Es curioso el
mundo de las noticias. Hoy supimos del estudio genómico de más de 2.600 cánceres
primarios abarcando 38 tipos distintos. Se trata de los resultados del Pan-Cancer Analysis of Whole Genomes recogido por Nature.
Un gran
resultado, de grande, más que de revolucionario, pero importante, a fin de
cuentas, ya que el cáncer dista de ser algo comparable a un microbio, por dañino
que éste sea.
El cáncer tiene mucho de aleatorio y su “solución”, a no ser que venga de un gran hallazgo empírico,
parece requerir una medicina de detalle (tan mal llamada “personalizada”),
iluminada por eso, por el estudio genético, y ligada a una integración de miradas,
desde la genética, como la recogida en esta colección específica de Nature, a
la quirúrgica, pasando por la celular, ejemplificada por los linfocitos T-CAR.
La gran ciencia,
la de los grandes descubrimientos, es tan importante como la trabajosa, masiva,
de acumulación de datos. Fue importante saber de la existencia de oncogenes en
una época en la que algo así fue revolucionario; también lo es obtener datos y
más datos sobre todo ese amplio abanico de mutaciones que pueden matarnos en
forma de cáncer.
A la vez, también
noticia actual, el afán científico se ocupa de reducir algo como el amor maternal a un correlato neuronal.
¿Cuántas veces se nos seguirán presentando hallazgos descriptivos (un correlato
lo es) con relaciones explicativas?
Y parece ya que
ningún día, sea hoy, mañana o cualquiera, podremos prescindir de ser asombrados
por la estupidez cientificista, esa que llega a medir la belleza masculina
No es nuevo referirse a la proporción áurea para decir tonterías.
Ah, el cerebro,
los genes… ¿Cuándo nos hartaremos de la soteriología cotidiana?
La información es
causa y diana de todo, incluso del ser, se nos dice o sugiere insistentemente. La metáfora informativa ha cobrado una fuerza
tan grande como pobreza tiene la teoría de la consciencia centrada en ella, la teoría de la
información integrada de Tononi, Koch y seguidores, una teoría que les impone recurrir a un panpsiquismo tan totalizador como absurdo, que ni
Teilhard de Chardin soñó y que el propio Koch asume. De ser cierta, cabría
legítimamente asociar consciencia al conjunto de eso que puede matar a uno, un
cáncer. A fin de cuentas, no mata una sola célula cancerosa, sino un conjunto
de ellas, algo complejo, también con su información integrada, en cierto modo
como si una neoplasia fuera un neo-individuo consciente desarrollándose en el
cuerpo huésped al que derrota tantas veces con la muerte de ambos, una
consciencia letal.
Las imágenes
cientificistas son el peor ataque que la Ciencia sufre a día de hoy.
Hay, a la vez,
otras imágenes, más realistas y misteriosas que tantos “modelos” científicos,
sean de células intencionales o de rostros humanos.
Si en mi anterior
entrada me referí a un potro que no se separaba de su madre muerta en una
carretera, hoy muchos habremos sido tocados en lo más íntimo al saber de la visita de un águila al cementerio que aloja el cadáver de quien fue su dueño (así dicen, aunque
habría que decir más bien amigo inseparable).
El potro que no
se alejaba de su madre, tantos perros que esperan pacientemente en los aledaños
de hospitales a sus amigos enfermos, el águila que visita el cementerio, muestran
algo físico, pero en el sentido griego. Es la Physis, lo misterioso, lo que ahí
contemplamos, esa unión tan extraña como real por la que compartimos los átomos
del universo, siendo nosotros tan diferentes por singulares; es eso que podemos
percibir como amor.
Amor animal, de anima, de esa alma que anima al cuerpo
impregnándolo, haciéndose cuerpo. Es esa alma que no podrá reducirse jamás a
una secuencia de bits ni a una imagen cerebral. Hoy, un águila
nos lo ha vuelto a enseñar, aunque consideremos algo tan bello, tan misterioso,
como mera anécdota.
Esa águila nos hace partícipes de la gran posibilidad de
tocar el Misterio, indicándonos a la vez que una tumba no es necesariamente
signo de un término, sino muestra de que el amor es más
fuerte que la muerte, aunque sea amor animal que corresponde a quien a ese
animal amó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario