Este blog parte del juego entre el recuerdo y el olvido. Es así como se inicia. Entre la amnesia y la hipermnesia, una memoria que abarca lo pertinente biográfico sostiene la posibilidad de reflexión, de mirada a todo lo que nos incumbe, sea como profesionales, como ciudadanos y, esencialmente, como sujetos, intentando siempre defender aquello que propiamente nos hace humanos frente a cualquier intento deshumanizador.
martes, 28 de noviembre de 2017
LA BUENA ASCESIS. Sobre el libro “Ejercicios espirituales para materialistas” de Luis Roca Jusmet
¿Para qué sirve la Filosofía? Ésta es una pregunta que cualquier persona sensata despreciaría. O quizá no, porque, aunque generalmente supone un sentido pragmático en el orden comparativo con el estudio de oficios o carreras para labrarse un porvenir, es legítimo plantearla porque podría servir para lo más importante, para vivir humanamente.
Hay dos modos básicos y complementarios de entender la Filosofía. Es bueno pensar por uno mismo sobre lo que a cada cual le afecta y eso, en cierto modo, es ya un ejercicio filosófico, pero es mejor hacerlo ayudado por otros que lo han hecho a lo largo de la Historia.
Podría decirse que la Filosofía nos sirve para vivir, aunque no podamos vivir de ella. Y les ha servido a otros. Hay grandes filósofos contemporáneos que han pensado y que lo han hecho apoyándose en lo que ya pensaron otros mucho más anteriores. Dos de ellos sostienen el libro aquí reseñado. Se trata de Pierre Hadot y de Michel Foucault.
Los “ejercicios espirituales” de Hadot y el “cuidado de sí” de Foucault muestran consonancias en lo que respecta a un objetivo principal, ayudar a vivir.
Luis Roca Jusmet hace una amena revisión de estos dos filósofos, que incluye también el repaso de otros grandes como Kant, Nietzsche, Heidegger, Wittgenstein… y, sobre todo, los antiguos, esos sobre los que muestra los acuerdos y disonancias que se dieron entre Hadot y Foucault a la hora de leerlos.
Los “ejercicios espirituales” de Hadot tienen en cuenta a los estoicos, epicúreos y cínicos. Es probable (no lo he visto en el texto) que esa expresión la haya tomado Hadot a raíz de su inicial impregnación cristiana. Fue San Ignacio de Loyola quien formuló esa práctica como forma de reflexión, bien distinta a la que aquí se plantea, mirada al más allá más bien que a una vida como puede ser concebida sin la referencia a lo trascendente.
El título del libro nos previene; se trata de ejercicios espirituales para materialistas. Un enunciado que en sí ya hace reflexionar, porque con demasiada frecuencia se plantea una dicotomía entre espíritu y materia que cada vez parece más discutible.
Pero esos ejercicios en Hadot, ese “cuidado de sí” en Foucault, suponen un método que tiene analogías con el cristianismo en el sentido de que implican una ascesis que mira a la vida buena, a esa eudaimonía que a veces se confunde malamente con la felicidad.
El autor nos habla en este hermoso libro del sujeto, diferenciándolo del individuo, y contemplándolo desde las perspectivas ética y moral (con una discusión sobre la relación entre éstas), política, artística o científica.
Pero hablar del sujeto y de ejercicios para vivir acaba siendo otra cosa que una filosofía que aspira a un saber no encarnado. Y, por ello, son inevitables las relaciones de este discurso con el mítico, el religioso y el psicoanalítico. Al final es citado Lacan; no podría ser de otro modo pues de deseo se habla. También la perspectiva mística es contemplada.
Desde mi modesto punto de vista, lamentablemente no sostenido por un saber filosófico básico, todo el texto gira en torno a una pregunta, ¿qué eres? íntimamente asociada a la ética ¿qué quieres? ¿qué quieres ser? ¿cuál es tu deseo?
No es fácil la respuesta, pudiendo ser tarea de toda una vida, aunque haya grandes maestros espirituales que la han obtenido pronto (pero no podemos copiar a maestros, sólo guiarnos por ellos). Indudablemente, el psicoanálisis, que, en cierto modo es una anti-filosofía porque se fija en lo que menos racional se nos muestra, puede desvelar lo importante, ese deseo. La filosofía también puede facilitar las cosas cuando es asumida como búsqueda de lo esencial, cuando uno acepta ese “sapere aude”. Y, en ese camino, los “ejercicios espirituales” pueden ser un buen apoyo.
Luis Roca tiene la valentía y honestidad de mostrar los que a él le sirven. De ellos, yo destacaría dos. Uno, vivir el presente, algo muy distinto a lo que a veces se formula de ese modo; esa vivencia estaría facilitada en el autor por una perspectiva zen incluyendo ejercicios qigong. Otro, me parece fundamental y lo abordaré con más extensión en otra entrada de este blog. Se trata de lo que él llama “visión global”, la que nos sitúa en el mundo, confiriéndonos una perspectiva adecuada y que tantas veces ignoramos.
Estamos ante un texto que es doblemente interesante. Lo es por su contenido intrínseco, en el que discute la relación entre Hadot y Foucault, sus biografías, sus acuerdos y disonancias. Pero lo es también porque estimula al lector a practicar otro de los “ejercicios espirituales” mostrados, la lectura. No es fácil leer. García Gual hablaba en una entrevista de la necesidad de una lectura “despaciosa”. El libro de Roca Jusmet es un estímulo para ir leyendo con calma a más filósofos sin caer en la tentación de un academicismo que, por las circunstancias de cada cual, puede ser inviable.
Libro reseñado:
Roca Jusmet L. (2017) Ejercicios espirituales para materialistas. El diálogo (im)posible entre Pierre Hadot y Michel Foucault. Barcelona. España. Terra Ignota Ediciones.
Etiquetas:
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Último libro publicado:
https://www.p21.es/libro/una-mirada-a-la-ciencia-la-medicina-y-la-espiritualidad/
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