Se dice con frecuencia que los amigos se ven en las ocasiones, aludiendo a las negativas, a aquellas en las que uno se ve en situación de carencia, sea por un duelo, por enfermedad propia, por apuros económicos o por necesidad de cualquier ayuda. Y es verdad, pero sólo parcial y con cierto sesgo de resentimiento.
Cuando uno descubre que tiene amigos es especialmente en ocasiones buenas, sean propiciadas por otras personas, sean promovidas precisamente por esos amigos.
Esa experiencia inefable de amistad la he tenido al recibir de muchos amigos, que también fueron compañeros de trabajo y fatigas varias, un cariñosísimo homenaje con motivo de mi jubilación.
Hubo alma común, recuerdos buenísimos, abrazos, sonrisas y risas, también atisbó alguna lágrima ante el discurso de uno de los grandes y sencillos médicos presentes, porque la buena emoción traiciona siempre. Hubo regalos y fotos, símbolo del mejor don que la vida puede ofrecer, como es querer y sentirse querido.
Más tarde me llegaron las fotos que allí se hicieron. Y fue así, con días por medio en época de inmediatez, porque se precisó tiempo para que una de esas amigas que allí había se tomara el trabajo de hacer con parte de las fotos, acompañadas de breves textos, un cuento real y bello, un libro maravilloso que ayer recibí de ella, con el “pendrive” con todas las fotos.
Esta entrada del blog no sólo pretende volcar en él un sentimiento de esos que otorgan plena satisfacción y gratitud por haber vivido. Es, ante todo, el mejor modo que tengo para dar las gracias a todos los que en esa noche hermosa me acompañaron, a los que hubieran deseado estar allí pero no les fue posible, a quienes nos han precedido ya y también de algún modo sentí más vivos que nunca. Mi gratitud se extiende a todos los que han contribuido a que pueda ahora dar un significado amoroso a todos estos años pasados y cobrar impulso para el nuevo tramo vital.
Querido Javier: los verdaderos amigos no abundan, y en mi opinión su escasez forma parte de su virtud. La amistad en el sentido profundo del término es algo demasiado valioso como para degradarlo en el uso actual que, por ejemplo, se le da en las redes sociales: “Tengo 3.523 amigos”. Probablemente ninguno de esos lo sea.
ResponderEliminarPor lo demás, ahora comienza una nueva etapa de tu vida, en la que probablemente estarás más ocupado que nunca, dado que muy pocas personas tienen los infinitos recursos y capacidades que te caracterizan y hacen de tí un ser excepcional.
Todo mi afecto
Gustavo Dessal
Querido Gustavo,
EliminarTotalmente de acuerdo.
Las redes sociales sirven para encuentro de amigos reales y, en muy pocos casos, también para encontrar algunos amigos de cuya existencia no sabríamos sin las redes. Me refiero, en concreto, a Facebook.
Creo que las redes sociales, aunque no se hayan creado con tal propósito, sí benefician hoy en día una disgregación más que una comunicación real. Son, salvando casos concretos, anti-amistad.
Es probable incluso que algunos "amigos" sean ya algorítmicos. Lo "importante" parece que reside en sumar "likes". Patético, pero bueno, siempre puede uno "enredarse" en el buen sentido.
Personalmente, podría decir que en FB, además de comentar tus lúcidas y necesarias entradas dominicales, y de que haya en ellas algunos amigos de "carne y hueso", he ido estableciendo lazos de amistad con algunas personas, pocas, eso sí.
El "post" que comentamos priorizó otro que tenía preparado y en el que realzo la actitud de pasividad. También en ella pueden darse actividades, pero de otro modo.
Un gran abrazo
Javier