sábado, 9 de enero de 2021

Un milagro de la cirugía

 


Imagen con enlace a "La Voz de Galicia"

 

Un periódico, “La Voz de Galicia”, se hacía eco hoy de una proeza realizada hace unos meses. Se trata de la reimplantación con buen efecto funcional de una mano que una desbrozadora le había amputado a una persona. Un accidente laboral que pudo cambiar a algo claramente peor su vida y la de su familia. 

 

El titular, en estos tiempos de pandemias y nevadas, puede pasar desapercibido. Por otra parte, no es algo que ocurra por primera vez, pero a mí me ha impactado especialmente por dos motivos.  

 

Uno de ellos ya lo había comentado en otra ocasión. Aunque todos quienes somos médicos nos dediquemos a curar, paliar o acompañar, lo hacemos de un modo muy diverso. Además de quienes nos centramos prácticamente sólo en pruebas complementarias diagnósticas / pronósticas, lo que importa es usar todo el conocimiento que cada uno tiene para resolver problemas, para curar en la medida de lo posible y, en este sentido, suele diferenciarse entre patología médica y patología quirúrgica. 

 

Vivimos un tiempo en que se han ralentizado los avances médicos. Grandes impulsos como las revoluciones diagnósticas de imagen y de estudios moleculares, incluyendo los genéticos, así como en terapias, desde los antibióticos hasta una gama de anticuerpos monoclonales, parecen haber entrado en un cierto impasse. Si, como esperamos, las nuevas plataformas de vacunas funcionan adecuadamente y con seguridad, estaríamos ante un gran cambio en una defensa frente a gérmenes novedosos que, durante el año pasado, ha sido penosamente similar a la de 1918. Sería una excepción. También lo serían grandes promesas, como el uso de células pluripotentes inducidas, los métodos de edición genética, el desarrollo de nuevos citostáticos, de vectores nanotecnológicos o de antivirales, si se hacen realidad.  

 

Pero la necesidad del conocimiento básico, imprescindible para el desarrollo de la terapia médica es menor en el caso de la cirugía que, ya, ahora, puede beneficiarse del avance técnico existente para lograr metas inconcebibles hace relativamente poco tiempo, como la ayuda de robots, las conexiones cerebro-máquina, los accesos mínimamente invasivos, los implantes biónicos, etc. No cabe duda de que esta diferenciación tan tajante es simplista y requiere el concurso de diferentes ópticas en una tarea común. No obstante, a pesar de la simbiosis progresiva entre cirugía y tecnología, sigue persistiendo, más que nunca, la necesidad de un saber que funde la ciencia y el arte, un temple capaz de tomar decisiones en segundos y de tomarse un tiempo de horas si es preciso. 

 

El otro motivo por el que me impactó la noticia es personal. Ocurre que el autor de la proeza, el Dr. Ángel Álvarez Jorge, es amigo personal, fue compañero mío muchos años en el CHUAC, y tuve el honor de publicar con él un "paper" en el que describimos el uso de una citoquina, la interleuquina 6, como factor pronóstico en grandes quemados. 

 

El milagro recogido en el periódico no es el único realizado por mi amigo, fruto de un gran saber de su especialidad unido al temple al que me referí y a un magnífico seguimiento personalizado del paciente. 

 

Ángel ha sabido aprovechar el entorno en el que se hizo especialista, dirigido sabiamente por un excelente cirujano plástico, el entonces jefe de servicio, Dr. Martelo, quien, como todos los compañeros y amigos de Ángel, se habrá alegrado de ese éxito, viendo que, en Medicina y Cirugía, quizá en mayor grado que en otras actividades humanas, la buena transmisión del saber, que será constantemente actualizado por quien bien lo reciba, es imprescindible.  

 

Noticias así nos alegran a todos los que hemos convivido en un gran hospital y en épocas de más limitaciones, pero, quizá nostálgicamente, más entrañables en elementos como los criterios de autoridad científica, enseñanza y compañerismo, que han de regir entre médicos.

 

Dedicado al Dr. Ángel Álvarez Jorge.

 

 

 


6 comentarios:

  1. Es una noticia que nos debe reconfortar, que nos anima. A pesar de los pesares, los auténticos profesionales no cejan en su labor. Que sigan los éxitos. Gracias,Javier, por esta alentadora entrada. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias a ti, Fidel.
      Estas noticias son especialmente animosas en tiempos en que la otra cara de la Medicina, la de la prevención, ha mostrado sus grandes debilidades, en gran medida por aspectos políticos de todos los signos.
      Un abrazo
      Javier

      Eliminar
  2. Sabes que soy un gran desconocedor del campo científico y de la medicina; si hoy sé algo es gracias a ti y a tus libros. Quiero sumarme a tus palabras, a tu homenaje desde esa ignorancia. Todas y cada una de las palabras que escribes y los mensajes que estas llevan las comparto. Mi agradecimiento a Ángel Álvarez y a todos los "ángeles" como él y como tú. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Miguel.
      Como bien dices, los ángeles son, a veces, reconocibles, y no sólo por su nombre. A mí me faltan mucho más que las alas (en el mejor de los casos).
      Un abrazo
      Javier

      Eliminar
  3. Querido Javier: como bien dices, esta intervención del Dr. Álvarez Jorge es una auténtica proeza. Entre tanta desdicha e infamia cotidianas, teniendo que soportar tanto discurso canallesco por parte de nuestros políticos, listillos, “expertos” y comunicadores, gente como tu amigo nos devuelve la confianza y la alegría de que los seres humanos también somos capaces de hacer cosas así. Recuperar una mano es recuperar una vida. La pérdida de un miembro es una experiencia terriblemente traumática que muchas personas no lograr superar jamás. Por eso este amigo tuyo ha hecho dos cosas al mismo tiempo: le ha devuelto una mano a su dueño, y también lo ha hecho renacer.
    Un abrazo,
    Gustavo Dessal

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Gustavo,
      Tu comentario realza ese gran abanico de posibilidades en que se mueve el ser humano.
      Y aclaras perfectamente la importancia de esa intervención quirúrgica. No se trata sólo de un fragmento de cuerpo, sino de restaurar su integridad, su vida. No se trata por ello de realzar la proeza técnica y nada más sino de fijarse, como bien muestras, en el valor de "recuperar una vida". Y creo que es en el Talmud en donde se dice eso tan importante de que "quien salva una vida, salva el mundo". Algo que tantos olvidan en estos tiempos de pandemias cuando, en vez de la mirada al sujeto, a cada uno, se contempla un individuo estadístico en forma de curva.
      Gracias nuevamente por iluminar las entradas de este blog
      Un fuerte abrazo,
      Javier

      Eliminar