sábado, 17 de junio de 2017

LA INFANTILIZACIÓN INCESANTE. LA NUEVA PEDAGOGÍA.

“Where is the wisdom we have lost in knowledge?  

Where is the knowledge we have lost in information?”  

T.S. Eliot.  


Hay un anuncio con el que la empresa Fujitsu pretende inducirnos a que compremos sus sistemas de aire acondicionado. Tan simple como contundente: “Fujitsu, el silencio”.  Ese lema parece aplicarse sólo a aparatos, pues al responsable tecnológico de dicha firma en Europa, África, Oriente Medio e India, Joseph Reger, se le da por romper el silencio y proclamar el oráculo salvador en el que, además de hacernos ver a los ignorantes la existencia de algo tan importante como el “credit scoring”, el “machine learning”, el “venture capital” y el esencial “blockchain”, nos descubre que “La universidad empezó hace muchos años intentando enseñar conocimiento, pero el conocimiento es cada vez menos importante; la creatividad a la hora de solucionar problemas lo es cada vez más”.


En nuestro país, en el que abundan adelantados para todo, ya sabíamos que lo de alcanzar conocimientos era cosa del pasado, algo viejo e inútil. Y en ese camino de aparente analfabetismo que es muy enriquecedor, por lo que tiene de creativo, proactivo y asertivo, estamos gracias a iniciativas como la del Laboratorio de la Nueva Educación. Si tenemos pedagogos, ¿para qué queremos profesores? Sólo para que obedezcan protocolos certificados, que para eso hay también agencias “isoficadoras”. Es cierto que se necesitan profesores y maestros, pero que vengan aprendidos en los nuevos métodos. 

Y es que se trata de crear “espacios educativos”, de potenciar la “inteligencia emocional”, de empoderar a los niños, del ejercicio de “micro-poderes” y cosas por el estilo, porque, como nos dicen los egregios pedagogos, “Los alumnos de hoy son casi hackers. Los profesores entenderán cómo aprenden los jóvenes hoy y manejarán herramientas para saber moverse en ese ecosistema”. 

Ya se sabe. Los licenciados que han aprobado unas duras oposiciones, obteniendo así un puesto docente para enseñar Literatura o Matemáticas, son unos anticuados que no saben que, en vez de enseñar, han de aprender ellos mismos y muchas cosas de los niños y jóvenes, incluso para la confección del contenido curricular. Los generales harán bien en fijarse en los videojuegos de guerra de sus hijos. ¿Algo más anticuado e inútil que ejercitar la memoria o leer cosas improductivas, sea sobre poesía o sobre cloroplastos? Habrá quien piense que es el mundo al revés, pero es el gran error de quienes añoramos un tiempo pasado. 

Se trata de eso, de liberar la creatividad y aprender de los niños. Los pedagogos sabrán canalizar esa riqueza y dirigir al buen camino a los anticuados profesores y maestros que no hacen más que quejarse de la masificación de sus aulas y demás cosas antiguas. Al menos, los del sistema público, que, como funcionarios que son, no hacen más que resentirse. Pasa como con los médicos. Ya se sabe. Nada más funesto que lo público, necesitado cada día más de la gestión privada, de los que tienen másteres y más másteres, aunque hayan olvidado de qué iba eso que se llama Medicina.

Y esa tarea pedagógica requiere líderes que sepan innovar. Se trata de eso, de innovar, de crear espacios de innovación, también en hospitales, aunque no se innove propiamente nada más allá del espacio mismo en el que surja algún día un “brainstorming” productivo de algo. ¿Por qué no habrá de surgir, habiendo un ambiente propicio, con muebles de diseño y pizarras digitales?

Afortunadamente, en esa tarea estamos ya inmersos, a pesar de anacrónicas resistencias. Innovemos en los hospitales, innovemos en las escuelas, innovemos en las playas, no nos rindamos jamás, que diría Churchill. Aprendamos "coaching" y "mentoring", que son cosas que parecen complementarias o no (los jóvenes sabrán), vayamos a cursos de persuasión, aprendamos a "gestionar" emociones y dolores, etc., etc. Y, de no entrar en esa dinámica, a aguantarse y ver cómo cualquier máquina puede sustituir mejor a un médico o un profesor y estar a la vez certificada con la ISO que proceda. 

