempre de modo singular en cada encuentro clínico, al margen de que recurra al especialista cuando sea preciso.</span><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></o:p></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-40574416218034299952023-05-03T20:05:00.020+02:002023-05-04T10:30:42.973+02:00Ni la subjetividad es algorítmica ni la IA es inteligente.<p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig8XoMNdMy5OPYjK1ppjbQWdvrHuXi6iZpEIO_gPccu1zH--_Y4fde7KCr7aBbL9ROE5Jy4ysmUe-RtlCWAgs7C5iWM5-BQOp0fbE-ddVP4oY8fPFgybFAVNX1QtrIgI7dr089ad1-7d1haaBeAn2BAXqsT-swtz-P4QYRLQaR_aqQBHIY5WGQngZe/s1280/artificial-intelligence-7834467_1280.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="811" data-original-width="1280" height="406" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig8XoMNdMy5OPYjK1ppjbQWdvrHuXi6iZpEIO_gPccu1zH--_Y4fde7KCr7aBbL9ROE5Jy4ysmUe-RtlCWAgs7C5iWM5-BQOp0fbE-ddVP4oY8fPFgybFAVNX1QtrIgI7dr089ad1-7d1haaBeAn2BAXqsT-swtz-P4QYRLQaR_aqQBHIY5WGQngZe/w640-h406/artificial-intelligence-7834467_1280.jpg" width="640" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: times;">Imagen tomada de pixabay</span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: times; text-align: left;"> <span style="font-size: large;"> </span></span><span style="font-family: times; font-size: large; text-align: left;">Ante el curso que está llevando el “chat-GPT4”, se han producido reacciones de profesionales de distintos ámbitos del conocimiento con el intento de reflexionar sobre lo que puede suponer el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), solicitando una moratoria, algo que recuerda los recelos que las técnicas de ADN recombinante indujeron en su día y que culminaron en la conferencia de Asilomar en febrero de 1975. Algo bien distinto. A esas voces se ha unido últimamente la de Geofreey Hinton, con múltiples reconocimientos por su trabajo en Google y que deja la empresa para tener más libertad personal a la hora de expresar sus temores sobre la IA que se avecina. Su llamada de atención se ha centrado, por el momento, principalmente en los riesgos de desinformación y de desempleo que la IA puede provocar. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">No me entusiasma la prospectiva científica, aunque algunas veces quienes la hacen acierten; un ejemplo lo proporcionan páginas de “La Tercera Ola” de Alvin Tofller, en las que aludía, ya en 1980, al concepto de “prosumidor”; es difícil no serlo hoy en día, en que nuestros datos se han convertido en un bien comercial muy preciado. Pero tampoco hace mucha falta dicha prospectiva para enterarnos de que la evolución de la AI puede tener efectos no necesariamente buenos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>En cualquier caso, no estamos ante un potencial salto cualitativo de la IA que parece surgir de la nada, sino que entronca en e<span lang="ES">l enfoque “NBIC” (“nano-bio-info-cogno”) que tiene ya unos años, aunque ahora los avances de la IA parecen aproximarnos a marchas forzadas a esa singularidad con la que seguirá soñando Kurzweil. Sólo lo parecen.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Sabemos que la IA impresiona. Su modo GPT puede generar textos y confundir en trabajos escolares a profesores. Puede “crear”, dicen, arte, algo bien discutible. Se postula que su capacidad no es propiamente semántica y se limita al juego sintáctico, pero poco le importará esa distinción a quien use la IA o sea usado por ella. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;">Parece que el “chatGPT” podrá sugerir, ante un cortejo de síntomas y signos, un diagnóstico que acabaría siendo más acertado que el que proporcione el ya viejo “Dr. Google” o todos los médicos juntos de la Clínica Mayo. En unión de sistemas robóticos como el Da Vinci (quién le iba a decir al renacentista por antonomasia que su nombre iría asociado a una máquina), el ejercicio clínico en toda su diversidad se acerca cada vez más, en la concepción de muchos, a la producción de coches, submarinos, armas o lo que se tercie, impulsando un neo-mecanicismo más duro del ya existente.