martes, 19 de marzo de 2024

Afasia

 


Imagen tomada de Wikimedia Commons.

    Día de San José. Hoy la felicité por su santo. Como otros años. Como en otras festividades que impone el tiempo cíclico sobre el lineal y nos hacen creer perennes. Esperé la respuesta ya tristemente habitual, estereotípica. No se produjo. Al contrario, sentí cómo el teléfono transmitía el terrible esfuerzo afásico en forma de sílabas y silencios, como ruido incoherente y a la vez reconocible en su frecuencia y tono.


    Adrian Owen observó que pacientes en estado vegetativo pudieron asociar respuestas dicotómicas a imágenes de fMIR. Quizá algún día una interfaz cerebro – máquina palíe las brutales carencias que una demencia supone.


    Ante una enfermedad neurológica que bien merece muchos más recursos en investigación básica y aplicada, corremos el riesgo de "neurologizar" al paciente y negarle en la vida cotidiana su posible subjetividad, asumiendo que ni sufre ni padece. Hay quien llega a decir que una demencia es dulce porque anula el miedo a la muerte. ¿Cómo saberlo? Y, aunque fuera así, ¿valdría la pena? En la práctica, podemos fomentar un cuidado familiar o residencial crudamente crueles si dogmatizamos un mundo personal que se oscurece irreversiblemente, en el que no pueda haber chispazos luminosos de presencia de sí mismo. 


    La necesaria investigación, que atenderá a estadísticas, modelos experimentales y ensayos clínicos, y en la que se están produciendo avances,  requiere también el complemento clínico impulsado por la mirada compasiva auténtica ante cada paciente, tanto por parte de familiares como de la sociedad en su conjunto. 


    Hay quien es llevado a beber pronto y durante mucho tiempo las aguas del río del olvido. No podemos olvidar que eso ocurre aquí y ahora y que cada uno de nosotros puede beberlas lentamente en años de deterioro cognitivo, antes de morir.


    El envejecimiento poblacional urge a un establecimiento de prioridades de atención clínica más realista del que actualmente disponemos.