Lo cierto es que no le falta razón al Sr. Reger al vilipendiar a una institución fosilizada como es la Universidad, pero la alternativa que ofrece, mucho más elitista y analfabeta aún, resulta, para los que somos viejos nostálgicos, inquietante, especialmente al saber que hay muchos admiradores, incluso quienes deciden políticamente, de todo lo que suene a nuevo, aunque sea puro humo y se pague sin embargo a precio de oro.

Eliot, a quien se deben las líneas iniciales, debe estar revolviéndose en su tumba. Si el conocimiento ya no interesa, ¿a quién le importará la sabiduría y su búsqueda? Claro que, en realidad, ¿a quién le importa ya el mismísimo Eliot?

12 comentarios:

  1. Enseñar, hacer ciencia... los realmente "listos" son los que se colocan un peldaño por arriba en el escalafón, lo que controlan, los nuevos capataces. Son los pedagogos, los gestores científicos. El importante no es el que trabaja, es el que tiene la vara de mandar, y claro, antes los símbolos de poder eran otros, ahora son términos del nuevo capitalismo. La entrada de hoy es tan necesaria. Yo estoy inmerso en esa dinámica. Ayer me autoevalué, tenemos que rellenar un diario temático de cada clase para que lo revisen los pedagogos, todo esto en teoría porque ni nosotros rellenamos ni ellos corrigen, eso si, al no hacerlo tienen la potestad de decirte que no lo has hecho. De esta manera el poder va permeando hasta en las actividades más nimias. Pero basta de palabras, aquí te dejo un vídeo de mis alumnos durante la semana de la Medicina en mi universidad

    https://www.youtube.com/watch?v=tSUBgJuPDJk

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Esteban.
      ¿Cómo es posible? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Es impresionante el poder de los burócratas en todos los ámbitos y, lo que es peor, en todo el mundo. Como dices, "son términos del nuevo capitalismo".
      Es a esos mediocres, que ni saben ni falta que les hace desgraciadamente saber qué es una célula o un enfermo, a quienes habrá que convencer ("vender" se dice ahora) de la importancia de un proyecto, de tu valía como investigador, de lo que sea.
      Es patético, pero no se vislumbran alternativas a ese discurso único e imbécil.
      Un abrazo,
      Javier

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  2. Querido Javier:
    “Innovar” es un verbo que en las últimas décadas se ha convertido en significante amo del léxico moderno. No existe prácticamente ámbito de lo humano en el que no lo encontremos. La innovación es el lema, la brújula, la guía espiritual y material de la sociedad contemporánea. Que viejas representaciones tradicionales puedan convivir con esta tendencia no constituye una contradicción, sino más bien una transición histórica en la que la declinación del Nombre del Padre no ha culminado aún en su noche definitiva. Pero el discurso disemina por doquier un mensaje que cobra estatuto de imperativo: lo que no cambia, está destinado a desaparecer. Que se trate de un mito no impide, como todos los mitos, que gobierne una gran porción de la subjetividad contemporánea. Es preciso innovar y renovarse, porque el mecanismo del mercado se basa en la obsolescencia programada indispensable para asegurar esa repetición que asegure la demanda.
    El discurso de la innovación está destinado, entre otras cosas, a modelar una forma de subjetividad siempre dispuesta a asumir el reto de una identidad diferente, cambiante, adaptable a las necesidades del sistema, una identidad mutable que no eche raíces en nada. No es sorprendente, por lo tanto, que la religión y las reinvindicaciones nacionalistas se conviertan en el contrapunto que procura reintroducir sentido en la deriva metonímica y frenética donde el lazo social se disuelve.
    En este contexto, se comprende que el saber tradicional, o la sabiduría clásica si lo prefieres, sea objeto de una degradación. La lógica contemporánea no da la bienvenida a quienes se oponen a la simplificación. Leo en el informe sobre inteligencia artificial presentado por una comisión científica al presidente Obama que en un futuro nada lejano una computadora podrá escribir poesía tan bien o mejor como un poeta humano. No tengo criterios para opinar si eso será factible o no. De ser cierto, Eliot ya ha cumplido su ciclo.
    Un abrazo,
    G.

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    1. Querido Gustavo,

      Como siempre, tu lucidez realza todo lo que toca.
      No había reparado hasta ahora en algo que dices y que me parece esencial (uno no siempre se da cuenta de lo más visible): se trata de la relación entre ese afán innovador y la obsolescencia programada en la que ya se nos incluye y que trata de hacer objeto del sujeto.
      Es así que tu concusión es inmediata: pasamos a “una identidad mutable que no eche raíces en nada”. Nos convertimos, si dejamos que eso ocurra, en seres desenraizados, desolados, en quienes la identidad toma forma de segregación igualitaria.
      No sé qué ocurrirá con la Inteligencia Artificial. Es posible que una máquina construya un poema, pero creo imposible que en él, por muy hermoso que parezca, haya poesía real. El programa ya viejo “Eliza”, las películas “Her” o “Ex machina”, nos auguran la inminencia de esa nueva… ¿especie? Pero será algorítmica.
      Creo que vivimos inmersos en un mito cientificista gobernado por un materialismo rancio que ni de materia entiende. Se desprecia el espíritu, el mito noble, lo simbólico, el saber esencial, poético. Creo que, en el fondo, tú y yo y muchos más confiamos en que, a pesar de los pesares, Eliot seguirá vigente en el mundo de silicio que se avecina, que sus versos no se superarán, que el éxtasis ante la belleza seguirá siendo posible. Y deseable.
      Muchas gracias por tu sabio comentario. Ninguna máquina podría hacer algo así.
      Un abrazo,
      Javier

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  3. ¡Qué interesante el comentario sobre la repetición! En el capitulo "Ritornello" del "Mil mesetas" de Deleuze y Guattari se decía que la repetición era fundamental en el canto de los pájaros para poder delimitar un territorio, algo que vemos que hacen las compañías situando su logo en todas partes. Había algo que hacía que el canto fuese respetado por los demás pájaros y era dotarlo de mayor complejidad. Si hacías el experimento cogiendo un canto de pájaro y en el laboratorio hacías que fuese musicalmente más complejo, digamos que los otros machos se acojonaban y evitaban entrar en ese territorio. La innovación también tiene ese componente de hacer, como dices Javier, objeto del sujeto: "esta nueva técnica lo va a revolucionar todo y tu saber se convertirá en obsoleto". Y claro, si eres obsoleto tienes miedo y te pones a adquirir la nueva técnica... es bastante perverso

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    1. Gracias de nuevo, Esteban. Lo que dices refuerza la idea de ese temor a la obsolescencia. Un temor que se da, creo yo, en dos ámbitos.
      Por un lado, en el del propio organismo y sus capacidades. Hay cierto pánico a la vejez, quizá más que a la muerte, que trata de conjurarse con la Medicina Estética, con los gimnasios, con la dieta, con vigorizantes sexuales, etc. Los viejos no son respetados por los jóvenes y curiosamente, a la vez que hay muchos pediatras, escasean claramente los geriatras. Como decían en una película, no es país para viejos. No es mundo, en general, para viejos. Hay quien claramente, como Lagarde, ven en los viejos una carga de obsolescencia social.
      Por otro lado, hay el temor a quedarse atrás, desfasado, a que los saberes conseguidos ya no sirvan. Es cierto que eso ocurre con frecuencia en algunos campos, siendo la informática uno muy claro. Haber sabido usar el WordPress, el dBase III o el manejo de comandos de MS-DOS es ahora claramente inútil y lo es absolutamente, no como un poema, que puede no tener aplicación, pero sí interés. Pero el problema real se da cuando hay la sensación constante de que uno no puede adaptarse a cambios que no siempre son reales sino inventados. Por ejemplo, un cambio real es la sustitución de máquinas de escribir y de bases de fichas perforadas por ordenadores, o la de algunos modos de cirugía abierta por intervenciones endoscópicas. Pero hay también la innovación irreal. Una cosa es que haya de adaptarse a cambios porque aumenta el conocimiento de la sociedad y otra bien distinta que esos cambios se organicen en función de caprichos innovadores en el orden burocrático (la obsesión ISO sería un buen ejemplo). Uno puede prepararse estudiando, mejorando sus métodos de trabajo, para adaptarse a los cambios reales que vengan de la mano de nuevos saberes, pero es muy difícil hacerlo cuando los cambios provienen de la estupidez de quien manda, simplemente porque es difícil adaptarse al absurdo.
      Un abrazo,
      Javier

