“Nada máis puro, e sen opor ningún pero, o aire
que respira o universo en cada ser, a vibración e o ritmo en cada único verso”.
Fidel Vidal.
El alma resuena,
como decía F. Cheng, y parece hacerlo con el universo, en el verso.
En el nuevo libro
de Fidel Vidal estamos ante una “forma de gozo”, como él mismo señala.
La poesía de Xulio
L. Valcárcel es tomada por Fidel como hilo conductor de su reflexión, como una senda
desde la que dirigir su mirada, en libertad, que, por serlo, ha de ser amplia, haciéndose incluso libertinaje cuando de reflexión se trata, como él mismo
dice al principio.
Y ocurre que esa
mirada a lo cotidiano y a lo universal nos va llevando por los entresijos del
alma humana, que implican el cuerpo, el nombre, el cariño, la casa, esa casa que, si es auténtica, “debe comezarse polo tellado, coma os
castelos deberían construirse no ar. Así son as casas últimas, as casa
íntimas”. Nos enfrentamos a lo familiar en general, que abarca el
amor y la muerte, lo que nos nombra y nos permite vivir.
En el texto, todo eso lo mueve
y nos conmueve si somos receptivos, si nos dejamos llevar en la calma precisa y
preciosa, asumiendo que un libro así no se puede resumir sin matarlo; no es comunicable
de otro modo que leyéndolo o escuchándolo y aun así es difícil (“Ler
non nos obriga a comprender”). Requiere esa “lectura despaciosa” a la que
se refería García Gual en alguna entrevista.
Este nuevo libro
de Fidel, basado en la lectura poética, sostenido por ella, es también poético
en su construcción, y en él la palabra se completa con la pintura, en la que
Fidel ha mostrado ser un adelantado. Se
intercalan con el texto ilustraciones que se muestran sencillas, pero esa
sencillez es sólo aparente pues las distintas imágenes que se aportan en el
libro, no sólo no son fáciles de obtener, requiriendo una técnica muy depurada, sino que enriquecen lo que dice y se complementan de un modo peculiar entre sí.
Hablar del alma, tratar de contemplar su misterio supone saber del límite (“Son os versos que navegan nos límites… os
que nos convidan á reflexión”). Una bicicleta parte y retorna dos veces a
lo largo del texto. Otras imágenes lo completan.
Y reflexionar
supone echar mano de lo que se tiene. Por parte del autor, se perciben apoyos
en la experiencia clínica y en el saber de otros.
Fidel ha tenido
una larga trayectoria como psiquiatra, en la que ha tenido ocasión de
enfrentarse al enigma, de ayudar en las peores circunstancias, de proceder con
la compasión necesaria, esa que se refiere a compartir el pathos de ser humano.
Y la literatura le ha ayudado, sin duda. Hace veinte años publicó una joya, “Anatomía
da emoción poética”; entre ella y ésta, otras obras de narrativa y ensayo
jalonan su incursión feliz en las letras. Y en ellas ha
encontrado sus guías. Muchos autores referentes son nombrados aquí, además de quien le sirve de
sendero, Xulio L. Valcárcel. Se trata de Pessoa, Zambrano, Todorov, Handke, Borges,
Nietzsche, Lacan, Basho…
Es así que puede hablarse
de lo que es indecible, acercarse a lo que resulta más lejano precisamente por
ser lo más propio, lo más íntimo al ser humano, mirando el "Da" del "Dasein".
La ceniza nos recuerda
que somos polvo estelar y esa ceniza, que reveló a Cenicienta (los cuentos infantiles siempre encierran grandes verdades), mantiene el
poder luminoso de lo que la hizo posible. Por eso puede alumbrar e incluso
hacer sombras. El título es así plenamente acertado. En el fondo, no necesitamos un
sol entero para tener luz; basta con un leve rescoldo de fuego amable, de lo que de él deriva, hogar.
Cada libro parece
requerir una lengua propia. Éste está escrito en gallego, lengua acogedora que
remite a lo materno, lengua que muchos entendemos, pero muy pocos dominan;
cosas de la monolítica represión de tiempos pasados y de la pereza propia. Pero
vale la pena, incluso si nunca se ha tenido el contacto con el gallego, tratar
de hacer el esfuerzo por leer este libro tal y como está escrito. Se dice
habitualmente que traducir es traicionar; el gallego no es una excepción a esa ley
general de lo que supone leer.
Veinte años ya desde "Anatomía da emoción poética"! Una forma -¿no lo crees así mi querido amigo Javier?- de ir envejeciendo en tan buena y magnífica compañía. Mil gracias y un fuerte abrazo,
ResponderEliminarFidel
Gracias a ti, querido Fidel, por mostrarnos que la creatividad es muy buena receta para disfrutar de la vida y proporcionar una buena compañía. Somos privilegiados quienes gozamos del resultado de tu trabajo y, sobre todo, de tu amistad.
EliminarUn fuerte abrazo,
Javier