viernes, 7 de octubre de 2022

Escribir por escribir.


     

        Todos escribimos algo, desde el que toma esporádicas notas hasta el escritor profesional, el que se gana la vida escribiendo. No es algo de siempre. Hasta hace muy pocos años, el analfabetismo campaba a sus anchas en nuestro país. 


Escribir se ha hecho demasiado importante no sólo para bien. A día de hoy, un científico no se prestigia tanto por su trabajo de búsqueda como por lo que publica en revistas de su campo. La “productividad” científica, para bien y, sobre todo, para mal, se mide de modo bibliométrico.

 

En el campo humanístico, me consta por amigos que también se está introduciendo esa maligna concepción que confunde lo que uno hace, hablar, enseñar, escribir a veces, con rígidos criterios bibliométricos, eso que entra en el lamentable campo de la “calidad” tipo ISO, como si las publicaciones en filosofía fueran equiparables a cualquier artículo vendible. La existencia de un profesor puede ser enmascarada por las “existencias”, por las cosas, llamadas artículos, que produce.

 

Sirva este contexto general para ir enmarcando por qué escribo algo como este blog, alejado de artículos científicos o médicos, que serían más propios de mi terreno.

 

Creo que sencillamente escribo por escribir, algo así como que hablo por hablar. La escritura me sirve, más que para expresarme, para entender la expresión de otros, es decir, para leer. Esto es algo muy común. Somos muchos los que leemos escribiendo, sea tomando notas o, de modo más simple, “estropeando” libros y artículos subrayando o resaltando con rotuladores (esos “fosforitos” me son muy útiles) lo que nos importa, lo que más merece ser tenido en cuenta. 

 

Se escribe por escribir y también cuando es más “serio” que hablar. En el hospital, en el que llevo ya 46 años, sucesivas direcciones y jefaturas me facilitaron que depurase aspectos formales de mi escritura al inducirme a producir correos internos un tanto críticos. Me hicieron, sin duda y sin pretenderlo ellos, mejor escritor de lo que fui.

 

Y debo mucho de esa escritura a mis empeños juveniles por recopilar información de una vieja enciclopedia de mi padre para confeccionar artículos que sólo yo leería. Desearía conservarlos, pero los destruí hace muchos años. Esa enciclopedia era el internet de la época, algo más lento, eso sí. 

 

Nunca escribí un diario, quizá porque siempre intuí que algo tan íntimo, se hace, consciente o más bien inconscientemente, para ser leído… por otros.


La escritura como algo precioso la descubrí fundamentalmente al hacer la tesis. Tener que escribir una introducción general y una discusión de resultados fue una experiencia absolutamente satisfactoria (mi gratitud con mi amigo José Cabezas, mi director de tesis, es perenne). Esa experiencia me enseñó una de las dos cosas que más valoro del hecho de escribir: ayuda a leer, porque escribir significa buscar e imaginar. En ese trabajo de búsqueda, la mirada que selecciona libros y páginas de ellos es dirigida y, a la vez, se abre a lo contingente que ese material ofrece. En gran medida, escribo para aprender a leer.

 

Hay otro aspecto motivador que descubrí cuando se me ofreció, en el contexto psicoanalítico, la oportunidad de participar, junto a mi amigo psicoanalista Manuel F. Blanco, en una compilación, dirigida por Gustavo Dessal, de la que surgió un libro, “Las ciencias inhumanas”.  Esa experiencia facilitó otras colaboraciones y la producción de mi primer libro, “El Autoritarismo Científico”.

 

Previamente a eso, siguiendo la estela de mi adolescencia y juventud, de cuando descubrí la belleza de lo que nos rodea y constituye organísmicamente, había construido un libro más propio de aquellos tiempos, pero que “necesitaba” publicar como gratitud a la vida, aunque entonces no lo sintiera así. Era “Estética de la Ciencia”, que acabé auto-editando.

 

Y después, descubrí el mundo de los blogs, primero por los de amigos, en los que entraba a comentar sus entradas. Finalmente, surgió éste. Su nombre, “Cerca del Leteo”, no recuerdo cómo brotó, pero supongo que de un cierto sentimiento de que ese río se va aproximando por culpa de Krónos, aunque haya siempre tiempo, el de Aión, antes de la depresión, la demencia o la muerte. Fue una perspectiva de escribir “por entregas”, pero sin guión, sin resultado final; a pinceladas de mayor o menor grosor y color sobre lo que la vida me mostraba, partiendo de una conclusión analítica sentida profundamente, la de ceder a una creatividad amorosa. 

 

Hice la experiencia de cerrar el blog unos meses, pero la necesidad de escribir fue superior, y la de escribir así, sin finalidad, sin pretensión alguna más allá de tratar de contagiar lo bueno que veo en lo que me rodea. Y lo reactivé. Sigue induciéndome a leer, en un tiempo en que mi pereza y desilusión son mayores de lo que eran (no descarto efectos de la pandemia en esa acedía que a veces predomina). Sigue induciéndome a expresarme.