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  4. Muy interesante Javier,

    A mí el asunto de la "nueva pedagogía" me toca de cerca. Mi pareja se dedica a la educación. Yo entiendo que sí, que es necesario dar una enorme vuelta de tuerca al sistema educativo. Trabajar la creatividad es parte fundamental dentro de este escenario. La intenligencia emocional también creo que es algo muy útil para muchos niños. Las clases inversas, también son interesantes. Un niño de hoy no tiene la misma capacidad de atención del niño que yo fui, pero el sistema educativo es igual al de hace un siglo. Créeme, en la mayoría de aulas se sigue utilizando los viejos recursos. Ahora bien, el problema emerge cuando esto se convierte en un circo. Ya sabes, líderes de opinión hablando de coaching, psicólogos y neurólogos hablando de neuroeducación en los programas más "cool" de la televisión, literatura en cantidades industriales sobre las emociones en el aula, promesas de hacer de todos los niños genios, maestros escribiendo libros sobre cómo sacar el potencial infinito de los niños... y un sin fin de funambulistas desvergonzados subidos al carro de la última mercantilización: la educación. Lo que realmente es necesario es más trabajo dentro del aula y menos fuegos artificiales en los medios. En mi opinión la verdadera responsabilidad del maestro, es hacer que los niños se apasionen por el conocimiento. Para mí es un fracaso que el niño no quiera ir a la escuela, y esto pasa en el 95% de los casos. Todas estos nuevos recursos, no son más que eso, recursos, herramientas, y deben servirnos para trabajar con ellos y encelarlos en la búsqueda del conocimiento y su particular sabiduría, y aunque muchos hayan decidido hacer de esta nueva pedagogía su propio filón y nada más, al verdadero maestro, al de vocación, esta feria de charlatanes no tendrá nada que decirle, pero sí que sabrá cómo usar todos esos recursos para beneficio de su aula.
    Pero ojo, en este circo, no todos son payasos, hay gente muy seria y con grandes resultados. Por supuesto que es necesaria la innovación, pero para una mejor educación, no para hacer de ella un nuevo campo que esquilmar por los especuladores.
    La educación no ha escapado a la voracidad capitalista de mercantilizarlo todo: la medicina, la cultura, la espiritualidad... todo es susceptible de cosificarse, por qué se habría de librar la educación. Pero insisto, el verdadero avance se hace, como en todo, en el trabajo diario, metódico, de puertas para adentro, y tomando lo que interesa y dejando para mercaderes lo superfluo. Esa guerra no es la del maestro.

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    1. Muchas gracias, Sergio.
      Por supuesto, mi crítica no excluye la que es también necesaria con respecto al sistema educativo. Todo lo que sea facilitar la creatividad, la cooperación, el afán de saber, es bueno. Y todos sabemos de buenos y malos profesores al respecto. Pero, como tú mismo sugieres también, cuando vienen los “expertos”... cuerpo a tierra, porque van a saco. Me llamó la atención, por ejemplo, que alguien de ese Instituto (http://economia.elpais.com/economia/2017/06/01/actualidad/1496332176_564177.html) dijera que “Un niño que se mueve aprende mejor que uno que está sentado. De eso va también el aprendizaje con el movimiento”. Esto sí que es simpático, por calificarlo de algún modo, teniendo en cuenta la cantidad de niños hipermedicados que hay por supuesto TDAH (que no digo que no lo haya en absoluto). Es decir, en la pública te dan metilfenidato, mientras que los nuevos pedagogos valoran tu inquietud.
      Suscribo plenamente lo que indicas al final: “el verdadero avance se hace, como en todo, en el trabajo diario, metódico, de puertas para adentro, y tomando lo que interesa y dejando para mercaderes lo superfluo.”
      Un abrazo,
      Javier.

