Un hermoso término, ἀνάμνησις,
que alude al recuerdo. No a un recuerdo cualquiera, sino a uno importante,
esencial, nada menos que al de las Ideas en la concepción platónica.
Platón sigue atrayendo hacia
esa realidad ideal, expresable como lenguaje puro, matemático. No sorprende que
la belleza del mundo remita a su descripción formal como aproximación
asintótica a lo real inalcanzable, ni que personas como Penrose sucumban a esa
belleza intuida.
Pero hay un ámbito mucho más
concreto, más “nominalista”, el de cada cual, al que también se aplica el
término. Se trata de la Medicina.
La Medicina supone el
encuentro médico – enfermo, aunque no
siempre, pues la moral higienista induce a muchos sanos (acomodados
económicamente, no simples “asegurados”) a visitar al médico para llevarse la
sorpresa de que no están tan sanos y, a veces, descubrir que están gravemente
enfermos. La hipocondrización
generalizada y un nuevo santoral de enfermedades facilitan esos disgustos.
En el encuentro clínico
tradicional se confecciona lo que suele llamarse historia clínica y una parte
esencial de ella es precisamente la anamnesis, es decir, el recuerdo, por parte
del paciente, de lo que puede ser importante de su trayectoria biológica y
biográfica para que el médico pueda diagnosticar su dolencia y tratarla. Un
recuerdo en el que las preguntas incisivas del médico son esenciales. Parece
natural que esa escucha clínica se dé para que el acto médico sea lo que
pretende ser, curativo. Sin embargo, asistimos hoy a un olvido de la anamnesis
o, dicho de otro modo que muestra más a las claras lo paradójico de nuestra
medicina, a un olvido del recuerdo. No es infrecuente, especialmente en el
ámbito hospitalario, que ese olvido, que esa amnesia o negación de la
anamnesis, tenga consecuencias dramáticas y, en ocasiones, letales. Mucho más
frecuente es que suponga múltiples consultas innecesarias con una
morbimortalidad sobrevenida.
El protocolo y los registros
se enfrentan a la escucha y la mirada clínicas. De ese modo, la anamnesis no es
inducida, escuchada y transcrita en un documento confidencial, sino
protocolizada de modo parcial en una ficha electrónica. Protocolizar supone
homogenizar, cuantificar, medir, restringirse a lo que el cuestionario
protocolario determine, evitando la peripecia biográfica, obviando el contexto
socioeconómico. Se da una transformación de la anamnesis tradicional, secreta a
la vez, sostenida por el recuerdo necesario, íntimo, en una pseudo-anamnesis
electrónica en la que la infracción a la moral higienista cobra especial
protagonismo como marca, como pecado, sea como alcoholismo, toxicomanía,
episodio psicótico o conducta sexual “anormal”. De ese modo, ya no se da el
intento anamnésico sino que basta la observación del registro electrónico para que el
médico – técnico se haga una idea del objeto a tratar, pues objeto es un hígado
o un páncreas y no la totalidad que supone ser sujeto.
Nuestras historias
electrónicas son historias de olvidos y recuerdos. De la anamnesis crucial hemos
pasado al olvido de lo biográfico. Del recuerdo pasajero de lo importante nos
hemos ido a la marca imborrable que no explica sino que ya justifica la
enfermedad. No deja de sorprender que en una cultura laicizada, pretendidamente
atea a veces, la enfermedad vuelva a ser considerada como consecuencia del
pecado de uno (fumaba, bebía, era cocainómano, no se cuidaba…) o de sus padres
(unos malos genes).
Hay enfermos que lo son
porque han sido arrojados a la miseria. El hospital no contemplará nunca eso
hoy en día; atendiendo al objetivo estadístico serán despachados en cuanto sean
“alta” (a saber qué se entiende hoy por eso).
Un buen amigo tiene un
excelente blog al que dio el nombre, en gallego, de “Pavillon de repouso”. Hoy
no hay pabellones de reposo. Hoy no hay hospitales hospitalarios; sólo fábricas
de reparación con los correspondientes controles, con su calidad ISO, pero
fábricas al fin y al cabo. Y todo por olvidar el recuerdo y sustituirlo por la marca.
Excelente publicación . Acertado como es siempre.
ResponderEliminarClNau2 Cordiales
Muchas gracias, Jaume
EliminarGenial!
ResponderEliminarGracias
EliminarPues esto mismo que explicas les sucede a muchos profesionales de la psicologia (y la psiquiatria) y aun es, si cabe, mas dramatico... no preguntan no investigan, nada saben ni escuchan de la historia de sus pacientes... solo los ven a traves de los sistemas diagnosticos y tratan de eliminar sus sintomas a la primera de cambio, sin mas... Muy triste. Toni Talarn.
ResponderEliminarGracias, Toni, por tu comentario, que incide muy atinadamente en la problemática relativa a la salud mental. Desde luego, si la anamnesis es la que es tantas veces en el ámbito somático, parece completamente olvidada por un amplio sector de psiquiatras y psicólogos. Las consecuencias no pueden ser peores. A veces, da la sensación de que algunos psiquiatras, con su biologicismo, aspiran en realidad a convertirse en neurólogos. No es casual que alguno use el término "neuropsiquiatría" para referirse a su especialidad.
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