 

Debo a mi admirado amigo Gustavo Dessal su sugerencia de construir un libro a partir de este blog que ya tenía siete años de existencia. Y así vio la luz esta última obra que aquí presento, “Una mirada a la Ciencia, la Medicina y la Espiritualidad”. El prólogo que realizó para él Dessal es uno de esos grandes regalos de la vida que me inducen a seguir escribiendo.

 

Uno siempre escribe para ser leído, pero el hecho mismo de escribir tiene otra fuerza distinta, la de un goce placentero (a diferencia de goces neuróticos), la de sentirse unido al mundo, la de centrar la mirada en lo que importa, haciendo desde ella esa diferencia crucial entre lo óntico y lo ontológico, eso que nos hace valorar sólo lo que realmente importa. Y es que se trata sólo de amar, de ser. 


Disponible en https://www.p21.es/libro/una-mirada-a-la-ciencia-la-medicina-y-la-espiritualidad/

14 comentarios:

  1. Muy buen comentario sobre la necesidad de escribir. Yo, como señalas, también escribo porque leo y "estropeo" libros a manta... Escribo para aprender. Resumo y ordeno lo leido para que otros se animen a leer. Escribo por placer y porque me permite situarme fuera de los "impactos", porque me gustan mas las reflexiones a fuego lento... Leere tu libro con sumo placer, porque eres uno de mis autores de cabecera. Un abrazo. Toni

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    1. Querido Toni,
      Tus palabras son un excelente tónico para el alma. Agradezco mucho tu comentario y, sobre todo, tu amistad, con la que me honras.
      Un gran abrazo

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  2. Hermoso escrito Javier que se justifica a si mismo toda vez que escribes y que legítima el deseo de escribir pensando en el Otro.y estás obviamente inmejorable mente acompañado en el prologo.n abrazo

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    1. Muchas gracias.
      Sí. La compañía de Gustavo, con su generoso prólogo, ha sido y es un gran apoyo.
      Un abrazo

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  3. Estimado Javier. Me uno a los comentaristas que me han precedido en los elogios a tu persona. En tu entrada de hoy dices “gratitud con mi amigo José Cabezas, mi director de tesis, es perenne” por la poca cosa que hice en aquel extraordinario trabajo tuyo!!. Ese trabajo sirvió para mantenernos unidos con ese delgado hilo, pero resistente, que es la amistad. Leeré tu libro y, siguiendo mi costumbre, lo llenaré de subrayados y notas al margen. Continua amigo mío.

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    1. Querido José,
      Vaya si hiciste, incluyendo tiempos de expectativa, de dejarme hacer a mí, pero siempre orientado por tu excelente brújula.
      Qué razón tienes al decir que la amistad es un hilo delgado pero resistente. Basta con esa constancia, que no entiende de veleidades de ningún tipo ante lo esencial,
      Un gran abrazo.

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  4. Muy interesante. En lo de escribir, como con casi todo, se va mejorando con la práctica. Pero, un poco como en el campo de la música, donde son muchos los intérpretes y pocos los compositores, somos muchos los que leemos y analizamos, y pocos los que escriben de manera creativa. Yo siempre he leído mucho, y como no soy muy creativo, mis escritos, tanto libros como artículos, normalmente han empezado como comentarios acerca de los textos surgidos de la creatividad de otros, periodistas, políticos, historiadores y demás. He empezado como Javier, con apuntes y notas, y procedido con un método que se aproxima al de copiar y pegar, enlazando después esos textos cortos. A veces leer a autores establecidos es "desmoralizante", porque uno se da cuenta de que nunca puede alcanzar la mínima calidad exigible para publicar.

    En cuanto a lo académico, es cierto que publicar puede ser una manera de agradecer las atenciones de un compañero, y no siempre con el criterio de calidad. Sin embargo, esto es menos cierto hoy en día, cuando la publicación o no depende de revisores independientes, objetivos y anónimos que opinan y puntúan en escalas fijadas previamente.

