Ayer nos llegaron
a A Coruña unos cuantos jugadores de un equipo de fútbol con el coronavirus puesto
(según las pruebas de PCR). Se suponía que eran positivos por la clínica de compañeros y alguna PCR positiva y vinieron. Alguien lo autorizó.
Viajaron en
avión, después supongo que en autobús y se instalaron en un hotel de cinco
estrellas que acoge además un complejo deportivo y piscinas para socios.Un complejo que había quedado inmaculado de cara a la evitación de contagios con algún caso puntual.
Un periódico
local de amplia tirada, “La Voz de Galicia”, difundió en un artículo accesible online un cúmulo de despropósitos que, indudablemente, supone responsables, es decir, quién
o quiénes decidieron y autorizaron ese viaje a sabiendas de lo que podía
ocurrir. Pero, ahora, allá sus conciencias. A fin de cuentas, estamos en la “nueva
normalidad” que no sólo es normal sino hasta nueva, que da gusto por eso, por la creatividad que lo novedoso induce a mucho político.
¿Qué puede
suceder, además de la evolución clínica de los afectados confirmados?
Obviamente, una serie de contagios (aeropuertos, avión, vehículo de transporte, hotel y sitios varios por donde hayan
podido ir esos chicos).
Los rastreadores tendrán que hacer su trabajo detectivesco a
base de bien y de un modo que será probablemente inútil para impedir eso que
llaman “rebrote bajo control”, porque lo que nos queda por esperar es eso, que
se “controle”, aunque el control no neutralice lo inevitable.
La vigilancia a
posteriori nunca paliará la prudencia de esperar resultados de PCR “en casa” antes
de subirse a un avión para llevar el virus a otra ciudad, especialmente de modo colectivo, en equipo, aunque obviamente no
se pretenda tal cosa.
El hotel de cinco
estrellas que tenemos, buen atractivo turístico pasará a ser, al menos
parcialmente, sanatorio para quienes debieron haberse quedado en casa, a la vez
que verá como sus huéspedes sanos se van más pronto que tarde, cancelando lo
cancelable, porque parece olvidarse que con el coronavirus ya no se trata de
miedos (esos que se han evitado en todo tipo de fiestas clandestinas o no
tanto), sino de prudencia elemental.
En cualquier
caso, la noticia relevante es si el equipo local será afectado por no haber
jugado ayer, y no por la enfermedad, sino por lo realmente importante, la inquietante
posibilidad de descender de su posición de segunda división. Así nos va. Así
nos irá.
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