sábado, 21 de marzo de 2020

MEDICINA. Coronavirus y viejos.





            Basta un mínimo de sensibilidad para conmoverse ante la muerte de tres personas jóvenes y sanas en cumplimiento de su servicio. Una enfermera y dos guardias civiles murieron por ayudar a otros en medio de esta pandemia. Además de heroicas, esas muertes, y más que habrá habido (no lo sé), y más que tristemente habrá, destrozan el supuesto valor del conjuro que acompañaba cualquier comentario “autorizado” de cifras de fallecidos a causa del coronavirus, tantos muertos, de más de setenta años y con enfermedades previas. Una expresión darwiniana que evoca épocas pasadas de penoso recuerdo.

Es cierto que la vejez propicia la mortalidad “per se”. Y más aún por cualquier infección sobrevenida. Es cierto también que ser un enfermo crónico es peor que ser sano. Pero, ¿Quién está sano de verdad? Según el viejo criterio de la OMS, esa organización tan decidida y sabia, nadie.

El caso de la gran cantidad de muertes en residencias geriátricas en pocos días sugiere que no sólo se deben a la edad, sino que algo se ha hecho mal, en línea con todo lo que se lleva haciendo mal desde que los del “Mobile” (que no deben ser idiotas) se negaron a participar en el evento de ese nombre. Algo en línea con la frivolidad con que se actuó viendo lo que pasaba, no ya en China, sino en Italia. Frívola, fría también, omisión letal.

Llega a viejo (¿lo somos los que ya hemos cumplido 65 años?) para que el descuido sanitario te haga más frágil de lo que eres ante una pandemia, para que no te puedan visitar familiares, para que no tengas los recursos del “mejor sistema sanitario” que algún iluminado dice que tenemos, y para que, en plena soledad ahí, en el geriátrico, veas que te mueres. Qué triste. Ah, pero era mayor, se dirá, diabético, con EPOC encima… 

¿Y ahora qué? Ahora no sabemos, porque resulta que parecen no saber nada los que debieran saber algo más que decir banalidades. Y, por si fuera poco, siendo joven y sano, también se puede morir uno. ¿Hacer pruebas de modo universal a sanitarios que puedan estar en contacto con pacientes infectados o sus muestras? Hasta ahora no. Una médica lo denunciaba recientemente en ABC. Bueno, esto ya pasaba con la gripe de 1918, cuando tampoco se hacían pruebas. No deberíamos quejarnos. Y ya nos lo dicen nuestros líderes políticos; venceremos, como si fuéramos los buenos contra los malos que, esta vez son virus. Una metáfora excelente… para niños. Porque la atribución de bondad o maldad a cualquier ser vivo es la plasmación de la estupidez, cuando no del más rancio planteamiento bíblico, el del Génesis (Gen.1,26).

¿Y ahora qué? Hay algún renombrado médico de familia, ya jubilado, que sostiene que el Covid-19 mata menos que otras enfermedades, desde infartos o ictus hasta el tabaquismo o accidentes de tráfico y que lo malo es el pánico. Y es cierto, pero ese "plus" viral, de vírico, no de pánico viralizado en redes, no nos lo quita nadie. Porque la gente también se seguirá muriendo de lo de siempre, solo que ahora con más facilidad, dado el colapso previsible en el que nos meterá… ¿sólo el virus?

Las consultas disminuyen o cierran, los quirófanos y UCIs son y serán golpeados por la influencia del coronavirus. Por otra parte, si en mi primera entrada sobre esta cuestión, el 3 de marzo, ya alertaba de la riesgo inherente al contagio del personal sanitario, esto es ya una triste realidad. Es evidente que la morbi-mortalidad por causas distintas al virus aumentará en línea con retrasos diagnósticos y terapéuticos y falta de personal sanitario.

Qué curioso. Pasaron aquellos tiempos felices en los que el sistema público jubiló de golpe y porrazo, a veces con una simple carta o llamada telefónica, a todos los que cumplieran 65 años o los sobrepasaran. De hoy para mañana; en algún caso, de hoy para hoy, como bien me consta. Y ahora solicitan jubilados, MIR que no acabaron su especialidad, incluso estudiantes. ¿Seguirá habiendo esa patética “nota de corte” para empezar a estudiar Medicina? Seguro que sí, porque esto se olvidará y reinarán los "técnicos ingenieriles" sobre los médicos vocacionales.

Si algo caracteriza lo que está ocurriendo en España con esta pandemia es la improvisación. No hay mascarillas, recurramos al altruismo. No hay EPIs, hagámoslos con papel de basura y esparadrapos. Tenemos viejos sin suficiente asistencia sanitaria. Ah, quién lo iba a decir; algo habrá que hacer. Pero bueno, ya vivieron (ya se plantea en algunos medios que se avecina una medicina de catástrofe priorizando el "valor social"). Tuvimos focos, alguno tan pequeño como Madrid. Bien, dispersémoslos, excelente medida, de libro. Es indudable que Hipócrates, Galeno o Paracelso lo hubieran hecho mucho mejor.

Sobra buena gente dispuesta al servicio a los demás. Médicos y personal sanitario en general que están en los sitios peliagudos (Urgencias, UCIs, Plantas…), militares (que bien que saben de orden y disciplina y han de estar sujetos los pobres a mandos políticos ineptos), policías, conductores, personal de farmacia, de alimentación, taxistas… Seguro que me quedan muchos más. A todos ellos dedico esta modesta entrada. Pero parecen faltar cabezas que sepan liderar a tanta buena gente. Ese es nuestro dramático problema. 