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>El oráculo informático está depurándose a marchas forzadas. Atrás quedaron los buscadores tipo Google. Basta con preguntar sobre algo, pedir una información corta o larga sobre un tema… y tendremos una respuesta mejor de la que podría proporcionarnos otra persona, a la vez que en una fracción de tiempo casi instantánea. Y eso sirve o, más bien, servirá, para bien y, sobre todo, para mal. <br /><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Si un sistema AI nos permite predecir terremotos, bienvenido sea. Pero no es ese uno de tantos posibles objetivos bondadosos que a corto plazo se perciben. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>El gran objetivo de la AI que se perfila no es epistémico sino sustitutivo… de nosotros. Es difícil que a corto plazo “emerja” una entidad autónoma que llegue a dominar el mundo, siendo más probable que esa AI sirva a un grupo humano (pseudo-democrático, dictatorial, comercial…), pero grupo selecto, al "servicio" de servidores voluntarios humanos, porque cada vez el ser humano, en singular, será concebido más como cosa que como sujeto. Ya asistimos a esa manipulación en “fakes” difundidas principalmente como imágenes en internet. Todas las tareas de servicio, por especializadas que sean, parecen absorbibles por la AI, con lo que es previsible una concentración de poder basada en la optimización de “recursos humanos”, expresión que siempre fue horrorosa. Y así son predecibles despidos masivos. Bajo la concepción de que todo proceso es algorítmico, por humano que sea, todo parece absorbible por la IA. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;">No nos debiera sorprender. Entre todos, hemos ido alimentando al monstruo previsible. </span></span><span lang="ES"><span style="font-family: times;">Hemos formado una sociedad de solitarios hiperconectados que excluye y castiga a quienes sólo sabían comunicarse de viva voz, presencialmente, no tecleando, con otras personas. </span></span><span style="font-family: times;">Tampoco había mucha opción; no podemos vivir en un siglo anterior.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Las grandes mentes que no son amos de la IA pueden entrar en servidumbre voluntaria con ella y no al revés. Eso implica que la IA no tendrá en cuenta preguntas importantes sobre el mundo, su naturaleza y su historia, que quedarán reducidas al ámbito académico, porque esa IA no es creativa, no planteará ninguna teoría de cuerdas, no le interesará si un problema es P, NP o NP completo. Le importará un bledo todo lo que no sea inmediatamente pragmático en su propio servicio voraz de captación de datos y más datos. No “creará” ecuaciones consistentes sino sólo aparentes sobre física de partículas o lo que cualquiera desee. Y, siendo así, la propia ciencia corre un serio riesgo de quedar sofocada por pura pseudociencia elaborada por GPT. Nuestros científicos mantienen sus puestos en función de su impacto bibliométrico, lo que ya ahora genera una hiperinflación de publicaciones prescindibles, pero que aumentan “índices de impacto”. Es previsible un crecimiento exponencial de publicaciones sólo aparentemente científicas que no digan nada sustancial “creadas” por la IA para satisfacción del “investigador” de turno.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>No se va a crear un gran hermano cibernético. ¿Para qué? Las empresas no necesitan eso, sino vender. Y los líderes políticos, que no lideran nada, tampoco; entrarán en competición unos con otros con sus equipos de asesores preguntando obsesivamente a la IA .<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Un embrutecimiento de fondo está servido gracias al psicologismo conductista con sus libros de autoayuda, que ya incluyen el estoicismo, para aguantar la alienación que venga del supuesto avance con el que tendremos que lidiar, ese que alaba el cerebrocentrismo existente y, con ello, resalta la concepción algorítmica de la propia vida.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Y, no obstante, tenemos aún la opción de seguir siendo libres, porque, por mucha IA que haya, somos singulares y nuestra subjetividad, la de cada uno, no es susceptible de simulación por ningún algoritmo. La IA nunca será traicionada, como nosotros, por lo inconsciente, porque no lo tiene, pero tampoco tiene, aunque cada vez se disfrace más al respecto, un ápice de consciencia.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span><span style="font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-48535340901783835322023-04-23T10:54:00.002+02:002023-04-23T10:55:34.354+02:00A propósito de un buen libro.