“Miré entonces y
había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba Muerte y el Hades le
seguía” Apocalipsis 6,8
Hoy es día 8 de marzo. La
web del Ministerio descansa en su actualización sobre el “corona”. El día 6
veíamos un crecimiento aparentemente exponencial del número de casos
confirmados, por fecha de diagnóstico. Entonces eran 365 . Hoy, a las 11,30, eran 589 según "El Mundo"
En el telediario
se nos aclaró que hay algunos muertos (ya se nos había anunciado que no eran
deseables, pero sí probables). Pero ya se sabe, eran mayores (dan las edades
para que nos adaptemos si toca o para que mantengamos la calma si no es así).
La verdad es que el virus puede remediar la carga económica que supone una población
envejecida.
El pasado lunes 24, los periódicos recogían fotos de militares armados patrullando en Milán.
Situación de “Outbreak”, de “Estallido”, como la película del mismo título,
pero sin un Dustin Hoffman que salve a la Humanidad.
Han transcurrido
casi dos semanas para que las autoridades italianas comunicaran la noticia conocida hoy. Con nocturnidad.
¿Qué pasaría si esa decisión se hubiera tomado antes?
Aquí no hemos
llegado a los niveles de Italia. En la práctica, el virus nos ha visitado solo
de viaje desde allí o desde lugares más exóticos. A Galicia incluso llegó procedente
de Madrid, según nos dijo un sabio por la radio.
Pero, solo desde
una insensatez muy arriesgada, puede percibirse que lo que ocurrió y ocurre en
Italia no sucederá en España, si no está sucediendo ya, como parece acontecer
en Francia. Al
contrario, seguimos “conteniendo” a ese virus, seguimos en fase 1. Y, siendo
contención, parece natural que se descanse en la responsabilidad de cada cual
para lavarse las manos o no ir a concurrencias masivas si se notan síntomas
catarrales o febrícula. Y ya sabemos que, al margen de la afectación a viejos,
a gente con enfermedades de base y a algún joven raro que haya, acaba siendo como
una gripe, dicen muchos. Y por eso, nadie se plantea cerrar nada de nada,
salvando excepciones.
Y seguiremos
conteniendo y contando. Eso sí, con la esperanza de que este virus no sea tan
malo y que se tome un buen descanso estacional, como sí que hacen los virus
gripales. Después, ya habrá vacunas seguramente y quedará todo en un mal
recuerdo.
Un recuerdo del
que no se aprenderá nada, siendo lo esencial que nuestro sistema sanitario,
tanto en su versión pública como privada, es absolutamente frágil a lo que
creíamos cosa del pasado, las infecciones, especialmente las víricas. Quien iba
a decir que algo que suscita discusión sobre si está vivo o no (por aquello
de necesitar células en su afán reproductor) podría incordiar tanto. Y todo se
puede ir a pique, empezando por el personal sanitario, que puede caer fuera de
combate al menos temporalmente. ¿Para qué andar con remilgos? A contratar médicos ya, de momento en el País Vasco, más tarde ya
veremos.
En España vivimos
en una situación curiosa. Somos europeos, pero la Unión Europea no parece
aclararse para tomar una postura común sobre el coronavirus. A la vez, las
competencias sanitarias están transferidas, pero no se oyen voces autonómicas
que se separen del discurso central en esta ocasión.
Parece más prudente callar
que hablar para que luego, se diga lo que se diga, caigan reproches por una
cosa o por la contraria; por ejemplo, sobre la conveniencia o no de tomar un
avión para ir de viaje cultural a un país que ni está ni deja de estar en claro
riesgo, como Francia, ahora en comparación con el norte de Italia de hace días. ¿Qué recomendaría un Consejero Autonómico de Sanidad al respecto? Tal
parece que nada, declinando su parecer en el Ministerio y éste en su equipo
asesor.
Así, el chivo expiatorio, ocurra lo que ocurra, que siempre será más o
menos negativo, recaerá en el técnico o grupo de técnicos de turno. Otras
voces, otros “expertos”, de esos que abundan para hablar de trivialidades
soteriológicas, como nuevos genes o perspectivas terapéuticas de lo que sea,
callan ahora. No es pragmático arriesgarse, cuando la cosa se pone seria y hay
grandes prioridades.
“La España de charanga y pandereta” no es proclive, en
aras de la supuesta prudencia de evitar temores, a descartar viajes turísticos o culturales, ni mucho
menos fiestas masivas que les hagan olvidar a sus ciudadanos algo que se supone
de otros o se considera poco relevante, como una gripe más, a fin de cuentas.
Meditado recorrido por la cadena de sucesos de estos días a nivel nacional, resalta e la evidencia matematica de crecimiento exponencial y de la realidad de saber que el numero de sujetos que lo están pasando muy mal es significativo.
ResponderEliminarA corto plazo el riesgo es preocupante.
Gracias.
Muchas gracias, Soledad.
EliminarHoy veo algo llamativo y es un descenso en el número de casos en la web del ministerio. O no esta actualizada o hay una razón que puede explicarlo perfectamente: no están haciendo pruebas de cribado de contactos sino de confirmación de sospechas. Probablemente eso suponga un cambio tan relevante en apariencia como aparentemente artificioso. Es un escándalo.
Un abrazo