lunes, 27 de abril de 2020

MEDICINA. Covid-19. ¿"Inmunidad de rebaño” en España?




Muchos llevamos confinados en casa (no todos la tienen) algo más de seis semanas. Una experiencia que la televisión nos muestra, en sus anuncios, y no sólo en ellos, como idílica. Podemos aprender cosas, disfrutar de la familia jugando, haciendo postres, manteniéndonos en forma de algún modo, etc. Parece estupendo. Y, sin embargo, esa experiencia puede facilitar que no se banalicen como se suele hacer las penas de reclusión. 
 
Estamos a la expectativa. Muchos lo llevan muy mal, y no porque estén enfermos de Covid-19, sino por una inquietud bien realista derivada de la previsible pérdida de empleo, de la ya existente disminución de ingresos, de ese “ERTE” que no llega, etc. Otros no están bien porque sufren alguna de las miles de enfermedades que hay descritas y no se atreven a ir a un centro de salud o un hospital a no ser que la situación sea claramente límite, porque en esos lugares parece haber ya solo una enfermedad. Y hay muchos que simple, crudamente, están absolutamente solos, sin poder ser visitados ni por familiares. 
 
De los que están pasando el Covid-19 en UCIs, de los que se mueren en cruel soledad como consecuencia de ese virus, de los que, aunque no mueran, viven estos días en geriátricos, de quienes ni pueden despedir a sus muertos como es humanamente debido, parece ya superfluo hablar. 

Es una descomunal tragedia patéticamente dulcificada en términos del individuo estadístico, ese que se representa con curvas de muertos, de contagiados, de curados (que es mucho decir, por el momento), ese que "resistirá", con la curva que se aplana de aquella manera, porque ya es difícil saber dónde diablos se puede contagiar tanta gente confirmada (a saber los no confirmados) en pleno confinamiento. Y hay aplausos, eso sí. ¿Cuántos sanitarios y policías se habrán contagiado en esos aplausos recíprocos a las puertas de hospitales por estar prácticamente pegados entre sí?

Pero ya se ve la luz. Eso es lo que se nos anuncia en un discurso político – pseudocientífico (o viceversa) que parece pretender la infantilización social. 
 
Ayer mismo aparecía en “El País” un titular inquietante, “Sanidad pide que las comunidades tengan capacidad de doblar las UCI parainiciar la desescalada".  En ese artículo se dice explícitamente que “La consigna es contener los nuevos contagios a un nivel asumible por el sistema sanitario y evitar su colapso”. Es decir, tal parece que estamos como al principio, con una Medicina Preventiva que lo que intenta prevenir no es tanto la enfermedad en personas cuanto el colapso del sistema sanitario ante una posible nueva avalancha de pacientes de Covid-19 que requieran asistencia en UCI.

Eso parece indicar que la perspectiva que rige en la gestión de esta pandemia en nuestro país estriba solamente en esperar una “herd immunity” (“inmunidad de rebaño”), aunque no se diga, cosa que, al menos, sí enunció, para escándalo general, Boris Johnson . Esa inmunidad colectiva se irá generando de modo “natural”, con el coste derivado en muertes, ingresos en UCI, en planta, etc. Es simple. O te mueres o te inmunizas, y en cuanto la inmunidad alcance un porcentaje muy alto de la población a base de repuntes, rebrotes, oleadas o como le quieran llamar (son muy creativos con el lenguaje), el virus dejará de tener campo de acción. Duplicar las UCIs contempla obviamente que sería muy grave (poco estético, desde luego) llegar a una medicina de catástrofe en nuestros hospitales, esa en la que hay que elegir en función del "valor social".
 
Y, siendo así, porque así parece, estamos como estuvieron nuestros predecesores cuando sobrevino la “gripe española”. A la espera de que la inmunidad grupal rebaje el célebre “R” y el virus ya no tenga prácticamente a quien contagiar.

Al margen de despropósitos acaecidos en este año, de carencias elementales de medidas de protección, de flujos diferenciales de pacientes, de todo eso sobradamente sabido (todavía hay problemas con mascarillas y desinfectantes), surge una pregunta bien elemental. ¿Por qué no se hacen pruebas (PCR, IgM, IgG) que, incluso aunque no tengan una sensibilidad y especificidad del 100%, pueden indicar bastante mejor la situación real de cada persona (no infectado, en proceso de infección o curado) que si no se hace ninguna? Lo que están haciendo ahora, ese estudio de seroprevalencia indicará algo (no van a tirar tests de anticuerpos totales, que no valen a escala individual), pero insuficiente.

Sólo con tests masivos, es decir, realizados a toda la población en situación clínica sospechosa, pero también asintomática, y periódicos, podrá saberse cuál es la situación real de la pandemia en nuestro país. En otros lo hicieron, lo hacen. Incluso desde una perspectiva crudamente economicista, aunque desconozco precios, parece más barata la analítica masiva que la opción de tratamientos en UCIs por nuevos contagios en rebrotes Y, desde luego, claramente más humano.

¿Por qué, en plena época científica, se cierran laboratorios de investigación biomédica, como recientemente denunciaba Mariano Barbacid
 
¿Por qué, en plena época científica, no se hacen pruebas y más pruebas que permitan saber quién debe quedarse en casa y quién puede ir a trabajar sin jugarse su tipo ni el de otros? 
 
¿Por qué semejante nivel de aparente ineficiencia, que ha ocasionado que nuestro país ostente el triste liderazgo en número de sanitarios contagiados?

¿Por qué? Al hacer esta pregunta, que no deja de ser una crítica obvia, incurro en el soberbio pecado de “cuñadismo” al que aludió el preclaro Sr. Llamazares

Pero es una pregunta que lanzo como médico y ciudadano. Y no soy precisamente el único. Muchos otros médicos se la hacen. Muchos otros ciudadanos se la hacen, como se la hicieron ante medidas de barrera que se les negaban.

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