<p><span style="font-family: times; font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCXodRfbqE4558RPCd0waunkNnLQuY_cQQd8MqRXZstgLoptTjmx-6qhRVvq6xNK-B0g3ps_8oEEFwaYLlROT-gO9iS94fsXaFG4UTUVGxd9eGSKabwnjpNeaYNgHnvt2YIaBXd7QpIU6nP4bWaRKbXEwWU0FgC1U5N0iV9UYICKup9gSrZRtym8eX/s911/Manifiest.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="911" data-original-width="552" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCXodRfbqE4558RPCd0waunkNnLQuY_cQQd8MqRXZstgLoptTjmx-6qhRVvq6xNK-B0g3ps_8oEEFwaYLlROT-gO9iS94fsXaFG4UTUVGxd9eGSKabwnjpNeaYNgHnvt2YIaBXd7QpIU6nP4bWaRKbXEwWU0FgC1U5N0iV9UYICKup9gSrZRtym8eX/w388-h640/Manifiest.jpeg" width="388" /></a></span></div><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /> </span><p></p><p><span style="color: #050505; font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;"><span style="color: #050505;"><span style="font-size: large;"> </span></span><span style="font-size: large;"><span style="color: #050505;">Acabo de leer el último libro de Luis Roca Jusmet, </span><span><b style="color: #050505;">"Manifiesto por una vida verdadera"</b><span style="color: #050505;">,</span></span><span style="color: #050505;"> título que sugiere lo que el libro muestra, una reflexión sobre la "propiedad" de la vida que uno lleva y la que puede llevar tras una "conversión".</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><span style="color: #050505; font-family: times;"> </span><span style="color: #050505; font-family: times;">Para ello, el autor insiste en la importancia de los ejercicios espirituales, no en su connotación cristiana, ignaciana, sino como tarea filosófica. Ya lo había hecho con mayor extensión en su obra "Ejercicios espirituales para materialistas..." que comenté en este blog </span><span style="color: #050505; font-family: times;">en su día (1).</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>El "Manifiesto" insta al lector a vivir con propiedad su vida, como "elección ética singular", mediante la práctica de “ejercicios espirituales”, tomando como referencia a tres filósofos, Hadot, Foucault y Jullien, aunque también otros, como Spinoza o Nietzsche, son recordados en el texto.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>En esta breve entrada, sólo puedo recomendar su lectura, limitándome a destacar dos aspectos que me parecen muy interesantes:<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Uno es la crítica al psicologismo. Así como el cientificismo es nefasto para lo que parece defender, la ciencia, el psicologismo lo es a la hora de concebir y tratar al ser humano. El paternalismo no es ajeno al enfoque del ser humano que parasita a la Psicología, tantas veces servil al mercado que todo lo invade, con la concepción del sujeto en el peor sentido del término, como individuo a adiestrar, algo en línea con la vieja idea de la “tabula rasa”. Por nuestro bien, el psicologismo, en triste unión con un pseudo-estoicismo que prolifera últimamente en libros de autoayuda, y con métodos de “coaching”, acaba triunfando en la medida en que nos hace triste y exitosamente siervos felices. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505; font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505; font-family: times; font-size: large;"><span> </span>El otro aspecto es la valoración del psicoanálisis en el “Manifiesto” y, en concreto, del lacaniano, en esa conversión a un mejor modo de hacer con la propia vida. El autor se confiesa lector de Freud, Lacan, Roudinesco y Miller.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Antes de concluir en el tercer capítulo con una “apuesta ética y política por una vida verdadera”, son dos las vías reconocidas en el libro para lograr esa finalidad, la filosófica y la psicoanalítica. Y esto es lo que considero un interesante desafío intelectual y, en cierto modo, vital, pues de vida verdadera trata el “Manifiesto”. La aproximación filosófica presupone, creo entender, una asunción del poder de la reflexión, de la autoconciencia, disciplinada del mejor modo con esos “ejercicios espirituales”, pero con un cierto grado de libertad de partida. Una tarea no fácilmente conciliable con la mirada oriental propuesta a partir de Jullien. Y tal vez menos aún con el psicoanálisis, que no parte de un yo que piensa libremente, sino que se funda en la gran asunción freudiana de lo inconsciente y de su poder inercial en el orden biográfico. