Hay cosas que no se olvidan. Veríamos no sólo injusto sino
absurdo ser desprovistos de derechos por pertenecer a una determinada familia
que piensa o siente de modo distinto a otras en el plano religioso o sólo en el
de la tradición. Y más chocante sería si eso ocurriera en un país culto en una
época en la que brillaba el genio de muchas personas en la pintura, en la
ciencia, en la literatura; en una época en la que en ese país nacía el
psicoanálisis. Sin embargo, sabemos que eso ocurrió. Muchos, por el mero hecho
de ser judíos, incluso aunque no supieran muy bien qué era eso (caso de los
niños) fueron blanco del paso al acto del odio reprimido hasta que Hitler
anexionó Austria. Austríacos que un día saludaban cortésmente a sus vecinos,
también austríacos pero judíos, les obligaban al día siguiente a limpiar
pintadas contra el Anschluss, fregando las calles de Viena.
Eric Kandel fue uno de esos niños, que pudo sobrevivir y
describir lo que supuso para él ser echado de su casa por ser judío. Más tarde
escribió lúcidamente que “el nivel cultural de una sociedad no es un indicador
fiable de su respeto por la vida humana”. Algo que, desde su memoria debe pasar a
la nuestra. La amnesia histórica tiene consecuencias terribles (aun lo vemos en
España a día de hoy).
No sorprende que Kandel tratase de comprender qué había
ocurrido y por qué. A la vez, fue afortunado. Pudo escapar y desarrollar su
genio en un país que permite tales desarrollos, EEUU. Tentado por la
psiquiatría y especialmente por el psicoanálisis, él mismo analizado, fue, sin
embargo, llevado por su inconsciente, como él mismo indica, a buscar por qué
recordaba con tal viveza esa etapa en la que se estaba acercando a la
adolescencia. Y en ese intento se hizo reduccionista
metodológico sin perder por ello, sin embargo, la perspectiva humanística. Fue,
es, un científico auténtico, no un cientificista.
Con Freud como referente, supo deshacerse de él en el buen
sentido, es decir, tomando lo mejor de Freud y no la parodia con que a veces se
le presenta. Como Freud, Kandel inició sus investigaciones buscando la
simplicidad en el ámbito biológico. Las múltiples posibilidades que EEUU
ofrecían entonces (y siguen ofreciendo según parece) a jóvenes investigadores, “presentaron”
a Kandel a un ser muy simple, repulsivo para algunos, llamado Aplysia. Fue con
este modelo experimental con el que investigó lo más básico, lo más elemental,
del mecanismo de la memoria, algo que le permitió seguir luego en un enfoque
bottom – up. Después vendría el hipocampo, las experiencias con ratones, muchas
cosas que describe de maravilla en su precioso libro “En busca de la memoria”,
modelo de buena divulgación donde los haya, no sólo de su actividad sino de la
neurobiología del siglo XX en general.
En 2000 fue galardonado con el Premio
Nobel de Medicina. Se le premió por investigar la memoria y tras ese premio
intentó recuperar la suya al máximo yendo a Austria en donde sintió emocionado
hasta las lágrimas la acogida que le ofrecieron en una sinagoga.
Los trabajos de Kandel han sido esenciales para elucidar
aspectos básicos del recuerdo a escala celular e incluso molecular. Recuerdo a
corto plazo, a largo plazo y memoria de trabajo. Sin Kandel, no sabríamos lo
que sabemos.
Kornberg decía que el mejor proyecto era no tener ninguno.
Gracias a esa idea bastante generalizada en EEUU fueron posibles personajes de
la talla de Crick, Brenner, Benzer o el propio Kandel. Y es que no es realmente
cierto que no haya tal proyecto. Existe pero es inconsciente hasta que aflora
lúdicamente, como curiosidad que implicará trabajo, como comunicación que
buscará interrogantes, como búsqueda intelectual y vital. Y es que, si el
inconsciente nunca descansa, no sólo lo hace para fastidiarnos la vida. También
facilita lo mejor de nosotros. Que trabaje de vez en cuando, como sugería
Bertrand Russell, viene muy bien para resolver problemas.
Me apunto el libro. Lo de que no hay relación directa entre la cultura y el respeto por la vida humana da cuenta la película rusa "Masacre, ven y mira" cuando llegan las tropas nazis a Ucrania con altavoces pidiendo a la población que se reúnan en la iglesis, que "Alemania es un país culto" para luego ametrallarlos y quemarlos vivos. La cultura avanza por acumulación y porque el trabajo de una generación se basa en el de la generación previa. Los comportamientos grupales sin embargo carecen de ese marco y prácticamente en ese aspecto no hemos ido muy lejos de nuestros primos los monos.
ResponderEliminarEs muy curiosa esa generación de judíos que escapan del horror y se encuentran como recién llegados en una cultura meritocrática y liberal (en el buen sentido) que les permite desarrollarse. Los judíos americanos hoy en día han perdido ese empuje de sus abuelos y el porcentaje de PhDs ha bajado en esa comunidad. ¿Qué empujó a esa generación de exilados a conquistar tantos premios Nobel?.
Gracias, Esteban, por tu comentario. No vi esa película, pero es muy llamativo lo que señalas de ella: un país culto encierra a gente en una iglesia, símbolo de humanismo, para liquidarlos. Parece como si no bastara con el asesinato en masa y hubiera que añadirle ese cinismo que enmarca el crimen en el contexto cultural y religioso.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que dices de los judíos exilados, no sé hasta qué punto el clima en que vivieron en EEUU permanece o no. Cabe preguntarse si esa concentración de premios Nobel se daría hoy con los mismos sujetos. Es decir, ¿hay una pérdida del empuje al que te refieres por parte de los judíos descendientes o es general a todos los norteamericanos? ¿Tendría hoy en día un emigrado a EEUU, judío o no, esas posibilidades que se dieron en la época de Kandel?