Venceremos, dicen. Pues no. Es mentira porque no habrá derrota de ningún enemigo. ¿O es alguien un virus? ¿Es un enemigo un fragmento de RNA revestido de proteínas, que ni está vivo ni deja de estarlo? Seremos, ya lo estamos siendo, derrotados en mayor o menor grado, con muertes, sufrimiento, ansiedad, angustia, miedo, y el empobrecimiento que se avecina que dejará en la más absoluta miseria a muchos. Seremos derrotados por la ineptitud de preventivistas y politiquillos.

Después vendrán los rifirrafes políticos, ya más centrados en la cuestión económica brutal que se avecina. Y más tarde, el coronavirus será tan olvidado como cualquier otra epidemia. Y volveremos a presenciar brillos cientificistas, y las promesas fantásticas de vivir jóvenes hasta los 140 años, jugando con telómeros, o las transhumanistas, que son más simpáticas. 

La Historia, incluso la que hoy mismo se construye desde una actualidad dramática, se olvidará mañana, porque eso, la Historia, nunca se aprende, solo se repite.

           





4 comentarios:

  1. Estamos yendo para atrás a pasos agigantados ,en vez de emular a paises que estan superando poco a poco este virus , que parece ser prefabricado

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  2. Al fin una visión realista de la situación. Quizá sea hora de afrontar esa realidad e intentar salvar los muebles. Sabemos que esta ola epidémica pasará, dejando tras de sí un reguero de caídos en "combate"... Y haremos recuento como estamos haciendo.
    Pero la pregunta es ¿Conseguiremos aprender algo? ¿Serán muertes en vano las que ocurran? Como lo fueron los muertos de epidemias de antaño...
    ¿La próxima vez estaremos preparados?
    O seguiremos anteponiendo los intereses económicos, de un sistema económico capitalista con consumismo enfermizo, que ahora se tambalea malherido.
    O seguiremos anteponiendo los intereses políticos egoístas, egocéntricos y "corto placistas" con el único objetivo de aferrarse a un sillón.
    O seguiremos adorando a una ciencia salvífica y salvadora, que al final inca las rodillas y el cerviz ante el yugo de los intereses económicos y políticos. Esa ciencia que ya no es ciencia, que se aferra a líneas rígidas de investigación, cuyo único objetivo es alcanzar objetivos bibliométricos. ¿Cuántas publicaciones necesito al año? Da igual el contenido, se valora al peso...

    Esa es la pregunta, quizá nunca aprendamos, quizá estemos condenados a repetir la historia una y otra vez...

    Es posible que quede lugar para la esperanza, quizá si seamos capaces de aprender, de cambiar. Eso espero.

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    1. Muchas gracias por su comentario.
      Creo que olvidaremos. Quizá no en un año ni dos, pero olvidaremos, como ha sucedido en otros casos. Y seguiremos cantando las alabanzas de un sistema sanitario curativo / paliativo, pero ignorando la posibilidad bien real (como estamos viendo) de que cualquier germen, en este caso un coronavirus, ataque a todo el mundo, siendo una de sus dianas el propio sistema asistencial, sanitario, geriátrico...
      Las muertes habidas tendrán las repercusiones ligadas al cariño que sus familiares y amigos les tengan a los fallecidos. A efectos epidemiológicos son un simple número. Y dará igual que se hable de mil o de cien mil. Es más, si la mayoría son viejos, la frialdad al hablar de esas cifras será mayor. Lo está siendo, de hecho ("anciano con patologías previas").
      En el caso de España, creo que más que anteponer intereses económicos, que sí, se han priorizado tonterías políticas (manifestaciones, fútbol, el "no pasa nada", el "esto es como una gripe", la sensación inicial de tranquilidad, etc.) Ha predominado la estupidez frente a la prevención real. Vemos los resultados. Se dirá que esto se ve a toro pasado, pero no es así porque tuvimos un ejemplo muy obvio en Italia. Y no se hizo nada. Nada.
      Creo que la perspectiva política de cada cual debe supeditarse al interés general. No obstante, me parece legítimo criticar lo que se considere, con nobleza, criticable, desde todos los ámbitos, incluyendo el político y el científico. Tomar medidas excepcionales no excluye debates ni discusiones, aunque se acaten órdenes.
      Comparto plenamente el criterio de que la ciencia actual está demasiado obsesionada por la bibliometría. Efectivamente, "se valora al peso", aunque ese peso se cuantifique de modos distintos (número de publicaciones, impacto, índice h, etc.).
      Y sí. Repetiremos la Historia. Creo, no obstante, que hay la posibilidad de cambios, desde lo que la Historia misma muestra,a pesar de tanta repetición. Hubo un tiempo en el que se creía que los negros eran casi animales porque "no tienen alma", lo que facilitó la vergonzosa economía ligada a la esclavitud. También es reciente que la mujer pueda votar (y no en todo el mundo). Esos cambios, costosos en sufrimiento y muertes, se han producido. Y, desde ellos, es factible contemplar una perspectiva mejor para la vida humana y no solo homínida. Yo también espero en eso.
      Un abrazo
      Javier

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