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505;"><span style="font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Creo que sería deseable que Roca Jusmet se embarcara en la tarea de desarrollar, en un nuevo trabajo, hasta qué punto ve conciliables las dos vías que propone (filosófica y psicoanalítica), algo que parece asumir implícitamente. La introducción de la perspectiva oriental en este libro también apuntaría la necesidad de ese esfuerzo. Ya Suzuki, en su libro "Budismo Zen y Psicoanálisis", hecho en colaboración con Erich Fromm, había contrastado las miradas oriental y occidental en el ámbito literario fijándose en sendos poemas de Basho y Tennyson, relacionados ambos con una flor.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="color: #050505; font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><span style="color: #050505; font-family: times;"><span> </span>El “Manifiesto” que comento insta al lector a un esfuerzo mental, cordial y también cardial en la buena vía de la conversión hacia una coherencia ética singular. </span><span style="color: #050505; font-family: times;">Su lectura me parece muy recomendable y es con esa finalidad que he redactado esta breve reseña, sin ser yo filósofo ni psicoanalista, sino sólo alguien que, en su búsqueda, <span style="caret-color: rgb(5, 5, 5);">intenta difundir</span> lo que va viendo interesante. Este libro lo es sin duda y su autor merece ser felicitado por haber construido una obra buena y breve.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"> </span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times;">1) https://javierpeteirocartelle.blogspot.com/2017/11/la-buena-ascesis-sobre-el-libro.html</span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><o:p><span style="font-family: times; font-size: large;"><br /></span></o:p></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-50842453672605628562023-04-09T12:43:00.008+02:002023-04-19T19:50:48.026+02:00Resurrección<p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivK9vNqufqe_bQmHO4Yftn9u29CjoAq6BpVWX7x_nFl0XMwUrXjX3-7vCBDUYyGDRFkydrPHob8uVMb6ErjmVfq72Le6yLl3rNoJCnDuGKmKCFOISwQwBKD6Hk8UqzN7_-wMzbIxVLq_n0baXWhkzsEgjLQs_gOQGm_uK2fFdncb3p6DU612zE654s/s380/Maria-Magdalena%20(1).jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="260" data-original-width="380" height="438" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivK9vNqufqe_bQmHO4Yftn9u29CjoAq6BpVWX7x_nFl0XMwUrXjX3-7vCBDUYyGDRFkydrPHob8uVMb6ErjmVfq72Le6yLl3rNoJCnDuGKmKCFOISwQwBKD6Hk8UqzN7_-wMzbIxVLq_n0baXWhkzsEgjLQs_gOQGm_uK2fFdncb3p6DU612zE654s/w640-h438/Maria-Magdalena%20(1).jpeg" width="640" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><i><span class="contenido"><span style="color: #444444;"><span><span style="font-size: large;"> </span></span><span style="font-size: large;">“Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».</span></span></span><span class="apple-converted-space"><span style="color: #444444; font-size: large;"> </span></span></i><span class="contenido"><span style="color: #444444; font-size: large;"><span style="box-sizing: inherit;"><i>Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabbuní!»”</i>,</span> <b>Jn. 20, 15-16 </b></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span class="contenido"><span style="color: #444444; font-size: large;"><b><br /></b></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: times;"><span class="contenido"><span style="color: #444444;"><span style="font-weight: bold;"> </span><i>"Loado seas</i></span></span></span><span><i style="font-family: times;">, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,<span class="apple-converted-space"> </span>en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas".</i><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;"><b>S. Francisco de Asís. Laudato si.</b></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;"><span> </span>La resurrección de Jesús es la piedra de toque del cristianismo. Ser cristiano supone asumir eso que parece inaceptable. </span><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;">Los motivos para la creencia son dispares o inexistentes. Pero creer tal cosa supone esencialmente aceptar como válidos, aunque susceptibles de la exégesis correspondiente, los testimonios escritos del Nuevo Testamento, y confiar en que Dios existe y su amor sostiene el sentido de la Vida frente a lo absurdo y brutal.