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  5. Lo más grave de ese tipo de discursos “innovadores” es la mentira en el uso del lenguaje; el autoritarismo más difícil de combatir es el de baja intensidad porque se camufla en una distorsión que falsea lo real. Basta echar un vistazo a los currículos de las asignaturas, cada vez más densos, y su disposición en los tramos educativos, cada vez más dispersa, para ver que el objetivo es el adiestramiento, no la creatividad. Por otra parte, dudo mucho que la creatividad pueda enseñarse (y reproducirse mecánicamente), los estereotipos que genera su institucionalización no hacen más que anularla; y no parece algo inocente sino una forma de invadir todos los terrenos, controlar la libertad interna; a fin de cuentas un sistema no necesita ser dictatorial para ser totalitario; es desesperante el abismo entre lo que se dice y lo que se hace, y cada vez son más los formadores en ese juego. Lo que sí se puede, creo, es fomentarla pero eso requiere disminuir la presión, la competitividad, la obsesión por los marcadores y los resultados a cualquier precio.
    Creo que a menudo, la forma en que se teoriza sobre educación, igual que sobre las emociones, es hacer una especie de BOE, desglosado en múltiples especificidades pero no transmisible a la realidad, quizá en eso consiste, algo así como pregonar el derecho a una vivienda digna mientras proliferan los desahucios. Para mí, las emociones, también en educación, son imprescindibles, pero como subjetividades, no como objetivos, y creo que eso es también lo que nunca podrá hacer la IA. (Ya decía T S Eliot que el poeta nunca sabe honestamente si lo que hace tiene o no valor; supongo que lo hace a pesar de eso, es la muestra de una vivencia más allá de la pura representación)
    Son muy interesantes las cuestiones que suscitas, en filosofía de la técnica podemos afirmar que lo que antes era transformar la naturaleza para cubrir necesidades, ahora es transformar el conocimiento para cumplir deseos, eso hace que la cultura, en todos sus ámbitos (educación, ocio, deporte, literatura, arte, etc) ofrezca unas posibilidades inmensas de consumo; en ese panorama no creo que interese que soñemos con alternativas, al menos mientras soñar sea gratis.
    Un abrazo,
    Marisa

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    1. Pues sí, Marisa. Es contradictorio en extremo lo que se dice ahí con la realidad, por un lado y también con lo deseable, por otro.
      Como bien dices, estamos en una época que tiene mucho de adiestramiento, más mental que manual, peor incluso.
      Nada sería más deseable en educación que contar siempre con buenos profesores en el sentido de un saber qué hacer no sólo con un curriculum sino con cada alumno para facilitar su desarrollo, para despertar en él la pasión del conocimiento. Pero la realidad es la que es, hay de todo, tanto en el profesorado como en alumnos y hay serias restricciones como las que señalas con claridad meridiana: "competitividad", "obsesión por marcadores" y "resultados a cualquier precio".
      Es llamativo que tanto en Medicina como en Educación estemos inmersos en una corriente marcada por un totalitarismo estúpido que siempre se hará ... por nuestro bien.
      Muchas gracias por un comentario, tan enriquecedor como siempre.
      Un abrazo,
      Javier

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  6. La razón humana es una lucecita muy pequeña, pero maldito el que la apague. Dr. Sigmund Freud.
    Si hoy el Dr. Freud observase a algunos neopedagogos, en lugar de uno se fumaría tres puros a la vez.
    Muchas gracias por tu magnífico comentario.
    Antonio Pombo Sánchez.

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    1. Muchas gracias a ti, Antonio. Lo que dices me hace evocar la íntima relaciíón entre la "neopedagogía" y el higienismo. Efectivamente, estas cosas incitan a la transgresión tabáquica o de otro tipo.
      Un abrazo,
      Javier

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