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    1. Muchas gracias, Alan.
      Tocas un punto muy interesante, el de los revisores. El proceso "peer review" ha sido y es algo bueno, porque filtra muchas publicaciones carentes de rigor, especialmente en el ámbito de las ciencias naturales y de la medicina. Sin embargo, tiene sus defectos y excesos. Por un lado, hay pocos revisores cualificados en algunos campos, como las matemáticas (muy pocos pudieron establecer la calidad del trabajo de Andrew Wiles, por ejemplo). Por otro, hay sesgos que podríamos considerar de uniformidad y que dificultan la publicación de lo que se sale de cierta "norma" o, como me parece entender de lo que dices, de "escalas fijadas previamente". Así, parece improbable que publicaciones como las del joven Einstein pudieran ver la luz hoy en día con ese sistema de referees. Un trabajo tan notable como el modelo de ADN de Watson y Crick (excluida de muy mala manera R.Franklin) surgió de una carta dirigida de modo directo a Nature en 1953. Parece un resto bondadoso de un pasado quizá demasiado elitista.
      A la vez, la fiebre por la publicación académica se enfrenta a una carencia de revisores adecuados, lo que, junto a la prisa por publicar ha llevado a los "pre-prints", que han cobrado vigor en el ámbito de la Física en medios como Arxiv (se ha llegado a cuantificar en minutos la prioridad de publicaciones sobre los resultados del nuevo telescopio espacial James Web). La obsesión da la prioridad predomina, en la mirada de no pocos referees, frente a la necesaria reproducibilidad.
      Probablemente, el rigor de las publicaciones en el ámbito académico aumentara si se debilitase el excesivo valor otorgado al aspecto bibliométrico (índices de impacto, índice "h", etc.) en los criterios de juicio curricular. En el ámbito científico y médico se publica mucho y eso incluye un ruido excesivo.
      Un abrazo

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  5. Excelente reflexión, Javier la que haces en tu blog,sobre la escritura y la lectura, dos posiciones unidas por el tiempo de comprender que objetan que la lectura esté en ese tiempo y la escritura en la conclusión. No hay ningún tiempo de concluir con la escritura, es infinita y se abre toda vez que cumpla su destino de ser leída, otra vez a la comprensión y ambas no están exentas del inevitable goce que las atraviesan .( también para mi Gustavo es un estímulo en el lugar de la causa, para escribir.)
    Abrazo

    Oscar Strada

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    1. Muchas gracias, Oscar, por tu comentario.
      Iluminas con él algo que yo no supe aclarar como tú lo haces: "no hay ningún tiempo de concluir con la escritura".
      Esto que dices creo que supone un sabio freno al afán, casi de coleccionista, que puede darse con la lectura: Es imposible una completitud lectora, pero nos asfixia un tanto el tratar de perseguirla, aun sabiendo que ese esfuerzo será inútil: ¿Qué leer ya?
      Con la escritura, aunque no nos demos cuenta, asumimos tácitamente eso que indicas, que es infinita, y saber de esa infinitud sosiega y confiere libertad. A la vez, el "qué escribir" sencillamente surge de lo que somos y vemos.
      Un abrazo

      Javier

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  6. Enhorabuena amigo Javier; por mi parte, ya voy de cabeza a por esa joya.

    Sergio,

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    1. Bloging in the wind22 oct 2022, 3:01:00

      ” […] el hecho mismo de escribir tiene otra fuerza distinta, […] la de sentirse unido al mundo”.
      Ante esas palabras decidí echar el ancla, fondear por un momento y escribir. Escribir porque mi mente recuperó (como suele hacer: de manera independiente) la imagen de Zweig y su mundo de ayer. Y pensé que ese mundo al que sentirnos unidos puede ser pasado, presente o, para algunos como yo, el mundo que se nos escapa, quizás por fortuna, como el globo de un niño al que se le escurre de sus dedos distraídos el hilo que lo sujetaba (¿el cordón umbilical?). Pero si ese mundo, como el de Zweig, lo reducimos en un alarde de alquimia a lo que realmente importa, ¿es suficiente amar?, ¿es suficiente ser?
      Para él no lo fue… Pero no todos somos Zweig. La diferencia sutil entre suficiente y necesario sigue y seguirá marcando el camino de la Historia, de la vida, ya sea individual o colectiva, sin desdeñar otras convenciones, por supuesto.
      Yo diría que, en mi caso, escribo para sentirme unido a mí mismo. La escritura como salvavida(s). Escribo para reconocerme ante el espejo, para alimentar el coraje de aguantar mi propia vela, para (siguiendo la moda, sin desprecio) visualizarme e, incluso, empoderarme.
      Ahora mismo escribo estas palabras para ser leído en este blog, en esta cala maravillosa donde echo el ancla para sentirme unido a este mundo que me hace pensar, que me permite divagar y respirar debajo del agua.

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    2. Querido y admirado amigo,
      Tu pregunta toca el alma, como una carga de profundidad. Te refieres a esa diferencia en la que no reparé al escribir mi entrada, la que hay “entre suficiente y necesario”.
      Concluía que se trata sólo de amar, de ser. ¿Es suficiente? No en mi caso, por mi propia limitación… para amar, para ser. ¿Debiera ser suficiente? Intuyo fuertemente que sí, y además que es lo mismo, amar y ser. ¿Necesario? Creo que sí, absolutamente.
      Yo también escribo para no disgregarme, para pensarme y, exponiéndome, exponerme a mí mismo, para tener ese coraje al que aludes y que, en tu caso, es tan admirable como limitado en el mío.
      Has sido leído, y espero y deseo que no sólo por mí.
      Tus comentarios van a lo esencial, que es existencial. Son muy de agradecer y sabes que no hago un cumplido al decírtelo, sino que expreso lo que radicalmente opino.
      Un abrazo

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