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><span> </span>Un misterio éste que no se resuelve aduciendo a otro. Por ejemplo, el problema de la consciencia en sentido fuerte, el de la subjetividad, mostrado a veces como el problema de los “qualia”, no se soluciona invocando una interpretación cuántica, al menos por el momento, entre otras cosas porque la comunicación sináptica parece abordable en términos clásicos.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><span> </span>El gran escéptico y científico Martin Gardner resultó ser a la vez un gran creyente en su cosmovisión, con una fe de tintes unamunianos, y tratando de mostrar la eficacia de la oración intercesora como una acción elegante de Dios sobre el comportamiento de la función de onda antes de que ésta colapsase tornando en fenómeno observable. Explicándolo así, propiamente no explicaba nada. Pero hay algo que parece oportuno recordar; se trata de la expresión del extraordinario físico Feynman que decía lo siguiente: “Creo que puedo decir con seguridad que nadie entiende la mecánica cuántica”.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large; text-indent: 35.4pt;"><span> </span>Quiero decir con todo esto que el mundo es misterioso y milagroso en el sentido de los mirabilia a los que se refería Jacques Le Goff. Lo maravilloso natural lo es tanto que milagro parece. Lo más corpóreo, lo material, no es, en su belleza, accesible a la intuición, por más que el comportamiento de las partículas elementales pueda ser expresable en un formalismo matemático cuya hermosura suele asociarse a la verdad.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><span> </span>La fe puede ser razonable para uno mismo, pero difícilmente comunicable. Menos procedente parece el vano intento proselitista (no es mi pretensión), pero sí es defendible la expresión de lo que para uno mismo resulta importante, se comparta o no por amigos y extraños. Es por eso que me permito esta entrada, que conecta con algunas más anteriores a ella.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><span> </span>En el evangelio de Juan, Jesús resucitado es confundido por María Magdalena (primera persona a la que parece presentarse) con un hortelano o jardinero (según las traducciones). Ese modo de aparición de Jesús resucitado resuena en mí esta vez porque remite al cuidado de un jardín. Antes de su muerte ya aludía a la belleza de los lirios del campo. Fue uno de sus más similares discípulos, Francisco de Asís, quien se hermanaba con él en su alabanza a Dios por todas las criaturas. Belleza, verdad y bondad parecen inexorablemente unidas en un término, amor, que remite en mi alma a Dios.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times; font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;"><span> </span>Con el mayor respeto y admiración a la coherencia de personas extraordinarias y que son agnósticas o ateas, entre las que se </span><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;">encuentran mis mejores amigos, hoy, día de la pascua cristiana, me he </span><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;"> </span><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;">permitido esta expresión de mi perspectiva fundamental de la </span><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;">Vida.</span><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: times;"> </span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-9186603017991089348.post-45210417252230623112023-03-29T16:39:00.004+02:002023-03-29T16:51:46.134+02:00Jubilación y Adolescencia<p><span style="font-family: times; font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><i style="font-family: times;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIKhepx1opVaQ4vyGETygF1vGSVHXbyjek_ZeLJTA7gEYvw1zq5o70ugCnnvu6sTTpdKBHhXbceUslwQcyZr83MVn5cnmQhoHFe679rJ1JcQKQT-ZjRBaB-1Z-qm62DE2_6_jVIrTW6uYxsBZuVSzjJLnN-UBVGfHybGG-46yJqFQZXmfVUltCBGbJ/s4032/IMG_6581.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIKhepx1opVaQ4vyGETygF1vGSVHXbyjek_ZeLJTA7gEYvw1zq5o70ugCnnvu6sTTpdKBHhXbceUslwQcyZr83MVn5cnmQhoHFe679rJ1JcQKQT-ZjRBaB-1Z-qm62DE2_6_jVIrTW6uYxsBZuVSzjJLnN-UBVGfHybGG-46yJqFQZXmfVUltCBGbJ/w640-h480/IMG_6581.jpeg" width="640" /></a></div><br /><p><br /></p></i><p></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> <i> </i><i>“Es esencial a las trayectorias biográficas el poder empezar a cualquier altura". </i><b>Julián Marías</b>. Breve tratado de la ilusión. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><i><br /></i></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><i><span> </span></i><i>“N</i><i>icodemo le preguntó: ¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo?” </i><b>Jn. 3,4</b><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><i><span> </span>“La muerte, tu sirvienta, está en mi puerta. Ha cruzado el mar desconocido y ha traído tu llamada hasta mi hogar. La noche está oscura y mi corazón temeroso. Pero cogeré la lámpara, abriré la puerta y me inclinaré para darle la bienvenida”.</i> <b>R. Tagore.</b> Gitanjali.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> En l</span>os últimos años de mi vida laboral me obsesionó algo la idea de preparar un futuro no deseado, el de la jubilación, aun a sabiendas de que me parecía peor no poder realizar el penúltimo rito de paso. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Finalmente, llega el día. Se celebra con compañeros de trabajo el haber alcanzado la temida edad. Se es animado por otros que dicen que, en esa etapa vital, no tienen tiempo para nada, algo más atribuible a la perspectiva psíquica de la aceleración del tiempo con la edad que a algo real, pues antes, en la etapa laboral, habría menos tiempo para lo que fuera que tras haberla concluido.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;"><span> </span></span></span><span style="font-family: times;">Ayer recibí la llamada de felicitación de cumpleaños de un compañero y amigo que es sabio; en la conversación se reveló una comunidad de un sentimiento inesperado para mí y que él lleva disfrutando desde hace años. Tal coincidencia me anima a producir esta entrada en el blog.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: times;"><span> </span>Había ido construyendo planes de actividad, pero parecen ahora superfluos, los lleve o no a cabo, ante la curiosa e inesperada sensación a que acabo de referirme, la de momentos en que percibo algo tan curioso como una nueva adolescencia.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES"><span style="font-family: times;"><span> </span>Es una sensación magnífica de estupor que probablemente desaparezca, pero es algo bueno e inesperado, vital en el mejor de los sentidos. </span></span><span style="font-family: times;">No se trata de la ya habitual “adultescencia”, esa prolongación de inmadurez a la edad en que uno debe madurar. Tampoco se relaciona con el patético intento de rejuvenecer, aunque no se descarten medidas saludables. Mucho menos pienso en esa estúpida asociación de la vejez a la infancia, de terribles consecuencias en nuestra sociedad gerontofóbica.</span><span style="font-family: times;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Es una percepción extraña y sorprendente. En pocos días se han desterrado planes hechos en años anteriores. Mi sensación aquí y ahora es que no me importa el allí y mañana más de lo que me importaron cuando tenía 16 años. Entonces imaginaba futuros, ahora estoy abierto a contingencias posibles. Lo atribuyo a una percepción más clara de mi gran ignorancia, algo de lo que era consciente, pero menos que ahora mismo. Y supongo que es esa ignorancia la que me impulsa a la imposible tarea de conjurarla a base de acoger ansias en vez de ansiedades. ¿Durará? No lo sé.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La sensación es peculiar, de ausencia de tiempo, no de carencia de él. Diría que es una cierta entrada en el tiempo de Aión, ante el que los temores de finitud implícitos en la perspectiva cronológica decaen y, a veces, casi desaparecen.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Lo inconsciente en nosotros no sólo nos perturba con su goce peculiar, que suele manifestarse en modos que nos hacen sufrir y mucho (se acierta cuando se dice que "en el fondo" es lo que uno quiere). Russell ya nos había contado que dejaba que su inconsciente trabajara, tras haber luchado sin éxito con un problema matemático; transcurrido un paréntesis de días de “no hacer nada”, la solución se desvelaba. Y tengo la fuerte sensación de que ese fondo de lo bueno inconsciente se me revela ahora con el regalo de una nueva perspectiva que sólo puedo comparar a la que se dio en la adolescencia. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>No se trata de recordar años concretos, no caben nostalgias ni añoranzas, aunque pueda concretarse la edad de entonces, sino de momentos de tiempo auténtico. No se recuerda tanto la juventud, ese tiempo en que pasan al acto las grandes elecciones, generalmente inconscientes, y que, en la madurez, se afianzan con la construcción de una vida laboral, a veces de triste obsesión curricular cuando surge de una trayectoria académica, universitaria, y con el mantenimiento de la relación de pareja. Sabemos que los cambios en ambos aspectos cruciales, si se dan, son, en su esencia, mera insistencia en la repetición que lo inconsciente requiere. En la adolescencia, en cambio, quizá porque lo inconsciente no se haya manifestado en sus consecuencias, el horizonte de posibilidades parece claramente abierto, tal vez porque todo se intuye a punto de ser desvelado, algo bello porque sugiere esa inminencia de una revelación que no se produce, de la que Borges dijo que quizá fuera el hecho estético.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>La perspectiva que ahora tengo es que siempre podemos alcanzar la salvación, aunque no sepamos bien en qué consiste eso, tantas veces tomado en un contexto estrictamente religioso.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>No sé lo que durará esto, pero mi miedo a la propia muerte parece haberse esfumado. Ojalá sea así y, recordando a Mark Twain, diría que las múltiples enfermedades que padecí (alguna incluso real) ya no sostienen ahora la vieja hipocondría, algo que no me ocurría tampoco en la adolescencia, época en la que despreciaba a los aprensivos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>No puedo obviar el hecho de que, por mi fe, considero esto un efecto colateral del hecho de ser, de “ser-me”, de "ser-nos", porque sólo somos en relación con la alteridad y no desprendidos egocéntricamente de ella, algo tristemente de moda con el "mindfulness" y cosas así. Es en la gran Alteridad en la que creo, Dios, quien nos otorga no sólo el nacimiento sino la posibilidad de metanoia, de renacimiento, como instaba Jesús al viejo e ilustrado (no sabio) Nicodemo, aunque muramos en el intento.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-size: x-large;"><span><span lang="ES"><span style="font-family: times;"><span> </span></span></span><span style="font-family: times;">Entro así de un modo inesperado, pero compartido, al menos por un buen amigo, en la posibilidad de vibrar con lo bueno de algo similar en aspectos espirituales a la adolescencia. Y es tan extraño como animoso que eso ocurra en el último tramo de un recorrido maravillosamente singular, reino de contingencias que ponen a uno a prueba, y que conduce al Gran Misterio, a lo que algunos, con criterio apofático, llamamos Dios.</span><span style="font-family: times;"> </span></span><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: times;">También en esto me encuentro como ese adolescente del que me separan más de cincuenta años. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>A Dios agradezco aquella y esta adolescencias. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>A Dios agradezco que, sin merecimiento alguno por mi parte, me haya concedido una trayectoria profesional tan larga y rica en compañeros y amigos con los que tuve la fortuna de trabajar. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> A Dios agradezco toda la belleza que me ha sido posible contemplar en estos años.</span><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> A muchos compañeros y amigos agradezco su amabilidad, cortesía, profesionalidad, tantas cosas buenas que me han dispensado en esta larga etapa que acaba hoy. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><span> </span>Espero saber, como Tagore, cuando llegue el final, recibir, aunque sea con corazón temeroso, a la mensajera divina, a la franciscana hermana muerte, cuando esté en mi puerta. Seguro que es factible porque he visto demasiada belleza, tanta como para aceptar el milagro de la vida. </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;"><span lang="ES"><span style="font-family: times; font-size: x-large;"> </span></span></p>Javier Peteiro Cartellehttp://www.blogger.com/profile/17813776051750733758noreply@blogger.com8